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The Jaffa Gate area in Jerusalem

En la misma zona se encuentran varios patriarcados, escuelas cristianas, monasterios y la Iglesia del Santo Sepulcro.

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“Vengo al New Imperial todos los días. Aquí está mi historia”, dice. “Aquí está mi vida”.

Pero, una reciente orden judicial —sustentada en diecisiete años de batallas legales previas— ha dado un giro a su vida instaurando una opresiva incertidumbre. El 8 de junio, el Tribunal Supremo de Israel emitió una sentencia por la que rechazaba los últimos intentos del Patriarcado Ortodoxo Griego de Jerusalén de anular la sentencia dictada en su contra en julio de 2017, en virtud de la cual la organización radical israelí Ateret Cohanim puede expropiar las propiedades del Patriarcado en la Puerta de Jaffa. Una de las propiedades afectadas es el New Imperial.

La sentencia se produjo a pesar de la batalla legal librada por el Patriarcado durante los últimos diecisiete años, con el propósito de revertir un acuerdo manipulado para arrendar la propiedad a Ateret Cohanim. Un acuerdo que normalmente debería haber pasado por el Santo Sínodo para ser ratificado; pero en este caso, no fue así.

La última decisión del Tribunal Supremo israelí, explicó Dajani, está recogida en un documento de ochocientas páginas.

Pero el rostro humano de esas páginas se dibuja en la mirada inquieta de Dajani, y en sus noches de insomnio. Dajani, que pertenece a una familia musulmana de larga data de Jerusalén, defiende el hotel y las demás propiedades del Patriarcado no solo para preservar su modo de vida, sino también para preservar la aceptación religiosa en una tierra sagrada. El contrato de arrendamiento de largo plazo de su familia y su larga relación con el Patriarcado han hecho que el inquilino de tantos años se convierta en el defensor de la propiedad.

Es hora de actuar

A estas alturas ya no quiere que le compadezcan; quiere ver acción. “Quiero que el presidente Biden venga aquí, que se reúna con los jefes de las iglesias durante cinco o diez minutos, y quiero que les asegure que el cristianismo permanecerá en la Puerta de Jaffa y en la Tierra Santa”, afirma. “Esta es realmente una necesidad urgente”.

Supuestamente, en 2005, el histórico hotel New Imperial y el cercano hotel Petra, situados a la entrada de la Puerta de Jaffa –una zona muy conocida y céntrica del barrio cristiano del casco antiguo de Jerusalén– fueron alquilados por tres empresas extranjeras, por un periodo de 99 años, a cambio de 1,25 millones de dólares y 500 000 dólares, respectivamente. 

Dajani califica esa transacción original como “una conspiración llevada a cabo a través de la malversación” que ha desatado una cascada de injusticias que cada vez se hace más pesada. “Necesitamos el pleno apoyo del mundo cristiano para tomar medidas y hacer justicia”, asegura.

¿Dónde está el mundo cristiano?

De hecho, a veces se pregunta si sus hermanos y hermanas cristianos saben realmente lo que le ocurre a personas como él: que intentan ir a trabajar, vivir en sus casas o existir en una tierra que, para muchos, ha pertenecido a sus familias durante generaciones.

“Pregunto: ¿dónde está el mundo cristiano en lo que respecta a este asunto?”, cuestiona Dajani. “Sé que la gente tiene derecho a comprar propiedades, pero no a firmar documentos mediante malversación y chantaje”.

Quiere que el mundo entienda cómo este tipo de decisiones judiciales afectan a la gente normal. Los jefes de las iglesias de Jerusalén piden justicia, y él también.

“Esto es increíble”, dice. “¿Por qué no nos dejan en paz? Esto es un gran insulto para todas las personas inteligentes del mundo. Los cristianos de Jerusalén deben tener el apoyo no solo del mundo cristiano, sino también del mundo musulmán”.

Por la noche, Dajani piensa en la orden judicial de ochocientas páginas. “No necesito ochocientas páginas”, dice. “Solo necesito respuestas para estas preguntas: ¿tiene la familia Dajani derecho a trabajar aquí, o no? ¿Tengo derecho a llevar mi vida normal sin esta pesadilla? Soy un ser humano, no un documento judicial”.

Dajani quiere dirigir el hotel en paz. “Espero que haya suficiente apoyo por parte de las iglesias cristianas para ejercer presión sobre el gobierno israelí y proteger estas propiedades en la Puerta de Jaffa, y todas las demás propiedades”, dice. “Tengo cuatro hijos, y el mayor tiene cincuenta años: llevamos dos años al borde de la quiebra”.

En este punto, Dajani quiere algo más que deseos de paz: quiere una estrategia y un líder fuerte que la lleve a cabo. “¿Quién es ese líder? ¿Quién se encargará de esto? Ya basta”.