La Cruz Roja Italiana calcula que la isla acogió la semana pasada al menos a 10 000 personas recién llegadas, muchas de las cuales viajaron en barco desde Túnez. El centro de refugiados de la isla fue construido originalmente para acoger solo a cuatrocientas personas.
La Federación de Iglesias Evangélicas de Italia, que participa desde hace años en programas de acogida e integración de inmigrantes y solicitantes de asilo, expresó su preocupación por la situación.
“Reiteramos que la solicitud de asilo no es un delito y que no puede ser gestionada con medidas tutelares”, dijo la Federación en una declaración. “Italia y otros países europeos pueden aceptar cuotas de inmigrantes y aplicarlas, en parte gracias al trabajo en materia de vías efectivas de integración”.
La declaración destaca que la descendencia de los migrantes ha creado riqueza y capital social e invita a que “imaginemos cómo podrían invertirse razonablemente los cientos de millones de euros destinados a evitar la llegada de inmigrantes”.
El Dr. Torsten Moritz, secretario general de la Comisión de las Iglesias para los Migrantes en Europa, con sede en Bruselas, comentó lo siguiente: “Vemos las imágenes de Lampedusa con gran preocupación y solidaridad, tanto con quienes llegan a la isla como con quienes los acogen. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la crisis se debe principalmente a decisiones políticas. El acuerdo alcanzado en julio por la UE y Túnez ha sembrado el pánico entre los refugiados y migrantes vulnerables del país norteafricano, quienes ahora están cruzando el Mediterráneo en mayor número”.
Y añadió: “También hay que recordar que hace unos diez años las llegadas eran aún mayores, ya que en aquella época la búsqueda y salvamento proactivos dirigidos por los Estados permitían el desembarco descentralizado en distintos puertos, lo que contribuía a una mejor respuesta. Obviamente, los esfuerzos nacionales deberían ir acompañados de una respuesta solidaria por parte de toda la Unión Europea, que incluya un mecanismo de reubicación obligatorio y significativo y, por último, aunque no menos importante, que ofrezca mayores posibilidades de paso seguro”.
El Consejo Mundial de Iglesias ha expresado desde hace tiempo su solidaridad y acompañamiento a los refugiados y migrantes que llegan a Italia, y a las iglesias miembros del CMI, la Federación de Iglesias Protestantes de Italia y las organizaciones y redes afines en sus esfuerzos por acoger y ayudar a los refugiados a integrarse en la sociedad.