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El Rev. Frank Chikane, moderador de la Comisión de las Iglesias para Asuntos Internacionales. Foto: Albin Hillert/CMI

El Rev. Frank Chikane, moderador de la Comisión de las Iglesias para Asuntos Internacionales. Foto: Albin Hillert/CMI

* Por Philippa Hitchen

“Caminando, trabajando y orando juntos” fue el tema de la visita a Ginebra del papa Francisco, el 21 de junio, para celebrar el 70º aniversario del Consejo Mundial de Iglesias (CMI).

A pesar de las antiguas divisiones y de los obstáculos más recientes que aún complican la unidad de los cristianos, el papa dijo a los dirigentes del CMI que “la credibilidad del Evangelio se pone a prueba en la manera en que los cristianos responden a la llamada de todos aquellos, en todas partes del mundo, que sufren injustamente” a causa de la pobreza y los conflictos.

Entre los que escuchaban sus palabras estaba el Rev. Frank Chikane, pastor pentecostal, y uno de los líderes del movimiento en contra del apartheid en Sudáfrica. Chikane dirigió el Consejo de Iglesias de Sudáfrica, antes de convertirse en el asesor principal del gobierno del Congreso Nacional Africano. En la actualidad es moderador de la Comisión de Iglesias para Asuntos Internacionales del CMI. En el desempeño de esa función, viaja a zonas de conflicto de todo el mundo, abogando por la paz y la reconciliación, basándose en la dramática experiencia que él mismo vivió cuando fue arrestado, torturado y casi asesinado por el antiguo gobierno del apartheid sudafricano.

Él dice de sí mismo que es “un milagro”, porque en 1989 los agentes de la policía intentaron envenenarlo llenando su ropa de productos químicos. Años más tarde, el antiguo ministro de la policía fue a confesarse y a pedir perdón, pero Chikane le dijo que ya lo había perdonado. El ministro insistió en que quería lavarle los pies como señal de arrepentimiento, lo que hizo a Chikane darse cuenta de que “necesitaba ser ministrado” como señal de la liberación de sus crímenes.

Con respecto a la forma en que la experiencia sudafricana puede ofrecer ejemplos de reconciliación a otros pueblos en conflicto, Chikane dice que “la justicia debe ser justicia para todos; no podíamos tomar el control y hacer lo mismo en contra de los blancos”. “Nosotros entendimos nuestra lucha”, continúa, “como un esfuerzo por liberar también a los blancos, que eran prisioneros del sistema, del mismo modo en que los jóvenes soldados israelíes que prestan servicio en las zonas ocupadas están atrapados en un constante clima de miedo”. “Uno no puede ejercer la violencia contra los demás sin que eso le afecte”, insiste, “es imposible”.

Chikane explica que el CMI trabaja con los movimientos de paz de base comunitaria y con las personas que están en el poder, y destaca que, con frecuencia, esas personas tardan en cambiar y en tener una visión diferente de su forma de ejercer el poder.

Recuerda iniciativas de paz de las que ha formado parte en Israel y Palestina, Colombia, Irak, y la península de Corea. Cuenta que el CMI ha trabajado muy estrechamente con políticos y grupos de paz cristianos, tanto en Corea del Sur como en Corea del Norte, y añade que es importante posicionarse y defender los intereses de los propios coreanos, quienes desean la paz y la reunificación.

“Todo el cuerpo de Cristo debe mantenerse unido”, para llevar a cabo esta tarea vital, dice Chikane, porque “no puedes hacerlo solo”. Su mensaje al papa Francisco es de cálida bienvenida y de esperanza en que esta visita a la sede del CMI “solidifique la relación” con el mundo católico. La visita del papa lanza “el mensaje al mundo de que la iglesia es una y que cuando hablamos, hablamos como un solo cuerpo”, concluye.

*Philippa Hitchen es periodista del Vaticano

Escuche la entrevista con el Rev. Frank Chikane

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