¿Puede hacernos un resumen de lo que presenció en el día a día de las personas a las que acompañó en Tuba y otras aldeas?
Ní Mheibhric: Desde hace muchos años, los acompañantes ecuménicos han venido prestando una presencia protectora en muchas de las aldeas de Masafer Yatta, en las colinas del sur de Hebrón, ocho de las cuales se encuentran dentro de lo que Israel denomina la Zona de Fuego 918.
En mayo de 2022, los tribunales israelíes confirmaron que los más de un millar de residentes de esas ocho aldeas podían ser expulsados por la fuerza de sus casas y tierras, donde han vivido durante generaciones. Esa es la zona donde presté servicio desde principios de septiembre de 2023.
Mi primer servicio en calidad de acompañante del Programa Ecuménico de Acompañamiento del CMI en Palestina e Israel fue en 2019, entonces con base en Hebrón. Ese año también pasé algún tiempo en Masafer Yatta, donde al regresar a principios de septiembre, constaté un impresionante deterioro de las condiciones de vida de los palestinos de la zona debido al aumento del número de colonos israelíes —y también de los militares israelíes que los apoyan— que viven en los asentamientos ilegales y en los puestos de avanzada que ocupan muchas de las cimas de las colinas que dominan sus aldeas y sus tierras.
En las cinco semanas que estuve allí, vi surgir un nuevo puesto de avanzada en una colina cercana a Tuba, dentro de la zona de fuego.
Por lo que, mientras se expulsa por la fuerza a los palestinos de sus hogares y tierras, no deja de aumentar la cantidad de colonos israelíes que se mudan a la zona.
Los aldeanos solicitaron el apoyo de los acompañantes ecuménicos debido al creciente nivel de acoso y violencia por parte de los colonos y militares israelíes.
La violencia que ejercen los colonos israelíes con el apoyo de las Fuerzas de Defensa de Israel adopta muchas formas. Fuimos testigos del acoso que sufren los pastores mientras apacientan sus rebaños, obligándoles a abandonar sus tierras. Vimos los destrozos provocados en las casas y establos de algunos aldeanos.
Fuimos informados de varios robos de aceitunas justo antes de que empezara el periodo de cosecha, así como de la destrucción de olivos en la aldea de At Tuwani, el 12 de octubre.
Presenciamos el acoso que sufrían niños y niñas mientras intentaban llegar a la escuela por caminos cercanos a asentamientos israelíes ilegales.
A medida que los colonos israelíes, apoyados por el ejército israelí, se apoderan por la fuerza de más y más tierras palestinas, va disminuyendo el espacio de pastoreo disponible para los palestinos, que se ven obligados a reducir sus rebaños y a gastar cada vez más dinero en comprar heno y grano para alimentarlos, con el consiguiente efecto negativo sobre sus ingresos.
El 4 de octubre, los aldeanos resumieron así la situación: “Están estrechando el cerco a nuestro alrededor. Nos están haciendo la vida imposible para que no nos quede más remedio que irnos. Entonces dirán que nos fuimos voluntariamente. La jaula se está cerrando”.
¿Qué sabe ahora de sus conocidos en Masafer Yatta?
Ní Mheibhric: A partir del 7 de octubre, todas las vías de entrada y salida de sus pueblos quedaron bloqueadas por el ejército israelí, por lo que la gente no solo tiene miedo de salir de sus casas, sino que no puede salir de sus pueblos para conseguir alimentos o suministros médicos. No es seguro que los niños vayan a la escuela. Además, los profesores que viven fuera de la zona no pueden desplazarse a sus escuelas. Ya antes de la actual escalada, los militares solían retrasar al personal docente de las escuelas y en muchas ocasiones les confiscaban sus vehículos, lo que a veces dejaba a adultos y menores en lugares remotos, sin otra opción que caminar largas distancias bajo el sol para llegar a un pueblo donde recibir ayuda. Sobre todas las escuelas de la Zona de Fuego 918 pesa una orden de demolición, por lo que tanto el profesorado como el alumnado nunca sabían si al día siguiente volverían y encontrarían al ejército israelí demoliendo su escuela.
Desde los acontecimientos de la mañana del 7 de octubre, tuvimos que abandonar la zona. He estado recibiendo mensajes de algunos de los aldeanos que conocíamos. Todos cuentan que a todas horas hay grupos armados de colonos en sus aldeas que los obligan a permanecer en sus casas y los amenazan diciendo que matarán a toda persona que no siga sus órdenes.
A continuación, leo los mensajes tal cual los he recibido:
Desde la aldea de Susiya (9 de octubre): “Con ayuda militar israelí, los colonos arrasaron un campo agrícola y vertieron en él toneladas de polvo y agua. Esta política es muy eficaz en tiempos de guerra. Aquí no hay ley. Desde que empezó la guerra, dos familias se han visto obligadas a abandonar la zona debido a la violencia de los colonos. Aquí, en las colinas del sur de Hebrón, estamos en el infierno. Los militantes colonos se han tomado la justicia por su mano”.
De la aldea de Susiya (9 de octubre): “Han dañado nuestro sistema de agua y han cerrado la carretera. También han dañado nuestra granja en Susiya. Lo han destrozado todo, amiga mía”.
Desde la aldea de Um al Khear (15 de octubre): “Un colono armado ha advertido a todos los residentes de que si salen de sus casas los matará”.
Mensaje desde la aldea de Tuba: “Mi familia y yo seguimos aquí, pero la situación es aterradora y se está poniendo mucho peor. Los colonos siempre están presentes con armas. Entraron en nuestro pueblo hace tres días (12 de octubre) con armas, y hoy (16 de octubre) a las 6 de la mañana han vuelto a venir con armas. En este momento (16 de octubre), los colonos son el ejército y están haciendo rondas muy provocativas por aquí; todo el pueblo está en peligro”. Ayer (15 de octubre): “No podemos hacer nada. Ahora hay tres colonos armados que recorren el pueblo en buggy. Han puesto a volar un dron y ahora filman por todo el pueblo. Nosotros ya no podemos filmar nada porque en cuanto ven a alguien le apuntan con un arma”.
¿Qué sientes por las personas a las que acompañas?
Estoy desesperada. Me preocupa lo que les pueda ocurrir, especialmente en las próximas semanas. Yo puedo salir de Cisjordania y de Israel con mi pasaporte irlandés, pero esos aldeanos no tienen ningún lugar seguro al que huir. En cualquier caso, no quieren verse obligados a abandonar sus hogares. Simplemente quieren poder vivir su vida sin miedo constante al acoso, y poder cuidar de sus hijos y parientes mayores, y, por supuesto, de su ganado, como han hecho durante generaciones.
Los medios de comunicación están dando cobertura de los terribles sucesos en Israel y Gaza, pero lo que está ocurriendo en la Ribera Occidental está siendo ignorado en gran medida por los medios de comunicación de todo el mundo.
Hago un llamado al CMI para que utilice su influencia en todo el mundo para presionar a los gobiernos, especialmente en la Unión Europea, el Reino Unido y Estados Unidos, para que trabajen con palestinos e israelíes para lograr una paz justa. A menos que haya justicia para todas las personas que viven entre el río Jordán y el mar, el ciclo de violencia continuará.