Turagavou dijo que las consecuencias de la emergencia climática afectan directamente a muchas personas en Fiyi: “En los países del Pacífico se están sufriendo las consecuencias del cambio climático”.
En Fiyi, por ejemplo, el gobierno está pidiendo a la población que se reubique debido al aumento del nivel del mar. “¿Es posible esa reubicación?”, planteó Turagavou. “Algunas familias sí se están reubicando, pero otras se niegan a abandonar sus hogares y las tierras donde han dado sepulcro a sus ancestros”.
Las tierras que, según explicó, forman parte de la identidad de esas personas por haber pertenecido a sus antepasados.
Otro desafío para muchas islas del Pacífico es la carestía de agua dulce.
“Supone un desafío para el gobierno y también para la iglesia, ya que el aumento del nivel del mar incide negativamente sobre la cantidad de agua dulce disponible”, dijo. “Esto supone un riesgo especialmente para la infancia”.
Muchas islas del Pacífico necesitan ayuda: “Necesitan ayuda ya simplemente por estar agotando sus reservas de agua dulce”, instó.
En Fiyi, algunos de los pueblos ya han sido reubicados y muchas de las personas reubicadas son miembros de la Iglesia Metodista, la denominación con mayor seguimiento del país.
“La iglesia no está de brazos cruzados”, asegura Turagavou, “sino que está ayudando a las agencias gubernamentales tanto con la reubicación como a buscar soluciones”.
En su opinión, la iglesia no solo debe orar por lo que está pasando en el país, sino que debe apoyar al gobierno en las labores prácticas de asistencia a la población en peligro, especialmente a los sectores más vulnerables al cambio climático.
“Dentro de la Iglesia Metodista tenemos un departamento de servicios sociales que está trabajando intensamente en cooperación con el gobierno”, precisó.
Turagavou estima que en unos quince a veinte años las islas más pequeñas de Fiyi habrán quedado sumergidas, y sus habitantes se verán obligados a reubicarse.
“Los habitantes de Fiyi y del Pacífico necesitan ayuda para construir diques”, afirmó. “La gente quiere quedarse, aunque esté muy cerca del mar. El mar se acerca, y muy rápido”.
Turagavou añadió que las iglesias deberían estar en primera línea ayudando a la población a lidiar con el cambio climático. “En la Iglesia Metodista tenemos cuatrocientos pastores ordenados y mil doscientos pastores laicos a los cuales he pedido que estén en primera línea con las personas necesitadas”, dijo. “Nuestro trabajo es ayudar a las personas a superar las dificultades que encuentran, y esperamos mantener nuestra estrecha colaboración con el gobierno. Soy muy optimista al respecto”.
Turagavou calificó la estancia de casi una semana en la reunión del Comité Ejecutivo del CMI como una excelente oportunidad.
“He tenido la oportunidad de ser escuchado y de escuchar a otras personas y a los representantes del Comité Ejecutivo del CMI”, declaró. “Ha sido una experiencia enriquecedora para mi mente y mi corazón, que me ha animado a adoptar medidas prácticas como dirigente eclesial, sobre todo de una forma ecuménica”.