El moderador del Comité Central del CMI, el obispo Dr. Heinrich Bedford-Strohm, que intervino en el simposio, señaló que la religión no solo llega a las mentes de las personas, sino también a sus corazones. “Por eso las comunidades religiosas son tan importantes en cuestiones como el bienestar humano y la sostenibilidad del planeta, que están estrechamente relacionadas con nuestros comportamientos y estilos de vida y en las que solo se puede avanzar si el cambio político va unido a un cambio de actitud”, afirmó. “Las comunidades religiosas queremos colaborar para asegurar el bienestar de las personas y la sostenibilidad del planeta”.
Bedford-Strohm afirmó que esta labor adquiere para él un cariz más personal cuando piensa en su nieto de tres años. “Mi amor por él es muy profundo”, dijo. “En el año 2081, tendrá la edad que yo tengo ahora y, como todo abuelo, quiero que tenga una vida al menos tan buena como la que yo tengo ahora”.
Bedford-Strohm se mostró convencido de que, en la sociedad civil mundial, las iglesias y las comunidades religiosas en general son los agentes idóneos. “Tienen un profundo arraigo en las congregaciones locales y, al mismo tiempo, tienen una perspectiva mundial al afirmar que creen en un Dios que ha creado el cielo y la tierra”, afirmó.
Muchos responsables de la ONU y líderes de la sociedad civil reflexionaron sobre por qué los actores religiosos son fundamentales.
Ulrika Modéer, Subsecretaria General y Directora de la Oficina de Relaciones Exteriores y Promoción del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), habló de la interrelación entre la desigualdad de género y la inseguridad humana.
“El aumento de la incitación al odio, la radicalización, la desigualdad y el extremismo político se encuentran sin duda entre las amenazas más acuciantes para la seguridad humana, haciendo retroceder décadas los avances en materia de desarrollo, con importantes repercusiones para las mujeres y las niñas”, afirmó. “Sin olvidar que, al ritmo actual de progreso, pueden hacer falta cerca de 300 años para alcanzar la plena igualdad de género”.
Desde su punto de vista, los actores religiosos son fundamentales. “Históricamente, muchos actores religiosos han prestado servicios sociales esenciales a las comunidades locales, especialmente ayuda humanitaria, servicios de salud y educación”, afirmó. “De hecho, en muchos países son los principales actores de la sociedad civil”.
Los debates pusieron de manifiesto una serie de amenazas existenciales para la seguridad humana y del planeta, entre ellas la amenaza de las armas nucleares.
El embajador Sergio Duarte, embajador brasileño retirado y antiguo Alto Representante de la ONU para Asuntos de Desarme, habló sobre la cuestión del desarme. “Se ha convertido en algo común identificar el cambio climático y la existencia de armas nucleares como las dos mayores amenazas existenciales para la vida humana y la civilización en nuestro planeta”, afirmó. “Sabemos que no podemos controlar por completo las fuerzas cósmicas que conforman nuestro clima, pero, trabajando juntos, podemos evitar el desastre. El desarme, en cambio, depende enteramente de nuestra capacidad para reunir la voluntad política necesaria”.
Los y las ponentes y participantes también destacaron los principales aprendizajes relacionados con el trabajo por la seguridad humana y el papel que pueden desempeñar los distintos actores. El simposio abordó, de manera concreta, el desarrollo de la unidad, la solidaridad, la cooperación internacional y la acción mundial coordinada necesarias para hacer realidad la seguridad humana.
El Dr. Ganoune Diop, Director de Asuntos Públicos de la Sede Mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día y Secretario General de la Asociación Internacional de Libertad Religiosa, reflexionó sobre la visión y la construcción de un futuro mejor. “Prácticamente todos los ámbitos de la experiencia humana están relacionados con la cuestión subyacente de la seguridad humana”, señaló Diop. “La seguridad humana es, de hecho, un prisma a través del cual examinar distintos aspectos de la experiencia humana, desde las amenazas a la seguridad personal hasta las dificultades a las que nos enfrentamos colectivamente, las lagunas en la solidaridad humana en el ámbito regional y nacional, y la necesaria seguridad mundial”.
El Director de Asuntos Internacionales del CMI, Peter Prove, que participó en el evento de manera presencial, señaló que “Tras estos nueve años, el Simposio anual se ha convertido en un punto fijo en el programa de los interlocutores religiosos y de la ONU en Nueva York, y en un foro fundamental para la expresión y el desarrollo de prioridades compartidas en la agenda internacional”.
La participación del CMI en la promoción de todas las ediciones del simposio ha sido facilitada por la Oficina Ecuménica ante las Naciones Unidas, punto focal del CMI y ACT Alianza para las iniciativas de promoción y defensa en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York.