Image
Dr. Stephen Brown, editor de The Ecumenical Review, revista publicada por el Consejo Mundial de Iglesias. Fotografía: Ivars Kupcis/CMI

Dr. Stephen Brown, editor de The Ecumenical Review, revista publicada por el Consejo Mundial de Iglesias. Fotografía: Ivars Kupcis/CMI

El Dr. Stephen Brown es el editor de The Ecumenical Review. El número más reciente de esta publicación, “El espíritu de la verdad en la era digital”, reflexiona sobre cómo nuestras percepciones de la realidad se están volviendo dependientes de la forma en que se organizan y regulan los ecosistemas de comunicación e información a medida que se desarrolla la tecnología.

Cuando hablamos de “la tecnología de hoy”, no siempre nos referimos a algo nuevo, ¿verdad?

Dr. Brown: A veces, en términos de comunicación ecuménica, hablamos hoy en día de la tecnología global como si se tratara de un tema nuevo. Han pasado casi 60 años desde que la gente empezó a hablar de vivir en una aldea global. En poco tiempo, a través de las transmisiones por satélite, se podía ver lo que estaba sucediendo en otros lugares del mundo casi instantáneamente: estaban teniendo lugar acontecimientos en todo el mundo, que se había convertido en una aldea global. Incluso entonces, nos planteábamos preguntas sobre las personas, las instituciones, las tecnologías que controlaban esas imágenes. Preguntábamos: “¿Por qué han seleccionado esta información?” Así que, en cierto sentido, ahora nos enfrentamos a muchas de las mismas preguntas que siempre nos hemos planteado. No obstante, la transformación digital ha traído consigo algunos aspectos nuevos, como la inmediatez, la accesibilidad y, en particular, la idea de la comunicación “de muchos a muchos”, a diferencia de la radiodifusión o la televisión, que era “de uno a muchos”. La radio o la televisión implicaban la emisión desde un centro concreto para llegar a muchas personas. Ahora, la comunicación digital ha unido a las personas de todos los continentes y, para una institución mundial como el CMI, ese es un aspecto positivo.

¿Cuáles son algunas de las oportunidades y algunos de los desafíos de conectar a las personas a escala mundial?

Dr. Brown: Con la era digital, podemos incluir a más personas, y podemos ampliar el círculo de participantes para incluir no solo a los líderes o representantes de la iglesia, sino a muchas otras personas con cosas importantes que decir. Esa es realmente una de las principales cosas que nos ofrece la era digital, especialmente en estos tiempos de COVID-19 en los que las personas no pueden desplazarse: de pronto, estamos descubriendo algunas de estas posibilidades para mantenernos en contacto. La tecnología digital en estos tiempos de confinamiento realmente ofrecen una manera de que las personas permanezcan unidas en el ámbito local, no solo globalmente. Durante estos tiempos de distanciamiento físico es difícil reunirse en persona, pero podemos hacerlo usando la tecnología. Puede que no sea lo mismo pero, aún así, puede ser un verdadero regalo. Hace poco, asistí a un servicio religioso de comunión en línea, y fue una verdadera experiencia de culto, no una retransmisión, ni una actuación. ¡Lo disfruté mucho!

En términos de desafíos, el propio tiempo se ha convertido en un tema destacado en las conversaciones mundiales. De hecho, simplemente planificar la hora de inicio y fin de una reunión puede ser muy complicado. En otras épocas, las reuniones mundiales implicaban la llegada de personas en embarcaciones. Esto era así en la antigüedad, cuando era la única manera de que gente de unos y otros continentes se pudiera reunir físicamente e,  incluso en esos tiempos, era más fácil encontrar un momento para reunirse.

¿Cómo podemos manejarnos con las “noticias falsas”, o filtrarlas?

Dr. Brown: Las noticias falsas siempre han estado con nosotros. En la Biblia, el Éxodo 23 dice: “No suscitarás rumores falsos”. En otras palabras, ¡no difundirás noticias falsas!

