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Gracia Ross, WCC programme executive for Ecumenical HIV and AIDS Initiatives and Advocacy. 

Gracia Ross, secretaria ejecutiva del CMI para las Iniciativas Ecuménicas y Acción Mundial sobre el VIH/SIDA.

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“A menudo estos dos sectores están distanciados el uno del otro, pero cuando nos sentamos juntos en la misma mesa, nos damos cuenta de que tenemos los mismos intereses: queremos luchar por la salud, por la justicia y por un mundo sin discriminación”, dice Ross. “Soy hija de un pastor evangélico y de una persona que vive con el VIH. Sé que Dios me dio la misión de unir a estas partes”.

Ross ve de primera mano que muchas personas que viven con el VIH tienen una percepción negativa de Dios. “Piensan que Dios les castiga con el VIH”, cuenta. “Sé que, la mayoría de veces, el VIH es consecuencia de la falta de conocimiento, falta de educación y falta de poder para tomar buenas decisiones”.

A través de su trabajo con el CMI, Ross quiere guiar a las iglesias y a las comunidades en un viaje para descubrir lo lejos que hemos llegado en la respuesta al VIH y al SIDA. “Al principio, no teníamos medicamentos y todos íbamos a morir”, recuerda. “De ahí, ha pasado a ser una historia de esperanza, de compasión, y una oportunidad para mostrar el amor de Dios al mundo”.

Recuerda el momento en que supo que tenía el VIH. “¿Qué me iba a pasar? ¿Cuándo me iba a morir? ¿Cómo podría enfrentarme a la gente y a sus prejuicios sobre el SIDA? ¿Cómo iba a decirle a las personas de la iglesia que era seropositiva?”

Su familia no la rechazó, dice. “Me recibieron con los brazos abiertos. Me dijeron que no querían saber cómo había pasado, que solo querían estar a mi lado y apoyarme hasta el último día”, cuenta. “El Señor me envió a diferentes hermanos y hermanas de fe para traerme salud y consolar mis penas”.

Ya no era la misma persona. “Necesitaba saber lo que Dios esperaba de mí en mi nueva situación’, recuerda, y eso la llevó a apoyar a las personas que viven con el VIH, especialmente a las que no tienen ningún tipo de apoyo, ni siquiera de sus familias. “El dolor que sienten esas personas en el alma y en el cuerpo es terrible: mueren solas, abandonadas por sus familias, sin resquicio alguno de esperanza”.

Uno de los mayores retos que asume el programa de Iniciativas Ecuménicas y Acción Mundial sobre el VIH/SIDA es reparar el olvido en que han caído las personas que viven con el VIH y las comunidades afectadas en las iglesias y los gobiernos. “En la actualidad, el VIH se está dejando de lado, y con ello, las personas seropositivas nos enfrentamos al riesgo de que se interrumpan nuestros tratamientos y de que se pospongan o se cancelen los servicios de prevención”, advierte. “La mayor parte de la financiación para los medicamentos en el mundo en vías de desarrollo procede aún de la cooperación internacional”.

Cuando la pandemia de la COVID-19 se extendió por todo el mundo, Ross y los demás vieron la facilidad con que vuelven a surgir el estigma y la discriminación. 

“Luchar contra el VIH es una obligación moral de los gobiernos y de la iglesia”, afirma, “porque se nos ha encomendado sanar a los enfermos”.

EHAIA (Iniciativas Ecuménicas y Acción Mundial sobre el VIH/SIDA)