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Samira Dajani-Budeiri

Samira Dajani-Budeiri, residente de Sheij Yarrah.

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“Tuvimos que abandonar las tierras de nuestros antepasados, y hasta el día de hoy seguimos luchando porque se haga justicia”, afirma Dajani-Budeiri. “Vivimos bajo la amenaza de desalojo desde 1972, cuando varias organizaciones de colonos ubicadas en los Estados Unidos declaron haber adquirido los terrenos donde se encuentran las veintiocho viviendas de nuestro barrio”.

Estas organizaciones aseguran ser propietarias desde el siglo XIX, concretamente desde 1832, añade. “Han presentado documentos falsificados, cuya autenticidad no ha podido ser legalmente demostrada, ni a través de los archivos otomanos ni del registro de propiedad”, explica. “Por medio de operaciones fraudulentas, han conseguido desalojar a tres familias”.

Dajani-Budeiri ama su hogar. “Amamos cada puñado de tierra de nuestro barrio y de Palestina”, declara.

Porque, para ella, las piedras son mucho más que meras rocas: “cada piedra me hace pensar en mi familia, en los recuerdos que creamos juntos y con los vecinos”, dice. “Las piedras y el jardín representan la época en que la familia vivió unida con dignidad y libertad. Esos recuerdos y lo que las piedras simbolizan son para mí muy valiosos”.

De hecho, cuando nos presenta a sus familiares, cada presentación viene acompañada de algún recuerdo. “Vivo con mis recuerdos, mi esposo y mi hija pequeña”, dice. “Eso después de que fallecieran mis padres. Por supuesto, la casa está abierta a mis hermanos, hijos y nietos”.

¿Cuándo dejaremos de estar amenazados de desalojo? “Anhelo el día en que podamos ver la luz al final del túnel, es decir, el día en que definitivamente se anule la orden de desalojo y se confirme que somos propietarios de nuestra casa, de conformidad con los documentos legales jordanos”, dice. “También espero que se resuelva el problema de los refugiados y que puedan regresar a su tierra”.

Al preguntarse cuándo se sentirá segura, concluye: “Nos sentiremos seguros una vez que se reconozcan nuestros legítimos derechos”; “somos los propietarios legítimos, vivimos en nuestras propias casas, nunca le hemos robado a nadie”.

Dajani-Budeiri pide a la comunidad del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y a todas las personas de buena voluntad que sigan mostrando su solidaridad. “Nos gustaría que el CMI continuara sus esfuerzos de comunicación para informar al mundo de nuestra justa causa, afirmar nuestro derecho a quedarnos en nuestras casas y promover la anulación de las leyes de desalojo de Jerusalén, Cisjordania y Gaza”, dice. “Observo con preocupación los ataques de los colonos en Sheij Yarrah y en la zona de Karm Al-Mufti, así como en Silwan, Jabal Al-Mukabir y en mi propia casa”.

Dajani-Budeiri también espera que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas apruebe una resolución contra el desalojo de su familia y de sus vecinos. Se despide con la siguiente petición: “Por favor, sigan mostrando su solidaridad con nosotros en las Naciones Unidas y en el Consejo de Seguridad y nunca midan los derechos humanos con un doble rasero”.

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