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Father Issa Thaljieh, Greek Orthodox priest, speaking at the event

El padre Issa Thaljieh, sacerdote ortodoxo griego en la Iglesia de la Natividad en Belén.

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“Como joven sacerdote, intento ayudar al pueblo palestino a quedarse en Belén”, afirma. “De hecho, esta es mi misión y mi labor aquí: tratar que los habitantes no se vayan, ayudarlos a prosperar”.

Thaljieh está ocupado. Además de consagrarse a la vida eclesial, oficiando los cultos de las cinco de la mañana y las dos y media de la tarde, a los que se suman los servicios de oración de Cuaresma, tiene su propia familia: una mujer y tres hijos de 8, 6 y 1 año.

Esperanzado, imagina Belén como un lugar en el que la gente opta por quedarse en vez de irse en busca de una vida mejor, de una sensación de libertad o de un trabajo que pague un sueldo digno.

Su iglesia cuenta actualmente con unos 4000 miembros, mientras que hace diez años contaba con unos 6000. A cada servicio suelen acudir unas cien personas.

“El número de miembros desciende. La gente se va a causa de la ocupación, lo cual significa que la situación no es estable”, dice. “No hay libertad, y el pueblo necesita libertad”.

El desempleo también es un problema, sobre todo desde la pandemia de COVID-19, durante la cual muchas tiendas, hoteles y restaurantes cerraron. “Se está yendo más gente en busca de libertad y para encontrar un buen trabajo que les permita mantener a sus familias”.

Su esperanza está depositada en Dios. “Dios está aquí para nosotros”, observa. “Intento ayudar a las personas a entender que, a través de la oración, pueden tenerlo todo”.

Thaljieh, nacido y criado en Belén, explica que hubiera podido instalarse con su familia en otro lugar. “Regresé porque quería estar con mi familia, residir en mi país, servir a mi pueblo”, señala. “Este lugar es distinto a cualquier otro, es un lugar en el que se pueden seguir los pasos de Jesucristo, tocar las piedras antiguas, vivir la historia”.

A través de su liderazgo pastoral, Thaljieh intenta fortalecer la fe de sus conciudadanos de modo que tengan la confianza suficiente en Dios para permanecer en Belén. “Sé que es difícil vivir en estas circunstancias”, reconoce.

A menudo ora por la paz. “El mensaje original de Belén al mundo fue un mensaje de amor y paz”, recuerda.

También ora por el amor. “Oro por que el pueblo se mantenga unido”, dice. “Aquí, en Belén, los cristianos y musulmanes tienen el mismo destino como palestinos bajo la ocupación”.

Thaljieh cree que la iglesia puede ayudar a encaminar a la población hacia un lugar de esperanza y amor. “Oro por que las personas entiendan su fe, por que entiendan exactamente lo que quieren en la vida”, afirma. “La situación más difícil es la ocupación”.

Cuando la gente no tiene libertad, se siente como en una cárcel, observa, y esto no es lo que la ciudad de Belén estaba destinada a ser.

“Oro por que Dios me dé fuerzas para vivir en el lugar donde nació Jesús, un lugar donde debemos acercar más personas a su fe, renovar sus mentes y sus almas”, prosigue. “Soy feliz porque Dios me ha dado la fortaleza para luchar por mi pueblo, por mi iglesia, para que la gente se quede”.

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