Hay una enorme inundación de información en todos los frentes: periódicos en línea, redes sociales (ya sea Twitter, Facebook, YouTube, Instagram)… A veces, es fácil sentirse abrumado por toda la información que hay. En ocasiones, es difícil saber cómo manejar toda esa información. También está el hecho de que, debido a la falta de comunicación directa de persona a persona, la gente a veces reacciona inmediatamente, sin pensar.

Las noticias falsas pueden ser una manera intencionada de desinformar cuando se publican conscientemente. Sin embargo, en ocasiones, es más lo que yo llamaría “malinformar”. Es posible que no siempre sea que la gente haya decidido conscientemente compartir o proponer noticias falsas. Muchas veces, la gente comparte cosas inconscientemente y, en ocasiones, lo hacen incluso con las mejores intenciones.

También tenemos que ser conscientes de que hay algoritmos detrás de nuestros perfiles en las redes sociales; algoritmos diseñados con el propósito de atraernos dándonos más de aquello que queremos. Manejar el tema de las noticias falsas no es solo una cuestión de alfabetización tecnológica o de redes sociales, aunque sí incluye eso, sino también de que la comunidad ecuménica desafíe a algunos de los gigantes tecnológicos mundiales. Si los algoritmos son tan sensibles que pueden conocer nuestra personalidad mejor de lo que podemos conocernos a nosotros mismos, seguramente para la Gran Tecnología también será posible desarrollar algoritmos que manejen el discurso de odio y las noticias falsas.

¿Puede decirnos algo más sobre nuestros desafíos como comunidad ecuménica?

Dr. Brown: Uno de los desafíos o tareas de nuestra comunidad ecuménica es tratar de encontrar maneras de asegurarnos de que estamos compartiendo información fiable. Por supuesto que tratamos de distinguir entre la buena y la mala información, pero las cosas no son siempre tan sencillas. Hay múltiples niveles de precisión en el contexto de la inmediatez de nuestra era digital. Y, con el distanciamiento físico, no siempre tenemos a gente cerca para conversar y compartir cara a cara. En cuanto a la COVID-19, hay mucho que no sabemos, y mediante estas tecnologías, nuestro conocimiento aumenta y nuestras opciones cambian. En última instancia, es importante darse cuenta de que la incertidumbre no siempre es algo malo. Especialmente en tiempos de incertidumbre, puede que la gente tienda a buscar la certeza y una respuesta tranquilizadora, y ese tipo de respuesta lleva a que se propaguen noticias falsas. La gente puede distribuir noticias falsas porque quiere que sean verdaderas. A veces, es importante admitir que no estamos seguros, y eso no quiere decir que no tengamos esperanza.

Los otros grandes desafíos de la comunicación digital están relacionados con las cuestiones de la justicia y la paz. ¿Cómo promueve la comunicación digital las estructuras de injusticia? ¿A quién incluye y a quién excluye? Recuerdo que solía escribir artículos y dar discursos sobre cómo las redes sociales eran algo positivo que permitía a las comunidades y grupos organizarse, y elevar voces que antes habían sido silenciadas. Ahora, ocho o nueve años más tarde, estamos hablando de las redes sociales como plataformas donde reinan la difusión populista y la desinformación. Así pues, tenemos que tratar de ver a nuestras comunidades en un contexto social y político más amplio, y preguntarnos cómo se relaciona la tecnología de la comunicación con el panorama general.

En última instancia, el desafío de la comunicación digital no tiene que ver con la tecnología, sino con lo que significa ser humano, y lo que significa ser hecho a imagen de Dios: el Dios cuyo “espíritu de la verdad”, como lo expresa Jürgen Moltmann en el artículo de apertura de este número de The Ecumenical Review, “nos impulsa a buscar la verdad y a perseguir la paz”.

The Ecumenical Review, la revista trimestral del Consejo Mundial de Iglesias, es publicada por Wiley en nombre del CMI. Más información: https://onlinelibrary.wiley.com/journal/17586623

The Ecumenical Review (en inglés)