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22 de noviembre de 2022, Jerusalén (Palestina): panorámica del casco antiguo de Jerusalén y de Jerusalén Este.

Fotografía:

Rachel Schwartz es coordinadora de relaciones públicas internacionales de Ir Amim (que se traduce como “ciudad de las naciones” o “ciudad de los pueblos”), una organización israelí sin ánimo de lucro que centra sus actividades en Jerusalén, en el marco del conflicto palestino-israelí. 

Schwartz hace seguimiento de las últimas noticias sobre la evolución de los asentamientos y sus repercusiones sobre los derechos humanos y el futuro político.

Dedica un buen rato a describir dónde empiezan las discrepancias entre los asentamientos israelíes y los barrios palestinos, y estas se remontan al momento inicial en que comienza el proceso de concepción de un nuevo barrio.

Es decir, la zonificación urbanística, explica Schwartz: “para construir un barrio hace falta un plan de zonificación urbanística. No puedo nombrar ni un solo barrio palestino que haya recibido un plan de zonificación actualizado en las últimas décadas”, afirma.

Para los palestinos, los planes de zonificación están muy desfasados. “Es imposible obtener permisos para nuevas construcciones que den cabida al crecimiento natural de la población”, dice, y añade que, si un palestino construye una casa sin permiso, se expone a que esta sea demolida.

“Incluso hemos visto, solo en los dos primeros meses de 2023, cincuenta y cinco demoliciones en Jerusalén Este”, cuenta; “veintidós de las cuales han sido demoliciones de viviendas y treinta y tres, de construcciones no residenciales, como almacenes o tiendas”.

En 2022 fueron aprobadas 40 000 viviendas para israelíes, 23 000 de ellas en asentamientos. En cambio, solo 6 000 viviendas fueron aprobadas para palestinos, pese a que éstos constituyen el 39% de la población.

“Las cifras son muy reveladoras”, afirma Schwartz, “mire la superficie asignada a los palestinos; solo el 8,5% es para ellos”.

En Jerusalén Este hay una grave escasez de viviendas y de servicios. “También se aprecia en el nivel de vida y en las condiciones de vida”, añade Schwartz. “Los recursos municipales asignados a los palestinos de Jerusalén Este son muy limitados”.

¿Quién se lleva la peor parte?

Las mujeres y los niños se llevan la peor parte de la desigualdad.

En enero de 2020, había en Jerusalén Este cuatro guarderías públicas para 40 000 menores, frente a las ciento dieciocho guarderías públicas para 72 000 menores que había en Jerusalén Oeste.

También hay diferencias entre los barrios israelíes y palestinos en cuanto al papel de la mujer en el espacio público.

El 82% de las mujeres judías forma parte de la fuerza laboral, mientras que este porcentaje es solo del 26% entre las mujeres árabes. Sus papeles divergentes, sumados a la disponibilidad o ausencia de guarderías, tienen un efecto cíclico.

“Las mujeres salen mal paradas en todos estos asuntos”, explica Schwartz, sobre todo en lo que respecta a la demolición de viviendas. “A menudo son ellas las que están a cargo de los hogares y quienes tienen que cuidar de los niños, por lo que son amas de casa que viven bajo la amenaza de que esta sea demolida. ¿Qué haces cuando tu trabajo es ser ama de casa y no tienes casa?”.

Y, hasta en lo más básico: no hay espacios donde los niños y niñas palestinos puedan jugar. “Prácticamente, no hay parques infantiles para palestinos en Jerusalén Este”, asegura Schwartz.

Las carreteras están en un estado relativamente deficiente en Jerusalén Este, “por no hablar de las aceras”, añade. Incluso la recogida de basuras es mucho menos frecuente en los barrios palestinos.

Promover la sensibilización

Ante las crecientes noticias sobre nuevos asentamientos en los titulares internacionales, Schwartz quiere que el mundo conozca los entresijos de la situación.

“Es importante saber que la construcción de asentamientos es un proceso largo, complicado y burocrático”, dice. “Es muy técnico, muy largo... y hay innumerables deliberaciones”.

Hasta que un asentamiento no recibe la aprobación final, es muy difícil saber qué va a pasar realmente.

Schwartz y sus colegas de Ir Amim se abren paso frecuentemente a través de una complicada burocracia, a menudo peinando los periódicos en busca de los avisos legales de zonificación obligatorios.

Le preocupa que no haya forma de detener la expansión de los asentamientos.

“La única forma que hemos encontrado de frenar la expansión de los asentamientos es la intervención internacional: movilizar a personas de fuera de Israel para que sus consulados o embajadas presionen a Israel”, asegura. “Todo el mundo deber saber lo que ocurrirá si se construyen esos asentamientos”.

Si los asentamientos planificados se hacen realidad, ello podría implicar que miles y miles de personas vean negados sus derechos humanos. Para lograr la paz en la ciudad, asevera, es necesario alcanzar una resolución de mutuo acuerdo que salvaguarde los derechos humanos y civiles de israelíes y palestinos, y que defienda el histórico vínculo religioso y político con la ciudad.

“Es importante que comprendamos que una vida segura y estable en Jerusalén solo es posible si ambas poblaciones pueden vivir aquí su día a día pacíficamente”, afirmó Schwartz.

Por eso se sigue esforzando en hacer realidad ese ideal. “Creo que consigo seguir adelante porque pienso en la alternativa de no hacerlo: quedarme enfadada y de manos cruzadas”, reflexiona. “Este trabajo es muy duro: empujamos la roca colina arriba y enseguida vuelve a rodar colina abajo”.

Pero Schwartz simplemente no puede permitir que sigan surgiendo asentamientos y que, con ellos, se anulen los derechos de los palestinos. Me siento como una pequeña pieza del engranaje de una máquina gigante”, afirma. “Pero hay que hacer algo. La vida y la dignidad de personas está en juego”.

Agradece la existencia de programas como el Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel (PEAPI) del Consejo Mundial de Iglesias (CMI). “Tenemos un buen historial de colaboración en cuanto al intercambio de información”, afirma. “Nos reunimos con los acompañantes del PEAPI para orientarlos, les ofrecemos sesiones informativas e invitamos a representantes del PEAPI a dar charlas en nuestros seminarios”.

Su llamado a nuestros lectores es que se mantengan informados y activos. “Infórmese lo mejor que pueda sobre lo que está pasando”, pide. “Y hágalo consultando fuentes fidedignas”.