Image
Yacoub Rajabi

Yacoub Rajabi con su familia

Fotografía:

Desde su casa en Silwan, Jerusalén, Yacoub Rajabi —al igual que muchos en el mundo— ha estado pendiente de las noticias sobre la guerra entre Rusia y Ucrania. Y, junto a buena parte del mundo, ora por la paz.

Pero, también se pregunta por qué el mundo parece ignorar la situación que afecta a su tierra natal.

“Hoy, veo las noticias y la guerra en Ucrania, y siento que nosotros estamos en una situación similar: que hay alguien que invade la tierra de otro, y el invasor quiere homogeneizar a todo el mundo y expulsar a la población autóctona de su patria”, dice Rajabi.

Rajabi, su esposa y sus cinco hijos —el mayor de los cuales tiene veinticinco años— viven bajo la constante amenaza de ser desalojados de su hogar y de su comunidad.

“Ver las noticias me hace sentir más perseguido que nunca, porque veo que el mundo entero y la ONU se ponen decididamente del lado de los ucranianos, ¡como debe ser!” dice; “pero veo un doble rasero, veo que el mundo da vía libre a Israel para que haga lo que quiera para perseguirnos”.

En Silwan, donde unas ochocientas personas viven bajo la amenaza de desalojo, a muchas se les dice que, si no derriban ellas mismas sus casas, el Estado les exigirá el pago de treinta mil dólares estadounidenses por los gastos de demolición.

Silwan está situado en Jerusalén Este, al sur de la Ciudad Vieja y de la mezquita de Al-Aqsa. Este es uno de los barrios de Jerusalén Este donde los grupos de colonos y el gobierno israelí han ejercido una presión sistemática para apoderarse de las viviendas palestinas. Muchos residentes de Silwan creen que existe una clara connivencia entre las organizaciones de colonos y el sistema judicial israelí.

“Israel dice ser una democracia, pero cuando veo cómo trata Israel a los palestinos…no hay democracia alguna”, lamenta. “Mis hijos viven con miedo”.

Él y su familia ya se mudaron una vez, tras la trágica muerte de su hijo de diez años cuando reaccionó ante un ataque con gas lacrimógeno de las fuerzas de seguridad. “Ahora los colonos nos persiguen”, asegura; “tenemos documentos de identificación israelíes, pero no disfrutamos de ningún derecho ni privilegio”.

En una declaración pública, en noviembre de 2021, el Comité Ejecutivo del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) expresó su grave preocupación por los recientes acontecimientos en Palestina e Israel, que indican “un deterioro de la situación en la región, emblemática de las múltiples formas en que la continua ocupación militar de los territorios palestinos impide que se logre una paz justa entre los pueblos de la Tierra Santa”.

Para Rajabi, el concepto de “paz justa” implica que debería poder vivir con dignidad humana. Para él, “la paz justa” significa que la vida debería ser lo suficientemente sagrada como para no haber perdido nunca a su hijo a causa de la violencia selectiva.

Muchos otros palestinos que están amenazados de desalojo pertenecen a familias de refugiados, señala. “Son descendientes de las familias expulsadas en 1948 de sus hogares originales”, dice. “Ahora se enfrentan al desalojo por segunda vez”.

La familia ha intentado acudir a los tribunales, pero poco ha cambiado, explica Rajabi. “Sentimos que el tribunal tiene prejuicios contra nosotros, y también la policía”, dice. “No sentimos que haya nadie dispuesto a escuchar”.

En este momento, su esperanza reside en sus hijos, cuenta Rajabi. “Pero están empezando a desarrollar problemas psicológicos a causa del miedo”, lamenta. “Queremos que nuestros hijos vivan con seguridad”.

Rajabi quiere compartir su historia porque aún cree que el cambio es posible en Israel y Palestina. “Creemos que algún día viviremos nuestras vidas sin ocupación”, dice, “creemos que nuestros hijos vivirán en paz, porque el mundo puede ayudar a poner fin a este sufrimiento”.

 

Iniciativa de Pascua del CMI-PEAPI 2022