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A woman approaches the Dome of the Rock at Al-Aqsa Mosque in Jerusalem. The dome's 16th century tile work was renovated in the early 1900s by three Armenian families. The artisan tradition of religious respect lives on in Jerusalem to this day.

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En aquella época, las familias de artesanos procedían de la ciudad de Kütahya, en Turquía.  Hoy, la empresa de Nishan Balian, perteneciente a la tercera generación de su familia, sigue fabricando mosaicos de cerámica en Jerusalén bajo el mismo nombre que su abuelo. Reflexiona un rato antes de explicar que entiende su trabajo como parte de la tradición familiar de tender puentes entre religiones.

“Estoy orgulloso de que hayan sido cristianos armenios quienes renovaran los hermosos mosaicos que vemos hasta hoy día”, afirma Balian, el artesano que está detrás de hermosos azulejos de cerámica que pueden verse no solo en Jerusalén, sino también en Francia y otros lugares. Recuerda el contexto de la familia Balian hace varias décadas: “Entonces había una convivencia armoniosa entre religiones”, afirma; “la historia de mi familia es un bello ejemplo de que las religiones pueden convivir y producir bellas obras de arte”.

En su opinión, el arte trasciende la división entre personas y religiones. “La conexión de mi familia con la renovación de la Cúpula de la Roca es un gran honor; somos famosos en Jerusalén por ello”, dijo. “Hoy día fabrico azulejos para sinagogas, para mezquitas en Qatar y Dubai, y para iglesias de todo el mundo; entre ellas en Jerusalén, Francia y otros lugares”.

Las decoraciones geométricas y los mosaicos de las mezquitas ocupan un lugar especial en el corazón de muchas comunidades musulmanas, porque el islam prohíbe la representación de seres humanos. Ya en el siglo IX, los azulejos se utilizaban para decorar mezquitas, santuarios sagrados, palacios, tumbas y centros de formación religiosa. Hoy, los mosaicos decorativos son una tradición, y la Cúpula de la Roca es especialmente importante: los musulmanes la veneran por ser el lugar desde el que el profeta Mahoma ascendió a los cielos.

La tradición de respeto religioso —con la creatividad como base—comenzó con el abuelo de Balian y aún sigue viva; pero a Balian le preocupan las recientes divisiones y expresiones de odio.

“Por desgracia, las cosas ya no son lo que eran, y hoy veo una división en Jerusalén. Pero es una división política”, asegura, "no califico la tensión existente de conflicto religioso”.

En cualquier caso, dice, la división es cada vez mayor, y Jerusalén no es lo era hace cuarenta años. “Ya no existe esa pluralidad que caracterizó a Jerusalén durante siglos y la hizo única en el mundo”, afirma.

¿En qué consiste el statu quo? ¿Y por qué esa preocupación?

A continuación, se exponen los antecedentes del histórico statu quo al que alude Nishan Balian, en un momento en que las relaciones religiosas en Jerusalén son cada vez más tensas.

Una de las declaraciones de la 11ª Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias coincide con el llamado de Balian en favor de una paz y una seguridad duraderas para todos en Oriente Medio. “Las revueltas, el extremismo violento que utiliza la religión como justificación, las continuas ocupaciones militares, la discriminación y las violaciones sistemáticas de los derechos humanos, las crisis económicas y la corrupción, la ausencia de Estado de derecho y otros factores han propiciado una crisis existencial en la que están sumidos todos los habitantes de la región”, afirma la declaración, y añade que el CMI está comprometido con los principios de “la justicia y el amor de Dios por toda la creación, los derechos fundamentales de todos los pueblos, el respeto por la dignidad humana, la solidaridad con los necesitados y el diálogo con personas de otras religiones”.

La división en Jerusalén se ve exacerbada por elementos extremistas de la política y la sociedad israelíes que amenazan con cambiar el statu quo de los lugares santos musulmanes y cristianos de Jerusalén. Tras la toma de la mezquita de Al-Aqsa en 1967, el entonces ministro de defensa, Moshe Dayan, se reunió con los dirigentes religiosos musulmanes del Awqaf, el 17 de junio de 1967, a quienes devolvió formalmente el control de la mezquita. Según ese acuerdo, era el Awqaf quien determinaría quién podía orar allí; lo que, en la práctica, impidió que los fieles de las demás religiones pudieran orar en el lugar. La intención de Dayan era minimizar las tensiones y el derramamiento de sangre y evitar que el conflicto árabe-israelí se convirtiera en una guerra santa. El compromiso de Israel fue reiterado a Jordania mediante el acuerdo de paz de Wadi Araba entre ambos países, el 26 de octubre de 1994. Y el 31 de marzo de 2013, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, y el rey Abdalá II de Jordania firmaron un acuerdo en virtud del cual incluso la Autoridad Palestina reconocía a Jordania la custodia del lugar, que comenzó en 1924, cuando el Consejo Supremo Musulmán de la Palestina del Mandato la concedió al bisabuelo del rey Abdalá II.

El histórico compromiso adquirido por Israel fue violado el 3 de enero de 2023, cuando por primera vez un ministro del Gobierno de Israel, Itmar Ben Gvir, entró en la mezquita de Al Aqsa, lo que ha provocado una oleada de críticas en la región y en la comunidad internacional en general.