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Acompañantes ecuménicos, Jerusalén, 2016. © Albin Hillert/CMI

Acompañantes ecuménicos, Jerusalén, 2016. © Albin Hillert/CMI

Por Marianne Ejdersten*

Manuel Quintero se jubila después de ocho años desempeñando el cargo de coordinador internacional del Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel (PEAPI) del Consejo Mundial de Iglesias (CMI).

Se toma su tiempo para reflexionar sobre la misión del PEAPI, especialmente en el contexto actual, así como en los aspectos del programa que han sido más importantes para él.

Está a punto de irse después de ocho años como coordinador internacional del PEAPI; ¿cuál es la principal misión del programa?

Manuel Quintero: Llegué a este programa tras una larga carrera en el movimiento ecuménico, tanto a nivel mundial –como secretario general de la Federación Mundial de Estudiantes Cristianos– como en mi propia región, donde trabajé como director de comunicación para el Consejo Latinoamericano de Iglesias durante 11 años. Me uní al PEAPI como coordinador internacional justo después de finalizar mi labor como director de Frontier Internship in Mission (FIM), un programa experimental de misión que ofrecía a la gente la oportunidad de convertirse en puente entre fronteras culturales, políticas y religiosas. En el FIM enviábamos a cada persona a otro país a hacer prácticas durante dos años, y luego debían hacer un proyecto de un año al regresar a sus países de origen. En el programa del FIM entendíamos la misión como un esfuerzo bidireccional por dar testimonio en palabra y obra de la revelación de Dios en Jesucristo, y defendíamos que la justicia social era fundamental en la concepción de la misión de Dios.

Descubrí que el PEAPI ofrecía la oportunidad de llevar a cabo la misión de Dios en un contexto más bien complejo, el del conflicto entre israelíes y palestinos. La misión del PEAPI consiste en dar testimonio de la vida y llevar esperanza a una situación desesperada, y unirse a los palestinos e israelíes de la región que luchan para poner fin a la ocupación y buscan una paz justa, con objeto de modificar la actitud de la comunidad internacional ante el conflicto, instándola a tomar medidas contra la injusticia en que vive la región.

La espina dorsal de la misión del PEAPI es una inquebrantable y decidida vocación de pacificación mediante el acompañamiento, que busca aprender de la resiliencia de quienes viven en excepcionales situaciones de opresión y de su capacidad para afrontar y transformar las conductas que fomentan la violencia. Esta vocación cobra especial relevancia en un contexto marcado por un conflicto que comenzó a mediados del siglo XX, que se ha cobrado las vidas de miles de víctimas y ha causado gran sufrimiento a israelíes y palestinos por igual.

¿Cuál es el papel del programa del PEAPI en la situación actual en Israel y Palestina?

Manuel Quintero: En el contexto actual, el PEAPI está llamado constantemente a “venir y ver” (palabras que se repiten varias veces en el Evangelio de San Juan), a acompañar a nuestras iglesias miembros en la Tierra Santa y a la familia más amplia de iglesias cristianas, y a experimentar lo que es vivir bajo la ocupación junto a las comunidades y grupos palestinos e israelíes que luchan por la justicia, la paz y el respeto de los derechos humanos. Considero que la presencia del PEAPI en ambas comunidades encarna la visión de una paz y una reconciliación justas de los líderes religiosos de Jerusalén.

Otra función del PEAPI es concienciar a las iglesias a través de la labor de los acompañantes ecuménicos y del trabajo de comunicación y promoción; ayudarlas a ellas y al movimiento ecuménico a tener una mejor comprensión del conflicto palestino-israelí para que lleven a cabo acciones solidarias concretas sobre la base de las resoluciones pertinentes del CMI, e instándolas a pronunciarse con una voz común.

Recuerdo la parte del discurso del obispo Munib Younan durante las celebraciones del décimo aniversario del PEAPI en que hacía hincapié en la necesidad de aliviar el “miedo y la inseguridad de los israelíes y la necesidad de justicia y de liberación de los palestinos”. Si el PEAPI puede contribuir modestamente a aliviar esos males, algún día tendremos derecho a celebrar con quienes contribuyeron a forjar una paz duradera en la Tierra Santa, sobre la base de la justicia, el perdón y la reconciliación.

