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Professor Achim Wennmann, director for strategic partnerships at Geneva’s Graduate Institute.

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Wennmann es director de Asociaciones Estratégicas del Instituto Universitario de Ginebra, donde ocupa la cátedra Nagulendran de mediación para la paz.

Ha pasado los últimos 25 años en Ginebra, desde que llegó al Instituto para cursar el máster y el doctorado, tras licenciarse en la Universidad de Sussex (Inglaterra).

“Ginebra tiene una larga historia de paz, en parte porque está intrínsecamente conectada con todos los actores responsables de la guerra, pero también con todos los actores responsables de la paz”, afirma refiriéndose a esta ciudad situada al oeste de Suiza que recibe a altos diplomáticos de pequeñas y grandes naciones.

Conocida a menudo como “la ciudad de la paz”, Ginebra parece el lugar más apropiado para centralizar la investigación y la práctica de la mediación para la paz. Alberga la sede europea de las Naciones Unidas y acoge a destacadas organizaciones internacionales como el Consejo Mundial de Iglesias (CMI), cuyas iglesias miembros son a menudo mediadoras de paz.

La paz en Ginebra

La región de Ginebra ha sido el escenario de las conversaciones para forjar la paz en diversas zonas de conflicto, entre ellas, recientemente, Siria y Sudán. 

En una entrevista, Wennmann explica con más detalle por qué la ciudad y sus alrededores tienen las características necesarias para permitir que las distintas partes de un conflicto entablen conversaciones que pueden ser precursoras de negociaciones de paz y, en última instancia, resolver el conflicto.

“Creo que lo que es muy importante en el caso de las iglesias y las redes de iglesias es la posibilidad que tienen de estar lo más cerca que se puede de las personas sobre el terreno y prestar atención a los elementos que inciden en las dinámicas de conflicto, proyectando esta comprensión en una capital mundial como Ginebra”.

“Además, puesto que organizaciones como el Consejo Mundial de Iglesias tienen información directa sobre las dinámicas del conflicto local, pueden dar la señal de alarma cuando se percatan de que las relaciones se están deteriorando gravemente”, afirma.

“Esto es especialmente relevante en los casos en que las percepciones mutuas se deterioran y, en el contexto de la proliferación de enemistades, hay un grupo que incita a la articulación de un discurso contra otro grupo”, añade.

El hecho de que los grupos en conflicto aumenten su nivel de hostilidad “suele ser una señal de alarma de la escalada del conflicto, y aquí es donde creo que el Consejo Mundial de Iglesias puede desempeñar un papel muy importante”.

Wennmann argumenta que, para construir la paz, es necesario tener excelentes relaciones con los actores que están propiciando la guerra.

“Eso incluye a los establecimientos militares de los Estados, y a los establecimientos militares semioficiales de los Estados. Incluye también a los denominados grupos rebeldes u organizaciones terroristas, y eso significa utilizar un lenguaje humanitario que implique a quienes poseen las armas, o a los grupos armados no estatales”, dice.

“Esa es una realidad crucial que se da en Ginebra, una ciudad que sigue siendo uno de los únicos lugares del mundo donde se puede tener una relación de segundo grado con cualquier actor armado en cualquier lugar del mundo”.

Entonces, ¿es más fácil entablar negociaciones para la paz en una ciudad como Ginebra que en otras ciudades?

Promover la paz es más fácil en Ginebra

Wennmann sostiene que en Ginebra es más fácil promover la paz que en otros lugares.

“Existe una larga tradición que permite celebrar reuniones de manera discreta. Por un lado, esto se debe al característico buen hacer del gobierno suizo y de las organizaciones de diplomacia privada con sede en Ginebra”.

Este tipo de reuniones contemplan detalles logísticos esenciales, como facilitar la entrada en Ginebra de personas para las que se requiera especial tacto, garantizando su libertad y seguridad, y también su regreso.

Esto es algo que no puede hacerse en muchos lugares, pero sí en Ginebra, en las circunstancias permitidas por las autoridades suizas y en base a su capacidad para garantizar que las conversaciones sigan adelante. 

“Así pues, hacer las cosas ‘al estilo suizo’, sumado a la experiencia en la celebración de conversaciones en un lugar de confianza, es algo que ayuda en estos casos”, afirma Wennmann. 

“En el contexto político actual, esta confianza en el espacio seguro de Ginebra constituye un valioso instrumento mundial y una contribución suiza a la paz y la seguridad mundiales; no obstante, esta confianza es algo que hay que ganarse año tras año. Es necesario mantenerla, y eso requiere un esfuerzo deliberado de las autoridades suizas y de todas aquellas personas y entidades para las que el papel especial de Ginebra como centro mundial de la paz es importante”.

El profesor afirma que la “belleza natural” que rodea a Ginebra también influye.

“Permite reunir a las delegaciones en un lugar hermoso, inspirador y rodeado de naturaleza como es Ginebra. Existe la posibilidad de celebrar las reuniones en las montañas cercanas a Ginebra, transportando así a los grupos a un entorno diferente que los invite a pensar en nuevas opciones para salir del conflicto, en lugar de en la guerra o el conflicto. Es un entorno diferente del de una sala de hotel cualquiera en medio de un paisaje desierto”.

El trabajo del profesor es crucial en 2024, ya que, como él mismo señala, hay muchas guerras y conflictos en curso. 

“Con frecuencia se dice que estos son los tiempos en los que hay más conflictos desde la Segunda Guerra Mundial. Son conflictos graves que tienen implicaciones sistémicas, como en el caso de Ucrania, o de Gaza, y también en el de Sudán, y en el de las tensiones del conflicto en torno al Mar de la China Meridional”, afirma Wennmann.

Y añade: “El hecho de que no se vean muchos procesos oficiales no significa que no esté pasando nada. Están teniendo lugar muchos procesos diplomáticos, debido en parte a que los diplomáticos han redescubierto su papel en la diplomacia de paz y, en parte, a que muchos otros actores están practicando lo que se denomina ‘diplomacia privada’”. 

Según Wennmann, en lugares donde la diplomacia oficial no tiene alcance, se recurre a otros agentes, como organizaciones especializadas, diplomáticos corporativos u otros intermediarios, como las iglesias.

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