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Okiki, una persona sorda de Nairobi, talló y pintó una cruz para el Papa Francesco. Foto: Albin Hillert/CMI

Okiki, una persona sorda de Nairobi, talló y pintó una cruz para el Papa Francesco. Foto: Albin Hillert/CMI

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El hecho de haber perdido su capacidad de oír y hablar siendo muy joven no ha frenado al keniano Karim Okiki para tallar la madera, y la cruz simbólica tallada por él con la que se ha obsequiado al Papa Francisco durante su visita al Consejo Mundial de Iglesias (CMI) en Ginebra representa a las personas con discapacidad de todo el mundo.

“Quisiera que esta cruz le hablase al papa Francisco y a las iglesias de todo el mundo de la necesidad de incluir a las personas con discapacidad, especialmente a las personas sordas y con dificultades de audición, como parte de la iglesia hoy”, afirmó Karim Okiki.

“Ser discapacitado forma parte de la diversidad de Dios en la Creación”, explicó Karim Okiki, el hombre sordo de 33 años de Kenia que talló la cruz de madera que se le ofreció al papa Francisco el 21 de junio durante su visita al Centro Ecuménico de Ginebra.

Los tres símbolos grabados en la cruz representan a los ciegos, a los visualmente discapacitados, a los físicamente discapacitados y a los sordos. En el centro de la cruz está el símbolo de la lengua de signos, para la inclusión de las personas con discapacidad en todos los aspectos de la iglesia y de la sociedad.

Llamado a los cristianos

“Me ha hecho mucha ilusión realizar esta cruz no solo como obsequio, sino como llamado a los cristianos a que cambien su actitud hacia las personas con discapacidad, ya que nosotros también hemos sido creados a imagen de Dios”, afirmó el artista.

Después de haber sufrido discriminación durante la infancia, espera que la cruz pueda recordar a los cristianos de todo el mundo que trabajen más por integrar a las personas con discapacidad como parte la creación de Dios, como predica el papa Francisco. “Cuando tenía tres años, enfermé y tuve que permanecer en el hospital durante ocho meses”, explicó Karim Okiki. “Para cuando salí del hospital, había perdido la capacidad de oír y hablar. No entendía por qué no podía hablar y oír como mis hermanos y los demás niños”.

Karim Okiki asistió a escuelas especiales para sordos, a pesar de que él quería asistir a las mismas escuelas que sus hermanos. Ni siquiera podía asistir a la iglesia dominical, lo cual le hacía sentir frustrado.

“Una vez que acababa la escuela, no tenía a nadie con quien jugar o hablar, puesto que nadie entendía el lenguaje de signos. Me sentía discriminado y sufría de baja autoestima. Aún hoy, sigo enfrentándome a menudo al estigma”, se lamenta.

Cuando concluyó su educación secundaria, la vida mejoró para él, ya que fue invitado a participar en un seminario sobre el empoderamiento de los jóvenes organizado por una organización no gubernamental conocida como sociedad Undugu de Kenia en su pueblo natal.

La organización quedó impresionada por su capacidad para comunicarse utilizando la lengua de signos y le ofreció empleo como profesor de lengua de signos en uno de sus proyectos de Nairobi.

Conociendo a otras personas sordas

“Mi vida cambió por completo cuando llegué a Nairobi. Conocí a otras personas sordas que me dieron a conocer la Iglesia Emanuel para personas sordas en Nairobi, y empecé a acudir a la iglesia”, explica.

Cuando no estaba trabajando, ayudaba en un taller de carpintería. Estando allí, se despertó mi interés por la carpintería y, tras haber realizado una formación de dos años, mi amigo y yo utilizamos nuestros ahorros para abrir un taller de carpintería, en 2013. “Actualmente, me gano la vida con este taller y he podido dar empleo a otras personas”, explicó.

Su taller de carpintería está situado en una zona especialmente poblada de Nairobi y da empleo a tres personas jóvenes (dos hombres y una mujer), dos de los cuales son sordos. La tercera persona puede oír y facilita la comunicación entre Karim Okiki y sus clientes, interpretando la lengua de signos.

“La comunicación con mis clientes ha sido el mayor desafío al que me enfrento en mi trabajo. Necesito interpretación de la lengua de signos para comunicarme con mis clientes”.

En ausencia del intérprete, utiliza el lenguaje escrito o corporal para comunicarse.

"En ocasiones, cuando las personas se dan cuenta de que soy sordo, piensan que no soy capaz de hacer un buen trabajo y se niegan a comprar en mi taller. Otros pueden decidir a aprovecharse de esto para no pagarme bien por mi trabajo. Esto me causa dolor, porque sé que puedo hacer un buen trabajo a pesar de mi discapacidad", afirma.

Cerca del taller de Karim Okiki está la Iglesia del ministerio "Cristo es la respuesta" (Christ is the Answer Minsitries Church). Esta iglesia le acogió en un primer momento como vecino y, más tarde, pasó a formar parte de su congregación.

Integrados en la iglesia

El que me acogieran como miembro de esta iglesia a pesar de ser sordo me hizo darme cuenta de que tenía dones que eran útiles para la iglesia y para la sociedad. Gané confianza en sí mismo y, más tarde, celebré mi boda en esta iglesia.

“Antes de esto, debido a la discriminación a la que me enfrentaba, tenía miedo de formar parte de una iglesia tradicional, así que acudí a una iglesia para sordos”, continúa diciendo.

“Quisiera ver un mundo en el que las personas con discapacidad puedan satisfacer sus necesidades espirituales como cualquier otra persona. Ellas también tienen necesidad de alimentarse espiritualmente, pero, puesto que no existe un entorno adecuado para que formen parte de nuestras iglesias, se quedan en sus casas”.

Karim Okiki, que adora bailar y jugar al voleibol, está casado con una mujer sorda, y tienen dos hijos que no tienen problemas de audición.

 

Fotos en alta resolución

Red Ecuménica de Defensa de las Personas Discapacitadas (EDAN)

Visita del papa Francisco al CMI