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Mujer transportando agua en la región del noreste de Kenia. ©ACT/Paul Jeffrey

Mujer transportando agua en la región del noreste de Kenia. ©ACT/Paul Jeffrey

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Como muchos de los que han crecido en las zonas rurales de Kenia, Catherine Mwangi tenía que hacer una larga caminata para ir a buscar agua para el uso doméstico a un río cercano durante lo que ella llama sus “comienzos humildes”.

“Caminaba cerca de tres kilómetros para ir y para volver de la escuela cuando estaba en la escuela primaria…. Solía traer el agua de un río. La primera vez que conocí el agua canalizada fue en la escuela secundaria, aunque a veces también traíamos el agua para la escuela del río”, explica.

Durante los últimos siete años, Catherine Mwangi ha sido directora ejecutiva de ADSMKE (Servicios de desarrollo de la Iglesia anglicana del este del monte Kenia), y el tema del agua es una de las cuestiones más importantes en su trabajo relacionado con el nexo entre el acceso al agua y la seguridad alimentaria.

“Alrededor de un 60% de la población de nuestro país y nuestra región utiliza agua de mala calidad, ya que extraen el agua para su consumo de fuentes desprotegidas e insostenibles” dice Catherine Mwangi, que vive en Kerugoya, al norte de Nairobi, cerca del parque nacional del monte Kenia.

“Cuando era joven, lavar la ropa conllevaba una gran dificultad. Teníamos que prepararnos para comprar jabón, traer más agua o llevar la ropa al río. Por ello, cuando leo el pasaje de Efesios 5:26, “Para santificarla, él la purificó en el lavamiento del agua por la palabra’, me recuerda que la necesidad de estar espiritual y físicamente limpios solo es posible a través del agua.

La labor de Catherine Mwangi enlaza con sus estudios en la Universidad de San Pablo, en Kenia, donde obtuvo su maestría en estudios de desarrollo y donde ahora está trabajando en un doctorado en el mismo campo.“En nuestra labor, ayudamos a las comunidades en las tareas de perforación y de construcción de presas de arena, de pozos someros, de cuencas de captación y de estanques en la tierra.  También enseñamos a las comunidades a recoger el agua de lluvia con técnicas como la captación de agua en los tejados y de la escorrentía superficial. De esta manera, pueden emplear el agua de estos depósitos para su uso doméstico, sus cultivos y su ganado.”

Además de esto, los servicios de desarrollo en los que trabaja Catherine Mwangi forman a las comunidades locales en el uso eficaz de los recursos hídricos escasos con métodos como la irrigación por goteo, el acolchado del suelo, y el cultivo en bancales, entre otros.

Explica también que uno de los problemas principales relacionados con el agua en su tierra es que 90% de la misma está clasificada como árida o semiárida. “Experimentamos una gran escasez de agua para el uso doméstico y agrícola. Entre los múltiples problemas relacionados con la escasez de agua está la carencia de agua para el ganado, que ha llevado a una enorme pérdida de cabezas de ganado en la región en la actualidad.

“La región también sufre de la falta de cosecha debido a la escasez de agua para la irrigación, y muchas familias cubren largas distancias (un promedio de 6 kilómetros) para ir a recoger el agua para su uso doméstico”.

Apagar la sed es un concepto cargado de significado para Catherine Mwangi.

“La manera en la que tomamos el agua y nos sentimos renovados y revitalizados tiene una dimensión espiritual que me recuerda el pasaje bíblico de Juan 4:13-14, '...pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás'. Jesús es la fuente de vida y  plenitud. Deseo amar a Jesús todavía más”, apunta.

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