Mientras los titulares siguen informando sobre las tragedias que acontecen en tierra y mar a quienes están huyendo desesperados de la violencia y la pobreza abyecta que azota a sus países, representantes de gobiernos, organismos de las Naciones Unidas y organizaciones de la sociedad civil, incluidas las iglesias y otras organizaciones religiosas, se reunieron los días 18 y 19 de enero en una conferencia de alto nivel sobre la crisis de los refugiados y los migrantes en Europa, organizada por el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) en Ginebra, Suiza.
La reunión, copatrocinada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), tenía por objeto promover respuestas coordinadas basadas en el respeto de los derechos humanos a la situación de los refugiados y migrantes en Europa y a las causas profundas de su desplazamiento.
En efecto, la declaración de la conferencia es una llamada a la adopción de medidas más enérgicas, y especialmente a una mayor coordinación y cooperación europeas: medidas prácticas y basadas en principios de conformidad con las obligaciones legales y el respeto de la dignidad humana. Este tipo de declaraciones puede constituir una importante herramienta en la acción de las iglesias y las organizaciones que están pidiendo a los gobiernos y a los dirigentes que asuman su responsabilidad.
No obstante, el hilo conductor de la conferencia fue la fe:
- Gente de fe, entre ellos tantas mujeres y niños, atrapados en medio de la violencia y la desesperación, buscan una vida mejor –o salvar la vida– para sus familias y para sí mismos.
- La gente de fe que recibe, acoge y ayuda a esas personas desesperadas que están lejos de sus casas.
- Y la voz de la fe que debe hablar a las voces del miedo.
En sus comentarios finales la Dra. Agnes Abuom, moderadora del Comité Ejecutivo y del Comité Comité Central del CMI, declaró que “también debemos llevar a cabo un trabajo de sensibilización y promoción dentro de nuestras comunidades confesionales”; “hemos hablado de afrontar esas voces del miedo, las de quienes temen y son vulnerables a los mensajes negativos”.
Tenemos que utilizar nuestros recursos espirituales y nuestros valores, continuó Abuom, para abordar la cuestión de la integración y crear “una cultura de acogida, una cultura de tolerancia, una cultura de aceptación”, no negando los miedos sino invitando a todas las personas “a unirse” para “desafiar y vencer a esas fuerzas que constituyen el núcleo de este problema”.
Puede que las declaraciones de las conferencias no generen cambios en nuestro día a día, pero sí permiten que cada uno de nosotros pregunte al otro, como persona de fe, qué respuesta está dando a la situación.
“Ustedes y yo seremos responsables de lo que hagamos con ese niño, esa mujer, ese muchacho y esa muchacha, dándoles un lugar donde reasentarse y permitiéndoles dar un sentido a sus vidas. Que Dios nos bendiga y que sigamos nuestros pequeños caminos, haciendo los pequeños gestos que pueden sumar a lo que ya está en curso”.
La conferencia del CMI/ONU insta a la adopción de medidas concertadas para la crisis de refugiados (comunicado de prensa del CMI del 20 de enero)
Conferencia de alto nivel subraya la necesidad de una mayor cooperación en la actual crisis migratoria y de refugiados (comunicado de prensa del CMI del 19 de enero)