La trayectoria de Yoon se desarrolla en el contexto de una pequeña iglesia de Busan donde, como hija de pastor, descubrió el profundo universo del amor en el seno de su congregación. Intentando equilibrar sus aspiraciones musicales —sacándose una licenciatura en piano y trabajando como profesora de música— con una pasión insaciable por el estudio de la Biblia, su camino la llevó a la Universidad Presbiteriana y el Seminario Teológico de Seúl (Corea del Sur) y luego a la Universidad de Gotinga en Alemania, donde obtuvo una maestría en Divinidad y una maestría en Teología Intercultural. “La congregación ha sido el universo que me ha mostrado y enseñado el amor en mayúsculas”, afirmó Yoon.
Su conexión con la oración ha ido evolucionando. Empezó con sus aspiraciones personales de crecimiento espiritual y éxito académico. No obstante, a medida que su fe fue madurando, se produjo un profundo cambio. La oración se transformó en un medio para expresar una honda preocupación y atención para con los demás: familiares, amigos, congregaciones eclesiales y la sociedad en general. “Cada uno de ellos, la totalidad de sus seres, se me aparecieron como entidades que comparten el mismo cuerpo y la misma sangre de Cristo”, dijo Yoon.
Inspirándose en Juan 17:21, la estudiosa coreana pone de relieve el amor sacrificial de Cristo y su extensión a sus discípulos y el mundo no creyente. Para ella, la oración se convierte en un canal para comprender el amor y la preocupación de Dios por el prójimo, trascendiendo las fronteras de la edad, el sexo o las afiliaciones religiosas.
“En la oración, los cristianos aprenden el amor y la preocupación de Dios por nuestro prójimo, independientemente de la edad, el sexo o la afiliación religiosa, y por todas sus criaturas”, observó.
Adentrándose en el concepto fundamental de prójimo, Yoon navega por la complejidad de definirlo en una sociedad mundial caracterizada por la polarización y el conflicto. Y haciendo referencia a la parábola del buen samaritano, pone de relieve la llamada a ser el prójimo de las personas necesitadas, sin tener en cuenta sus cualificaciones o criterios predeterminados. “No necesitamos un conjunto de criterios para discernir quién merece ser nuestro prójimo. Y tampoco debemos pensar en si estamos cualificados para ser el prójimo de alguien”, dijo.
Como coreana con un sincero deseo de reunificación, Yoon reconoce la difícil realidad de las relaciones entre el norte y el sur. Apoyándose en su fe cristiana y su comprensión del amor al prójimo, desea ardientemente un futuro en el que la península coreana encarne el amor sembrado por Dios.
“Espero y oro por que llegue un día en que la península coreana pueda finalmente compartir el amor al prójimo que Dios sembró en nuestros corazones”, afirmó.
Al abordar la cuestión de la secularización y los conflictos derivados de visiones diferentes del mundo, Yoon ahonda en la dificultad de discernir la voluntad de Dios. A su entender, cabe destacar la manifestación del amor de Dios en la cruz del sacrificio de Cristo que exhorta a los cristianos a abrazar el amor y la coexistencia pacífica en medio de la divergencia de opiniones. “El amor de Dios puede iluminarnos para que nos amemos los unos a los otros, al igual que Dios ama a todos los individuos y todas las criaturas, para que instauremos una coexistencia pacífica en la tierra con todas las criaturas que Dios creó”, expuso Yoon.
Sin dejar de reconocer los enigmáticos desafíos a los que se enfrenta el mundo, Yoon comparte un mensaje de esperanza fundamentado en sus experiencias personales y su vida de oración. Convencida de que Dios lo sabe mejor que nosotros, alienta a reflexionar sobre la sabiduría de Dios, lo cual fomentará una esperanza renovada y una fe fortalecida.
“Al reflexionar sobre nuestro Dios, que creó el cielo y la tierra y envió a su Hijo unigénito a salvar el mundo, renovaremos nuestra esperanza y fortaleceremos nuestra fe hasta que seamos testigos de la obra de Dios en el mundo”, dijo Yoon.