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The damaged statue of St. Agnes found in the ruins of a Roman Catholic Cathedral in Nagasaki, Japan in 1945.

Estatua dañada de Santa Inés encontrada en las ruinas de la catedral católica de Urakami en Nagasaki (Japón) en 1945. La catedral fue completamente destruida cuando la bomba atómica explotó a una distancia de aproximadamente medio kilómetro. La carbonización y las manchas se deben al intenso calor y la radiación. La estatua se exhibe en la sede de las Naciones Unidas. 

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¿Podría poner de relieve algunos de los vínculos entre la necesidad de un mundo libre de armas nucleares y la emergencia climática? ¿Cómo podemos cuidar de la creación en vez de destruirla?

Högsta: La amenaza de las armas nucleares y la emergencia climática son dos de los principales desafíos a los que se enfrenta la humanidad, y están vinculados de diversas maneras. En primer lugar, un mundo sometido al estrés climático es un lugar aún más peligroso para las armas nucleares. El calentamiento global y las posibilidades de conflicto que ello conlleva podrían conducir al uso de armas nucleares.



Por su parte, las armas nucleares amenazan con provocar alteraciones climáticas. Hay estudios que demuestran que incluso una guerra nuclear limitada podría tener efectos devastadores en todo el planeta, y en particular en las zonas con poblaciones que ya son vulnerables a las perturbaciones en la agricultura. 

Las inversiones en el mantenimiento constante de las armas nucleares tienen un costo enorme. Se trata de un dinero que podría utilizarse para desarrollar tecnologías verdes y sostenibles. 



Además, las armas nucleares causan daños al medio ambiente mucho antes de que sean utilizadas. La extracción de uranio, el vertido de residuos nucleares y, por supuesto, las pruebas de bombas reales contaminan la tierra y hacen que los habitantes de la zona se vean obligados a abandonar sus hogares. 

El Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares aborda esta cuestión en el artículo VI, obligando a los Estados a restaurar el medio ambiente y asistir a las víctimas afectadas por el uso o el ensayo de armas nucleares. 



¿Qué esperanzas alberga usted con respecto a la ratificación del Tratado de la ONU sobre la Prohibición de las Armas Nucleares? ¿Cabe esperar que los países poseedores de armas nucleares y sus aliados lo firmen? ¿Ha habido progresos? 

Högsta: El Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares ha sido ratificado por 56 países y firmado por 88. Esperamos algunas firmas y ratificaciones más durante las próximas semanas y meses, pues estamos viendo progresos en los procedimientos legislativos nacionales de muchos países. No estamos desanimados (o sorprendidos) por la obstinación de los gobiernos poseedores de armas nucleares y los otros países cómplices ante el tratado. Hay claros indicios de progreso político entre los Estados reticentes: Suecia, Suiza y Finlandia (que tienen estrechas relaciones con la OTAN) han confirmado su participación en la primera Reunión de Estados Partes como observadores. A finales de 2020, Bélgica, con su nuevo Gobierno, se convirtió en el primer Estado de la OTAN en mencionar positivamente el tratado en un acuerdo de la coalición gubernamental. Hay nuevos indicios de que las próximas elecciones en Alemania y Noruega conducirán a cambios políticos por lo que se refiere al tratado. Por último, cabe destacar una carta de 56 ex ministros de Estados del paraguas nuclear, incluidos dos antiguos secretarios generales de la OTAN (Javier Solana y Willy Claes), que habla en favor de que los Estados de la OTAN se adhieran al tratado. 



A nivel de las bases, es decir, de las iglesias y comunidades, familias e individuos, ¿qué iniciativas podemos ayudar a dirigir? ¿Por qué cada persona puede marcar la diferencia? 

Högsta: A veces, presionar a los gobiernos nacionales puede resultar engorroso, por lo que cada persona puede apoyar la campaña hablando con los miembros locales del Parlamento en sus propias circunscripciones y haciéndoles firmar el compromiso parlamentario. Mediante este compromiso, los parlamentarios pueden mostrar su apoyo al tratado y comprometerse a trabajar en aras de su ratificación. Además, los defensores de la campaña a nivel de las bases pueden instar a los ayuntamientos de las ciudades y los pueblos a sumarse al llamado de ICAN “Cities Appeal” para que sus ciudades sean zonas libres de armas nucleares y pidan al Gobierno adherirse al Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares. Por poner solo un ejemplo reciente, el esfuerzo para que la ciudad de Winnipeg se adhiriera al llamado a las ciudades fue liderado por dos estudiantes de secundaria que dieron prueba de gran iniciativa y llevaron a la ciudad a votar a favor del tratado. 



Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN) 



El CMI felicita al premio Nobel de la Paz, ICAN (comunicado de prensa del CMI, 6 de octubre de 2017)