¿Qué relación guarda el programa del PEAPI con la campaña Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS)?

Manuel Quintero: Es curioso que haya algunas personas y organizaciones que acusen al PEAPI de formar parte del movimiento BDS. Estas personas deben de tener un conocimiento escaso del Consejo Mundial de Iglesias y del PEAPI, o bien, sus acusaciones deben de estar motivadas por intereses políticos creados. Suele tratarse de organizaciones antiecuménicas o de extrema derecha.

El PEAPI es un programa del CMI y, por lo tanto, está obligado a seguir estrictamente las políticas y posturas oficiales del Consejo. El CMI alienta a sus iglesias miembros a retirar las inversiones de las empresas que se beneficien de las actividades ilegales en territorios ocupados o a tomar cualquier otra medida económica que sea equitativa, transparente y no violenta, en particular el boicot de productos que procedan de los asentamientos. Eso está en perfecta consonancia con la resolución 446 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, aprobada el 22 de marzo de 1979, según la cual “la política y las prácticas de Israel de crear asentamientos en los territorios palestinos y otros territorios árabes ocupados desde 1967 no tienen validez legal y constituyen un serio obstáculo para el logro de una paz completa, justa y duradera en el Oriente Medio”. Esa resolución fue aprobada por 12 votos contra ninguno y tres abstenciones; de Noruega, el Reino Unido y los Estados Unidos de América.

¿De todo lo logrado mientras ha sido coordinador del programa, qué le hace sentirse más orgulloso?

Manuel Quintero: Es muy difícil resumirlo, pero voy a intentar contarle lo más destacado. Durante el tiempo que he estado en el programa, este se ha ampliado más allá de sus límites geográficos históricos, y a él se han unido iglesias de países de Asia y América Latina. Mi propia historia personal y mi experiencia ecuménica me han enseñado el significado de la participación de las iglesias de todo el mundo en iniciativas verdaderamente ecuménicas. Descubrí que algunos acompañantes ecuménicos del Sur tienen una forma especial de sintonizar con el conflicto palestino-israelí, simplemente porque vienen de países donde la guerra civil y otros conflictos son una realidad cercana.

El reconocimiento es otra razón para estar orgulloso. Dondequiera que vaya en Cisjordania, los palestinos están muy agradecidos por la presencia del PEAPI. Se sienten más seguros cuando los acompañantes ecuménicos están en la zona como elementos disuasorios contra el acoso y la violencia.

La ocupación tiene graves consecuencias negativas, sobre todo para los palestinos, pero también para los israelíes. Una mujer israelí que pertenecía a nuestro grupo de referencia local, solía decir que la ocupación estaba erosionando el alma del pueblo israelí. De lo contrario, ¿cómo podía explicarse que unos soldados hubieran confiscado la bicicleta de una niña palestina de 8 años, para romperla y tirarla en unos arbustos?

En este sentido, hay un proyecto que se inició en 2013 en colaboración con UNICEF al que tengo especial cariño. Gracias a esta iniciativa se está dando un acceso más seguro a la educación a más de 3.000 niños palestinos que deben pasar por los puestos militares de control o arriesgarse a ser víctimas del acoso y la violencia de los colonos y soldados israelíes. El PEAPI ha ayudado a estos niños a lidiar con esa situación y a vencer el miedo; un miedo que les han impedido disfrutar del derecho fundamental a la educación.

La solidaridad de Israel es también algo de lo que estoy muy orgulloso. En nuestro programa, y en otros lugares, he conocido israelíes que están firmemente comprometidos con una paz justa en la Tierra Santa, personas que pagan un alto precio por su postura. Estoy convencido de que ellos están hechos de la misma pasta que los profetas del Antiguo Testamento que instaban al pueblo de Israel a actuar de forma justa, a amar la misericordia y a caminar humildemente con Dios; tal y como se lee en el hermoso texto de Miqueas 6:8.

Iglesias miembros del CMI en Israel y Palestina

Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel (en inglés)

Declaración sobre el conflicto palestino-israelí y el proceso de paz, 28 de junio ​​de 2016 (en inglés)

Por Marianne Ejdersten, directora de comunicación del Consejo Mundial de Iglesias desde 2015.