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Participantes en la consulta de Volos sobre discapacidad Foto: CMI/Angeline Okola

Participantes en la consulta de Volos sobre discapacidad Foto: CMI/Angeline Okola

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Una iniciativa de diálogo teológico en que se han expuesto las perspectivas ortodoxas sobre la discapacidad ha alentado a las iglesias a abordar la cuestión con un compromiso renovado.

“El diálogo sobre la discapacidad no es relevante solo para una parte de la iglesia, sino para la vida de toda la iglesia”, dice Nathan Hoppe, de la Iglesia Ortodoxa de Albania. “La discapacidad, por lo tanto, debe presentarse como un problema de la salud de la iglesia. En una iglesia sana todos los miembros oran y trabajan juntos, nadie se siente mejor que los demás miembros”.

El diálogo, en el que participó Hoppe, tuvo lugar en una consulta organizada por la Red Ecuménica de Defensa de las Personas Discapacitadas (EDAN) del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), en cooperación con la Academia de Teología de Volos.

La consulta se celebró del 28 al 30 de septiembre en Volos, Grecia.

El metropolitano Ignacio de Demetrias, quien intervino en la consulta, destacó la forma en que “la encarnación de la palabra de Dios entendía la naturaleza humana como una de las fuentes de la singularidad y la dignidad de cada ser humano”. En ese contexto, planteó la siguiente pregunta: ¿cómo es si quiera posible que un cristiano adopte conscientemente cualquier actitud inhumana que anule la naturaleza singular de otra persona?

En referencia al capítulo 11 del primer libro de los Corintios, el Prof. Rastko Jovic, de la Facultad Teológica Ortodoxa de Belgrado, observó que la autenticidad de la eucaristía –el evento central de la vida de la iglesia ortodoxa– se mide por la inclusión de todos en la cena eucarística, y no por la calidad del ritual o del vino y el pan. “No hay celebración eucarística si no hay amor manifiesto en las relaciones entre los miembros del cuerpo de la iglesia”.

“La iglesia es un cuerpo con muchos miembros” afirma Torill Edøy, coordinadora de EDAN para Europa, “cuando la exclusión amputa alguno de esos miembros, es el cuerpo de la iglesia el que queda discapacitado”. Edøy hizo hincapié en que el establecimiento de un entorno sensible a las necesidades de las personas con discapacidad debe constituir una visión común de la naturaleza y la misión de las iglesias.

En la consulta celebrada en Volos se habló sobre la noción ortodoxa de la creación del ser humano a imagen y semejanza de Dios basada en interpretaciones patrísticas.

Se animó a las iglesias a implicarse en la práctica en el trabajo relacionado con la discapacidad. Los temas centrales fueron, además de la teología, la accesibilidad de los edificios, la prestación de asistencia y la adaptación a las necesidades especiales, la formación del clero y de los laicos para trabajar con personas con discapacidad, y la participación activa de las personas discapacitadas en la vida de la iglesia.

El Dr. Samuel Kabue, coordinador del EDAN, dice que a pesar de los múltiples desafíos, existe la posibilidad de que se incluya la discapacidad en los planes de estudio de varias instituciones teológicas de todo el mundo, entre ellas de África, Asia y el Caribe.

Kabue afirmó: “En los seminarios, facultades y academias de teología ortodoxa se podrían incluir estudios relacionados con la discapacidad como un ámbito de estudio independiente, o incluso como una disciplina transversal en los principales cursos y programas que se imparten en las instituciones ortodoxas”.

Insistió en la importancia de que se celebren encuentros con teólogos ortodoxos y en la necesidad de que el diálogo ecuménico sobre la discapacidad continúe y se mantenga.

Los participantes en la consulta de Volos también ofrecieron reflexiones teológicas sobre dos documentos: La iglesia de todos, elaborado en 2003, y El don de ser: llamados a ser una iglesia de todos (en inglés), elaborado en 2014.

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