¿Qué ha aprendido durante sus cuarenta días sobre el terreno como acompañante ecuménico?
Galvão: En primer lugar, me gustaría decir que ser acompañante ecuménico ha sido una experiencia intensa: me ha aportado conocimientos que no se obtienen realmente a través de los libros. Realizamos la labor de acompañar a los niños en su camino a la escuela porque es cuando más se exponen al acoso de las fuerzas de seguridad, y también pude entrar en contacto con el director de una de las escuelas.
¿Sigue en contacto con ese director?
Galvão: Ahora acabo de llegar aquí, a Brasil, y tengo pensado comunicarme prioritariamente con el director, que está pendiente de cada una de las familias y de cada niño. Las escuelas han estado prácticamente cerradas durante este tiempo, y se suponía que, posiblemente, los niños podrían volver hoy a la escuela. Esto es algo que sucede dentro de la Ciudad Vieja de Jerusalén; los niños se enfrentan a importantes amenazas de acoso, y creo que, ahora que hay represalias, deben de tener mucho miedo. Creo que es importante que la gente sea consciente de que los niños no están seguros en su camino a la escuela.
¿Cómo sigue compartiendo las historias de las comunidades a las que acompañó?
Galvão: Ahora es el momento de realizar una labor de promoción y defensa. Tenemos que hacer llegar nuestras voces a todas partes y compartir nuestras historias. He tenido la suerte de haber hecho ya una entrevista en la televisión brasileña y hay gente que se me acerca y me dice “vamos a hacer esto, vamos a hacer aquello”. Ahora estamos planeando compartir la información en un centro cultural, pero creo que también es muy importante, si podemos, tratar de realizar una labor de promoción en línea y en los medios de comunicación, porque así podremos llegar a millones de personas.