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Vigil under the night sky

Vigilia vespertina por la paz en Nakubuse, un pequeño pueblo cerca de Kuron en el estado de Ecuatoria Oriental de Sudán del Sur, una región que en los últimos años se ha visto asolada por el robo de ganado y el secuestro de niños. La Aldea de la Paz de la Santísima Trinidad en Kuron, auspiciada por la Iglesia Católica, trabaja desde hace años para promover la reconciliación y la paz entre las diversas comunidades de la región.

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El sacerdote católico romano James Oyet Latansio, secretario general del Consejo de Iglesias de Sudán del Sur, dijo que a raíz de los últimos acontecimientos, como la guerra en Ucrania, es fácil que el mundo se centre en los nuevos conflictos y se olvide de los antiguos, como la prolongada crisis en su país.

“Quiero hacer un llamado a nuestros hermanos ecuménicos y a la iglesia mundial: no se olviden de Sudán del Sur. Ténganlo presente en sus oraciones y denle prioridad a la hora de prestar ayuda”, pidió Latansio. “Comprendemos que hay una fatiga de los donantes, pero somos víctimas de esta situación. La gente común –los pobres, los jóvenes, los ancianos– son personas inocentes que están pagando el precio”.

La semana pasada, el Programa Mundial de Alimentos (PAM) de la ONU advirtió que mientras la atención mundial estaba centrada en Ucrania, una emergencia de hambre oculta estaba asolando Sudán del Sur, afectando a unos 8,3 millones de personas –de los 12,4 millones de habitantes que cuenta el país–, entre quienes figuran refugiados amenazados por el hambre extrema en los próximos meses. Más de 600 000 personas se han visto desplazadas por las inundaciones.

La ONU ha clasificado a Sudán del Sur entre los países del mundo donde las perturbaciones climáticas, los conflictos, la pandemia de coronavirus y el aumento de los costos están llevando a millones de personas al borde de la inanición.

La crisis originada por las inundaciones y los conflictos han conducido a un desplazamiento a gran escala, a la pérdida de vidas, y a la destrucción de tierras de cultivo y cosechas en diversas partes del país. Las comunidades de los estados de Jonglei, Lagos, Unidad y Warrap son las más afectadas. Según algunos informes, distintos organismos se están apresurando para distribuir provisiones en zonas propensas a inundaciones antes de que empiecen las lluvias.

“La población está luchando ahora y seguirá luchando durante la próxima temporada. Los trabajadores humanitarios están siendo asesinados y se roba o saquea la ayuda humanitaria porque la gente está desesperada. Las inundaciones han disminuido, pero algunas zonas siguen estando anegadas. En la actualidad, la población no está llevando a cabo las actividades de subsistencia que solía realizar”, indicó Latansio, añadiendo que, a pesar de las dificultades, la gente sigue teniendo una gran esperanza.

El sacerdote dijo que la iglesia, con el apoyo de sus asociados, ha estado facilitando ayuda humanitaria, y abogando por la paz y la reconciliación. Asimismo, ha estado ayudando a la población a sanar de las heridas y los traumas de la guerra. Por otra parte, ha tendido la mano a los políticos para ayudarles a reconciliarse y fomentar la confianza mutua con el fin de que puedan aceptar la paz.

Jane Backhurst, asesora principal de Chirstian Aid en materia de política humanitaria y promoción, afirmó que la situación en Sudán del Sur es desesperada. Las inundaciones causadas por el cambio climático han arrasado numerosas viviendas, forzando a las familias a huir, afectando la siembra y la cosecha, y agotando las reservas.

“La gravedad de la inseguridad alimentaria va en aumento. En 2021, seis países sufrían niveles extremos de inseguridad alimentaria. Ahora son trece”, señaló Backhurst. “A escala mundial, las previsiones actuales indican que hasta trece millones más de personas padecerán hambre en el mundo debido a la subida de los precios de los alimentos por la crisis en Ucrania. El alza de precios también afectará los alimentos básicos de la población de Sudán del Sur como el maíz y las semillas oleaginosas”.

Según Latansio, la economía del país ya estaba en una espiral descendente a causa de la COVID-19, los fenómenos relacionados con el cambio climático y los conflictos.

“Incluso si se logra mantener los suministros, las familias no podrán cubrir sus necesidades cotidianas. Ahora más que nunca, necesitamos que los gobiernos cumplan con sus compromisos de intensificar los esfuerzos para frenar el aumento del hambre y adoptar medidas preventivas”, afirmó Backhurst.

Iglesias miembros del CMI en Sudán del Sur