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“Tenemos mucha esperanza, quizás más que nunca, de que la Asamblea tenga lugar en Karlsruhe”, dijo la Dra. Agnes Abuom, moderadora del Comité Central del CMI. “Las iglesias miembros deberían preparar a sus delegaciones para asistir en persona al evento”.
El secretario general en funciones del CMI, Rev. Prof. Dr. Ioan Sauca, también expresó su firme compromiso de seguir adelante con la Asamblea. “Me gustaría asegurarles que la pandemia no nos puede impedir celebrar la Asamblea”, afirmó. “Las iglesias de Alemania, junto con el Gobierno alemán, están haciendo todo lo posible para garantizar que podamos celebrar la Asamblea”.
Si bien se están barajando diversos escenarios, que contemplan una asistencia que va de 1000 hasta 5000 o más participantes en función de la situación de la COVID-19, la 11ª Asamblea del CMI es más necesaria que nunca, señaló Sauca. “Lo que ahora se necesita más que nunca es confirmar nuestra independencia, nuestra solidaridad y nuestra labor que se desprende del tema de la Asamblea: el amor”, observó, haciendo referencia al tema de la 11ª Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias, “El amor de Cristo lleva al mundo a la reconciliación y la unidad”.
Para quienes no puedan asistir en persona, el CMI se ha comprometido a poner en línea el mayor número posible de aspectos de la Asamblea.
Si bien tanto Abuom como Sauca lamentaron que el Comité Central del CMI no pudiera reunirse presencialmente, ambos agradecieron las posibilidades tecnológicas y los conocimientos especializados del personal que permiten celebrar la reunión por videoconferencia.
El Comité Central del CMI se reúne del 9 al 15 de febrero. Además de planificar la Asamblea, lo cual incluye aprobar los plenarios temáticos, las conversaciones ecuménicas y las reuniones previas a la Asamblea, el órgano rector también se ocupará de asuntos administrativos y de fortalecer la comunidad de iglesias del CMI mediante el intercambio y la oración.
Abuom también respondió a una pregunta relativa a los motivos de la celebración de la 11ª Asamblea del CMI en Alemania. “En Alemania, la iglesia ha acompañado al movimiento ecuménico desde su fundación”, dijo. “Asimismo, se trata de una iglesia que está lidiando con las cuestiones contemporáneas que se nos plantean, y que lo está haciendo de una manera quizás más creativa que otras”.
Europa está viviendo un cambio de panorama, observó Abuom. “Los europeos necesitan conocer de nuevo a Cristo”, afirmó.
Además de planificar la Asamblea, el Comité Central del CMI también está asentando unos sólidos cimientos para la labor del CMI de los próximos años, explicaron Abuom y Sauca.
“Toda mi energía está volcada en organizar una buena Asamblea”, dijo Sauca. “Pero a medida que avanza el tiempo, también estoy interesado y comprometido en garantizar que, tras la Asamblea, y cuando yo haya terminado mi mandato, el CMI siga teniendo una sólida estructura para continuar la labor”.
Sauca dedicó un momento a expresar su gratitud por el trabajo del CMI durante la pandemia. “Siempre me sorprende lo mucho que hemos logrado durante este tiempo de pandemia en que ha habido tantas dificultades”, afirmó. “Si leen los informes de rendición de cuentas, también verán cuánto trabajo ha conseguido realizar el personal del CMI a pesar de no poder viajar ni reunirse presencialmente”.
Por lo que respecta a la peregrinación de justicia y paz del CMI, el pilar de la labor programática del Consejo desde la 10ª Asamblea en Busan, Abuom dijo que creía que el concepto de una peregrinación había ayudado al CMI a mantenerse dinámico y enérgico. “¿Qué hemos aprendido?”, se preguntó. “Algo que la peregrinación nos ha ayudado a entender es que no somos elementos fijos permanentes, sino que estamos en camino”.
La peregrinación también nos ha enseñado el carácter esencial de la dignidad humana y los derechos humanos de todas las personas. “No tienes el lujo de poder decir que ya lo sabes, que todo está bajo tu control”, dijo. “Estás en un estado de búsqueda permanente, y creo que la vida humana consiste en esto: en buscar cómo reconciliar tu propia persona con el cambio constante”.
La pandemia ha mostrado que pertenecemos a una sola familia humana, añadió Sauca. “Esta es una gran enseñanza: somo interdependientes, nos pertenecemos los unos a los otros”.
