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El Sr. Masimba Kuchera, CIAI, y el obispo Víctor Phalana, de la Diócesis Católica de Klerksdorp, se comprometen a denunciar la violencia de género. Foto: Hymie Sokupha/CMI

El Sr. Masimba Kuchera, CIAI, y el obispo Víctor Phalana, de la Diócesis Católica de Klerksdorp, se comprometen a denunciar la violencia de género. Foto: Hymie Sokupha/CMI

La violencia de género y los ataques contra ciudadanos extranjeros en Sudáfrica han dejado a las comunidades sin saber a quién pedir ayuda. Un equipo de peregrinos del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) realizó una visita solidaria al país del 7 al 12 de diciembre.

“Esta reunión es un símbolo de esperanza”, dijo el obispo Malusi Mpumlwana, de la Iglesia Episcopal Etíope, quien es además secretario general del Consejo de Iglesias de Sudáfrica. A pesar de las reservas iniciales de algunos, afirmó, al final de la visita: “Hemos reconocido que este encuentro es obra de Dios, y estamos agradecidos. Nos gusta pensar que aunque se hayan sumergido con nosotros en nuestra fealdad, les resultará imposible no rezar por nosotros”.

Un viaje de escucha

La peregrinación fue motivada por dos problemas generalizados y preocupantes que recientemente han recibido una mayor atención por parte de los medios de comunicación locales y mundiales: niveles inaceptables de violencia de género y de feminicidio en Sudáfrica, así como los casos de violencia contra los extranjeros.

Un representante de la Comisión para la Igualdad de Género de Sudáfrica habló sobre la sensación de impunidad que tienen los agresores, exacerbada por el hecho de que algunos policías son ellos mismos autores o colaboradores en estos delitos, lo que lleva a que haya “mujeres que mueren con órdenes de alejamiento en el bolsillo”.

El Dr. Nigussu Legesse, director ejecutivo del Consorcio de Asociaciones Cristianas de Socorro y Desarrollo, con sede en Etiopía, dijo que debido a que la xenofobia también había tenido graves consecuencias para sus compatriotas en Sudáfrica, consideraba importante formar parte de esta misión. Destacó que ahora entendía mejor “la gravedad del desafío que debe afrontar el gobierno de Sudáfrica (...) La magnitud del problema, la complejidad de los asuntos...” Hizo hincapié en que las soluciones no solo se encuentran en Sudáfrica, sino que era necesario resolver problemas regionales.

Un viaje doloroso

Una parte esencial de la visita fue escuchar a quienes prestan servicios en este ámbito tan complejo.

El Rev. Bafana Khumalo, director de Alianzas Estratégicas y uno de los cofundadores de Sonke Gender Justice, destacó el papel de una teología patriarcal poco saludable en la perpetuación de la violencia de género: “No podemos guardar silencio si el cuerpo de Cristo denuncia a gritos que está siendo violado”, dijo.

Los agentes eclesiales dedicados al ministerio en estas áreas hablaron de los desafíos que enfrentaban y dijeron a los peregrinos que se sentían vulnerables y que no contaban con el apoyo de la iglesia a nivel local y mundial.

Y lo más importante, los peregrinos escucharon a las personas directamente afectadas: mujeres que son y han sido maltratadas, las víctimas de la violencia sexual, y migrantes que padecen violaciones de sus derechos humanos.

Los migrantes, los refugiados y los desplazados internos contaron sus experiencias como víctimas de agresiones físicas y de violaciones de los derechos humanos. También, tristemente, se escucharon relatos sobre pastores que avivan las llamas del descontento entre comunidades.

En un refugio de la organización People Opposing Women Abuse, una joven contó su 'experiencia diaria' de violaciones y abusos reiterados, incluso hasta el punto de ser prostituida por un miembro de su familia para sobrevivir: “Ese peso está ahí, cargas con el dolor, y te sientes completamente perdida. Cuando tus emociones son tan fuertes resulta muy difícil rezar”. Instó a la iglesia a cuidar a las víctimas y sobrevivientes, y a abordar la violencia de género en la iglesia: ¡Esas personas están ahí! ¿Qué van a hacer con ellas?

Un viaje de aprendizaje práctico

Una visita a una exposición artística presentó a los participantes la realidad de los relatos con la crudeza de la representación visual. Al cambiar el nombre de la “República de Sudáfrica” por la “República del abuso sexual” y transformar los símbolos nacionales en los símbolos de esa nueva república, la muestra acercó a los visitantes a la dura realidad de vivir en esa república alternativa.

La Dra. Evelyn L. Parker, de la Comisión de las Iglesias para Asuntos Internacionales del CMI, dijo que había conocido muchas formas de arte como herramienta de sensibilización, pero que esa muestra había sido la mejor forma de arte de protesta que había visto en su vida.

El obispo Víctor Phalana, de la diócesis católica de Klerksdorp, dijo que la experiencia no había sido solo intelectual, sino también emocional y visceral: “Me siento como si me estuvieran operando en un quirófano, mientras lo veo y lo siento todo”.

El obispo Mpulwana habló sobre la campaña del Consejo de Iglesias de Sudáfrica “In your face” (En tu cara) y dijo que esta exposición podría exhibirse en catedrales e iglesias. Dijo que muchos sacerdotes y ministros que no tienen ni idea de lo que significa la violencia de género y sugirió que esta exposición formara parte del plan de estudios de pastores y ministros.

Un viaje espiritual

La visita de los peregrinos fue, sin embargo, más que un simple viaje que las partes interesadas hacen juntas para tratar temas importantes. Fue, más bien, una peregrinación inmersa en una continua reflexión espiritual, que guió cada jornada.

A pesar de la realidad, tal y como la ha descrito el presidente de Sudáfrica, “la luz ha sido eclipsada por las feas expresiones de lo que ha sucedido”, hubo muchos indicios de esperanza en todos los sectores.

Los estudios de casos de iglesias y organizaciones religiosas que han dado respuesta a estos desafíos mostraron muchos signos de esperanza y transformación. Una mayor comunicación y colaboración tienen el potencial de aumentar significativamente esa esperanza y esa transformación.

La historia del acompañamiento de las iglesias a los necesitados, la historia del acompañamiento del Consejo de Iglesias de Sudáfrica a las iglesias locales, y la historia del acompañamiento del CMI a Sudáfrica son signos particulares de esperanza para lograr justicia y paz, y aportar sanación en un contexto lleno de conflicto, injusticia y dolor.

Otro signo de esperanza, pero también un desafío para la iglesia en la futura reflexión teológica, es la renovada valoración y comprensión de la noción de Imago dei, como una consideración básica para todas las personas, independientemente de su sexo, género, orientación de género o raza, o incluso de si son responsables de actos de violencia.

Los peregrinos del Consejo de Iglesias de Sudáfrica y del CMI se comprometieron a continuar el viaje para lograr la justicia y la paz en los ámbitos de la violencia de género y la xenofobia, y emitieron una carta pastoral para compartir su compromiso con el movimiento ecuménico mundial.

Lea el texto completo de la carta pastoral (en inglés)

El CMI envía una carta pastoral sobre la violencia de género en Sudáfrica (comunicado de prensa del CMI del 16 de diciembre de 2019)

Una delegación del CMI se reúne con el presidente sudafricano Ramaphosa (comunicado de prensa del CMI del 9 de diciembre de 2019)