Image
Tanzania, 2018, Photo: Albin Hillert/WCC

Tanzania, 2018, Photo: Albin Hillert/WCC

“Entre las causas convergentes de esta crisis están los conflictos y la violencia, la pobreza y la desigualdad, y las catástrofes y los efectos del cambio climático, todo ello agravado por la pandemia de la COVID-19, que ha afectado a la producción de alimentos y a las cadenas de suministro y ha tenido como consecuencia una reducción de los ingresos”, afirma esta declaración firmada por el Consejo Mundial de Iglesias y otras organizaciones religiosas mundiales.

La declaración prosigue señalando que “los hogares vulnerables de casi todos los países se han visto afectados”, así como el hecho de que la reducción de la calidad y la cantidad de la ingesta de alimentos repercute en la nutrición de las personas y amenaza con revertir los logros alcanzados con tanto esfuerzo en la reducción de la pobreza y la mejora del estado de salud y nutrición. Además, pone en peligro el desarrollo físico y cognitivo de los niños y niñas de corta edad, generando así un impacto duradero en los países que se verá reflejado en las generaciones venideras.

“Es posible prevenir la hambruna incluso en los países más afectados”, afirma la declaración. “Debemos actuar inmediatamente para evitar la muerte innecesaria de decenas de miles de niños y niñas”.

Los grupos religiosos deploran que haya personas, entre ellas niños y niñas y sus familias, que se vean obligadas a tomar decisiones de supervivencia peligrosas por causa del hambre.

La declaración reclama el desembolso urgente de los 7000 millones de dólares que se prometieron en el Pacto del G7 para la Prevención de la Hambruna y las Crisis Humanitarias, para que lleguen a manos de quienes los necesitan. Los grupos religiosos también se comprometieron a colaborar para influir en políticas a más largo plazo y en los compromisos financieros y las acciones necesarias para abordar los problemas subyacentes que provocan el hambre y la inseguridad alimentaria.

“Creemos que nuestro mundo tiene suficiente para todos y que el hambre y la escasez de alimentos en cualquier lugar representan un fracaso ético y moral colectivo”, concluye el texto. “Invitamos a todas las personas de buena voluntad a que se unan a nosotros para aceptar esta responsabilidad, evitar que más personas pasen hambre y trabajar por la justicia para las personas más vulnerables”.

Declaración interreligiosa conjunta para el Día Mundial de la Alimentación, el 16 de octubre de 2021: Orar y actuar contra el hambre

El CMI y sus asociados invitan a un fin de semana de oración y acción contra el hambre