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Rev. Dr Lydia Mwaniki profile photo, ecumenical chapel, ecumenical centre, Geneva

Photo: Ivars Kupcis/WCC

Cuando ella nació, su madre olvidó todo aquello, pues “pensaba que las mujeres no servían en la casa de Dios”, explica la Rev. Mwaniki, actual directora de Género y Mujeres de la Conferencia de Iglesias de Todo África y pastora ordenada de la Iglesia Anglicana de Kenya.

La pequeña Lydia fue creciendo en la iglesia y durante una reunión de oración nocturna, después que había terminado la secundaria, sintió el poderoso llamado de servir a Dios de una forma más profunda. “Tenía la impresión de que no estaba haciendo bastante”, explica y añade: “Le pedí a la gente que orara por mí”.

El párroco de su propia iglesia le preguntó si le gustaría estudiar de teología. “Tenía que aprender a servir más a Dios y necesitaba formación para hacerlo. Por aquellos días, no se ordenaban mujeres”.

Aun así, asistió al instituto de teología a recibir formación para el ministerio. “El objetivo de todos nosotros, hombres y mujeres, era obtener un Certificado de Teología; yo fui capacitada para ser una mejor maestra de escuela dominical, conocer mejor la Biblia y saber predicar”, comenta.

En 1989, cuando obtuvo dicho certificado, se casó y empezó a tener hijos. En 1992, cuando asistió a la Universidad Unida de Teología San Pablo (actual Universidad de San Pablo), era una joven madre.

“En un momento determinado, cuando estaba embarazada de seis meses, tuve que ponerme un vestido para que el obispo no lo supiera, porque de lo contrario me hubiera impedido seguir adelante”, cuenta. “Algunas personas se preguntaban: ‘¿Por qué no interrumpe los estudios, da a luz y después los retoma?’ Les dije que el embarazo no era en mi cerebro, sino en mi vientre. Entonces, las superé en clase”.

Añade: “Los desafíos que tuve que enfrentar como joven madre, esposa y futura teóloga no fueron nada fáciles”.

Siendo una joven lideresa eclesiástica, a veces los pastores mayores le pedirían que fuera a preparar comida o a hacer té, en lugar de participar en una reunión. También se le negaba el subsidio de viaje. “Como al sacerdote a cargo no le gustaba el ministerio de la mujer, dijo que odiaba trabajar con diaconisas porque eran perezosas”, recuerda. “Por ese entonces, yo caminaba de cinco a 10 kilómetros para hacer visitas pastorales”.

Sus estudios de doctorado se centraron en el porqué las mujeres no estaban ocupando puestos de liderazgo en la iglesia. “La Biblia ha creado desigualdades de género, y eso me perturbaba verdaderamente”, señala la Rev. Mwaniki y añade: “seguía planteado el debate, según el cual, las mujeres no podían ejercer el sacerdocio porque no representaban al Dios masculino. Ahora bien, el Génesis habla de la imagen de Dios y dice que varón y hembra fueron creados a la imagen de Dios”.

Su empeño por la justicia de género es la base de su liderazgo en la Conferencia de Iglesias de Toda África, donde la defensa relacionada con la problemática de género, de la mujer y de la juventud es uno de los pilares programáticos.

A la Rev. Mwaniki le preocupa particularmente el drama de las viudas en África. Cuando muere el marido, la viuda deja de ser persona y se convierte en objeto”, puntualiza. “La Conferencia de Iglesias de Toda África ha reconocido que tenemos que aumentar la sensibilización sobre el drama de las viudas”.

Mediante la campaña Justicia para la viudas”, la Conferencia de Iglesias de Toda África pone a disposición de las iglesias subvenciones de poca cuantía y recursos de una “caja de herramientas” para ayudarlas a sensibilizar sobre las viudas y apoyarlas.

La Rev. Mwaniki también desempeñó un papel crucial en la creación del programa   “Defensores para la justicia de género”, en el cual, hombres de seis países piloto de África hablan sobre la prevención de la violencia de género.

”En muchas comunidades, los hombres están al frente de nuestras iglesias y nuestras sociedades. Nuestras voces no son escuchadas, pero el hombre sí. Se puede silenciar a las mujeres con facilidad, de ahí que hayamos aumentado la defensa masculina de la justicia de género”.

A través de la teología, a través de programas y, simplemente, a través del relato de la historia de su propia vida, la Rev. Mwaniki no solo cree en un mundo en el que todas las personas vivan con dignidad y con un sentido de igual valor ante Dios, sino que también espera que así sea.

Debemos tener una firme determinación para generar transformación, tan solo para permitir que el mundo sepa y que la cultura sepa que nosotras, las mujeres, somos seres humanos íntegros, creados a la imagen de Dios”, afirma y concluye diciendo: “Nuestras cualidades de liderazgo son cualidades humanas, no son masculinas ni femeninas”.

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