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Las banderas israelíes ondean en un asentamiento en el Monte de los Olivos, en Jerusalén. 

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”Quienes vivimos aquí, en la parte anexionada de Jerusalén Oriental, del lado israelí del muro, no tenemos ni pasaporte israelí ni palestino”, dice Sandouka, activista de los derechos políticos y civiles en Palestina. “Tenemos un documento de viaje jordano que nos permite viajar y tenemos residencia israelí” . Pero uno no conserva automáticamente la residencia en Jerusalén Oriental. “Para no perderla” –explica Sandouka– “los palestinos que viven en Jerusalén Oriental tienen que demostrar que su centro de vida está en Jerusalén Oriental o en Israel”.

Sin nacionalidad, sin voto

En calidad de residentes palestinos de Jerusalén Oriental, no tenemos derecho a votar en las elecciones nacionales, solo en las municipales, por lo que a quienes nacieron allí se les niega la nacionalidad y los plenos derechos de voto. “Los palestinos se niegan a participar en las elecciones municipales” ­–cuenta Sandouka– ”como una forma de resistencia política y de no reconocimiento de Jerusalén Oriental como parte de la capital israelí”.

Crisis de vivienda, permisos de construcción y demoliciones

At Tur es un barrio palestino donde las restricciones israelíes están provocando una crisis de vivienda para los residentes. La población de At Tur está creciendo con normalidad, pero cada nueva familia se enfrenta a problemas de vivienda porque no hay forma de que el municipio israelí de Jerusalén dé permisos de construcción a los palestinos. “Así que, lo que pasa” –dice Sandouka– “es que la gente construye en las cubiertas de las casas o añade una o dos habitaciones, y luego las autoridades israelíes demuelen las nuevas estructuras por haber sido construidas sin permiso”. Desde 2009, más de un centenar de construcciones palestinas han sido demolidas en el vecindario.

Acceso a la atención sanitaria

At Tur tiene dos hospitales que atendían a toda la población de Jerusalén Oriental antes de la construcción del muro de separación. Las personas que ahora viven en el lado “malo” del muro tienen que viajar durante una hora o más para llegar a los servicios de salud.

Todos los asentamientos, el muro de separación y la fragmentación de los barrios árabes de Jerusalén Oriental forman parte de las políticas y la planificación israelíes.

Un futuro para los niños

“Como a cualquier mujer palestina, nos preocupan nuestros hijos, cómo proporcionarles un entorno seguro, con todos los riesgos a los que nos enfrentamos como palestinos en Jerusalén Oriental”, cuenta Nivin Sandouka. “La inseguridad hace que los niños se queden en casa jugando con los celulares y los condena a quedarse ahí, pegados a las pantallas”.

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Nivin Sandouka

La señora Sandouka afirma que sueña con una representación adecuada para los habitantes de Jerusalén, con tener una voz libre que pueda cambiar la situación y una representación política que responda a las necesidades de la gente.

Cualquier tipo de apoyo a las comunidades de Jerusalén Oriental es bienvenido, añade. “Las campañas de sensibilización sobre la situación en Jerusalén Oriental nos ayudan mucho. Y, por favor, si hay elecciones en su país, no olvide mencionar la situación de Palestina y Jerusalén a los candidatos”.

Este reportaje forma parte de una serie de historias publicadas en el marco de la Iniciativa de Pascua del Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel del Consejo Mundial de Iglesias (PEAPI del CMI). Diversas personas que viven bajo la ocupación han compartido sus experiencias cotidianas de injusticia, así como sus esperanzas para el futuro.

Iniciativa de Pascua del PEAPI del CMI 2021