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En un clima de esperanza, solidaridad y compasión, la iniciativa de la recolección de la aceituna del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) continuó el miércoles con un seminario público en línea transmitido en directo, en el que se abordaban los aspectos culturales, socioeconómicos y espirituales de la temporada de la recogida de la aceituna en Tierra Santa, y se ponía de relieve el impacto de la ocupación militar permanente de los territorios palestinos.

En sus comentarios iniciales, a los que siguió un momento de oración, el secretario general interino del CMI, Rev. Prof. Dr. Ioan Sauca, prometió seguir trabajando con las iglesias miembros, los asociados y las redes, tanto a nivel local como internacional, para ofrecer acompañamiento y vigilar la situación en estos tiempos difíciles.

“En cuanto comunidad mundial, nos reunimos este año por una iniciativa especial de la recolección de la aceituna con el fin de expresar solidaridad y sensibilizar a la sociedad sobre las limitaciones e injusticias que los palestinos sufren, junto con continuas amenazas, hostigamiento y vandalismo contra sus tierras y propiedades”, dijo Sauca.

Se calcula que se han arrancado unos 2,5 millones de olivos desde la ocupación de Cisjordania en 1967. El muro de separación que divide a los pueblos, junto con las numerosas restricciones y solicitudes de permisos impuestas por la ocupación, ha limitado en gran medida el acceso de los agricultores palestinos a sus propias tierras. El hostigamiento y la violencia continuos por parte de los colonos israelíes y la pandemia de la COVID-19 que dificulta la presencia física de acompañantes y otros observadores externos han agravado la vulnerabilidad de las comunidades palestinas en Tierra Santa.

Aun así, la temporada de la recogida de la aceituna que está ahora en marcha sigue rodeada de una gran importancia cultural y espiritual, y es un tiempo de regocijo y celebración para muchos palestinos. Este año, sin los acompañantes ecuménicos internacionales sobre el terreno, resulta especialmente difícil seguir de cerca la evolución de la situación y sensibilizar a la opinión pública sobre las dificultades cotidianas de vivir bajo la ocupación.

En el seminario en línea inaugural, los oradores invitados abordaron la cosecha del olivo desde diferentes perspectivas, junto con coordinadores nacionales y locales del Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel del CMI, antiguos acompañantes ecuménicos y encargados de programas del CMI. El seminario en línea fue una oportunidad para captar la atención de los espectadores en apoyo de una paz justa en Tierra Santa.

Shireen Awwad Hilal, directora de Divulgación Comunitaria en el Bethlehem Bible College, destacó la importancia cultural de la temporada de la cosecha y del olivo como símbolo de identidad y unidad.

“La cosecha del olivo es algo en lo que todos, mujeres, hombres y niños, cristianos y musulmanes por igual, participamos juntos”, explicó Hilal, que seguidamente instó a todos los espectadores extranjeros a que sean embajadores de la paz y oren por Palestina.

Este año, la pandemia de la COVID-19 ha impedido a muchos visitantes viajar a Tierra Santa, lo que ha hecho que la vida en las comunidades palestinas sea menos segura.

“La presencia de testigos oculares del extranjero nos hace sentirnos más protegidos de los abusos”, añadió Hilal.

Desde una perspectiva económica, la cosecha del olivo y las industrias asociadas a ella contribuyen de manera significativa a la economía palestina. Sam Bahour, empresario, escritor y activista en pro de la paz afincando en Ramala, compartió su explicación de las repercusiones económicas de la ocupación para la industria del aceite de oliva.

“Al tratarse de una industria que exige mucha mano de obra, es especialmente vulnerable a las restricciones en cuanto al transporte y el acceso a las tierras impuestas por la ocupación. Los agricultores encuentran a menudo obstáculos para acceder a sus tierras para ocuparse de los árboles durante todo el año, porque no hay suficientes puertas abiertas a lo largo del muro. Aunque tengas los mejores olivos del mundo, si no puedes acceder a ellos, no servirá de nada”, señaló Bahour.

La industria del aceite de oliva representa aproximadamente el 20% de la producción nacional de Palestina y más del 5% de su producto nacional bruto. El 75% de la producción se consume en el mercado interno, el 22% se exporta a los países vecinos mientras que el restante 3% se exporta a mercados de primer orden en el extranjero.

“Es un mercado altamente competitivo y los costos adicionales de producción que conlleva la ocupación han hecho que los productos importados de otros países mediterráneos sean, en algunos casos, más baratos que los nuestros”, explicó Bahour.

Los aspectos espirituales de la temporada de la recogida de la aceituna se ven acentuados por el hecho de que Belén, donde nació Jesucristo, está rodeada por plantaciones de olivos. El Rev. Ashraf Tannous, pastor de la Iglesia Evangélica Luterana en Jordania y Tierra Santa, describió el olivo como un símbolo de la paz “más viejo que nadie”, un árbol sagrado heredado por los palestinos: “Esta época, cuando vamos a cosechar, es un tiempo sagrado. El olivo respira la historia de la tierra, encarna la sangre, el sudor y el cuidado de nuestros ancestros. Es tan doloroso ver olivos arrancados”, dijo, antes de concluir con una nota de esperanza inspirada por Martín Lutero: “Aunque sepa que mañana es el fin del universo, plantaré de todas formas un olivo. Porque no importa lo oscuro que esté, el sol saldrá mañana por la mañana”.

La iniciativa de la recolección de la aceituna continúa durante la temporada de la cosecha, en estrecha colaboración con organizaciones asociadas como Rabinos por los Derechos Humanos.

Vea el seminario en línea completo (en inglés)

Más información sobre la iniciativa de la recolección de la aceituna