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Pauliina Parhiala. © CMI/Peter Williams

Pauliina Parhiala. © CMI/Peter Williams

“Deberíamos estar aprendiendo de nuestros errores y denunciando los sistemas que no funcionan correctamente” afirmó Pauliina Parhiala, directora y jefa de operaciones de ACT Alianza, una coalición de 137 iglesias y organizaciones religiosas que lleva a cabo labores humanitarias, de sensibilización y de cooperación al desarrollo a nivel internacional.

“Hay 60 millones de personas desplazadas en todo el mundo”, añadió Parhiala, “este es un fenómeno que requiere una respuesta mundial que deben dar los gobiernos, pero también la sociedad civil y, especialmente, las organizaciones religiosas”.

Parhiala es una de las numerosas participantes en la conferencia sobre la crisis de refugiados en Europa –que tuvo lugar los días 18 y 19 de enero– que siguen reivindicando a través de su trabajo una cooperación más estrecha entre los Estados, las organizaciones internacionales y la sociedad civil para responder a las necesidades más urgentes. La conferencia internacional de alto nivel fue copatrocinada por el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y tres organismos de las Naciones Unidas: el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

“Necesitamos hacer una puesta en común de las mejores prácticas de las organizaciones humanitarias”, declaró Parhiala, “y tenemos que adoptar las disposiciones necesarias para que en las discusiones los propios refugiados puedan hablar alto y claro”.

El Rev. Dr. Heinrich Bedford-Strohm, un teólogo sistemático, obispo luterano y presidente del consejo de la Iglesia Evangélica de Alemania (EKD), fue otro de los asistentes a la conferencia que compartieron sus reflexiones en la clausura del evento.

“En un mundo marcado por la polarización”, dijo en su intervención, “tengo la esperanza de que, apoyándonos en nuestros puntos fuertes, sepamos discernir los caminos que podemos tomar. Queremos una migración segura. En 2015 murieron 5113 migrantes. Tenemos que trabajar para cambiar la percepción que el público tiene de los migrantes y desmantelar las estructuras de la migración ilegal y peligrosa”.

Nicholas Grisewood, de la oficina de crisis migratorias de la Oficina Internacional del Trabajo, aboga por un estrechamiento de las relaciones entre las iglesias, el movimiento sindical, los gobiernos y las Naciones Unidas –así como entre los organismos de las Naciones Unidas. Durante su presentación en la conferencia, Grisewood reclamó una mayor coherencia de las políticas entre los actores internacionales a fin de prever las crisis de refugiados en todo el recorrido de la migración, desde los países de origen hasta las comunidades de acogida.

“Debemos acelerar los esfuerzos y actividades de inserción laboral”, destacó, “eso implica atender las necesidades de educación y, especialmente, impartir formación sobre lengua y cultura del país de acogida. Todo ello requiere tiempo y recursos considerables”.

“Siendo realistas, para garantizar una mejor calidad de vida”, dijo, “los países de refugio y acogida deberían ubicar a los refugiados atendiendo a la disponibilidad de trabajo, y no solo al precio de la vivienda”.

“Tenemos que formular respuestas generadoras de empleo en los países de primera línea, los de tránsito y los de destino”, prosiguió Grisewood. “La migración es una megatendencia del siglo XXI, por lo que tenemos que mejorar la gobernabilidad y la coordinación entre los actores en todos los niveles. Así hemos empezado a entenderlo tras la adopción de los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas”. Apoyar activamente los ODS que apuntan en este sentido parece ser una estrategia prometedora para encontrar la salida a esta situación.

En otra de las ponencias de la conferencia del CMI/Naciones Unidas, Xavier Creach presentó un posible modelo de cooperación entre organizaciones. Creach trabaja en la Oficina para Europa de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Presentó una propuesta de creación de ‘centros de apoyo para niños y familias’ en todos los principales puntos de tránsito de los refugiados donde varios grupos y organizaciones compartirían un espacio para la prestación de servicios e información previsibles.

“Estos centros de apoyo”, explicó Creach, “estarán cerca de los refugiados y proporcionarán al menos unos servicios mínimos bajo un mismo logotipo reconocible”. Algunos de esos servicios serían la creación de redes para la reunificación familiar, espacios para los niños, asistencia psicológica y médica, lugares para la meditación, asesoramiento legal y acceso a suministros básicos.

La declaración final de la conferencia de enero destacó lo siguiente: “La sociedad civil, incluidas las organizaciones religiosas, desempeñan un papel único y fundamental en la respuesta a las crisis humanitarias. Una mejor coordinación de sus actividades y de las de los gobiernos y las organizaciones internacionales, así como una cooperación interreligiosa más sólida que incluya las voces de otras religiones y sus conocimientos, son necesarias para aunar los esfuerzos y garantizar la supervivencia, los derechos y la dignidad de los refugiados y los migrantes.”

Para ello, los copatrocinadores de la conferencia sobre la crisis de refugiados se han comprometido a seguir reuniéndose “trimestralmente para examinar y compartir los avances” en la consolidación de su respuesta común.

Más información sobre la labor del CMI sobre migración (incluye la documentación de la conferencia)

La conferencia del CMI/ONU insta a la adopción de medidas concertadas para la crisis de refugiados (comunicado de prensa del CMI del 20 de enero)