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Squid Game workshop

Un taller dirigido por representantes de la juventud de Corea subvirtió los temas de terror de la famosa serie El juego del calamar para analizar los problemas de la pobreza juvenil y atrajo a un grupo entusiasta de participantes de la 11ª Asamblea del CMI.

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El taller comenzó con un juego. Se pidió a los participantes que dieran un paso al frente si se sentían privilegiados, o un paso atrás si se sentían en posición de desventaja, ya fuera por su juventud, por las oportunidades económicas, por su género, su raza o por otros motivos. El resultado del juego ilustró el problema clave: al frente había, sobre todo, hombres blancos seguidos de mujeres blancas —en su mayoría, de mayor edad—, y, al fondo, predominaban las mujeres negras y jóvenes.

El grupo también introdujo el concepto cristiano de pericoresis, que es utilizado para referirse a las relaciones renovadoras de la Trinidad —Creador, Salvador y Sustentador. Los organizadores presentaron varios bailes y juegos populares. Uno de ellos fue el Ganggangsullae, el equivalente coreano del concepto de pericoresis.

En él, los participantes cantan al tiempo que giran los unos en torno a los otros con las manos entrelazadas, dando vueltas y más vueltas, enredándose juntos en un nudo humano. Al estar unidos en situaciones difíciles, nos buscamos mutuamente en busca de apoyo y solidaridad. Nos mantenemos unidos, a sabiendas de que también Dios está presente entre nosotros, y que puede liberarnos de esas situaciones. Los participantes en el taller pronunciaron juntos la siguiente oración: “Estamos conectados cuando nos miramos, y cuando no nos miramos, seguimos estando conectados. Siempre estamos conectados”.

El contexto coreano presenta muchos obstáculos, explicó Junyoung Kim, de la Iglesia Metodista de Corea. “Así que, queremos encontrar formas de resolver esos problemas, bíblica y cristianamente, por lo que tratamos de establecer una conexión íntima con el Ganggangsullae, que expresa la pericoresis, y quisimos compartirla, porque ahora estamos atados, pero Dios puede liberarnos de nuestras dificultades”, añadió Kim.

El concepto de Gangangsullae ofrece una forma teológica y conectada de afrontar las situaciones difíciles, en claro contraste con la violencia mostrada en El juego del calamar. El taller exploró la manera en que el paradigma cristiano de la pericoresis ofrece una “nueva imaginación” para abordar la injusticia y la desigualdad en la unidad.

Los jóvenes salieron del taller con la clara visión de que, a través de la solidaridad, la comunidad y las relaciones entre ellos y con Dios, es posible superar las barreras.