Hanbeet Rhee, embajadora de la campaña de los Jueves de negro del CMI por un mundo sin violaciones ni violencia, trabajó con grupos de mujeres en Corea del Sur para confeccionar paneles para el tapiz, que será un símbolo visual importante que recordará a Corea del Sur, dijo Rhee.
Uno de estos grupos era Wumtda, que integra a catorce mujeres de entre 20 y 60 años de diferentes denominaciones y posiciones, entre las que hay pastoras, teólogas, estudiantes de Teología y laicas. Mientras el grupo creaba los paneles, hablaban de las realidades a las que se han enfrentado las mujeres de la iglesia por el simple hecho de ser mujeres.
Un segundo grupo es Nabi, que significa ‘mariposa’ y que también cuenta con mujeres religiosas de distintas denominaciones cuyo objetivo es crear y hacer crecer un movimiento de vida, justicia y paz.
Con doce miembros de entre 20 y 50 años –principalmente pastoras y estudiantes de seminario–, el grupo promueve asimismo materiales de educación ecológica para los niños de la iglesia en Corea.
Además de los paneles, las surcoreanas envían una variedad de coloridas cintas de oración. “En Corea del Sur, colgar un trozo de tela en una cuerda es una manera tradicional de expresar deseos y oraciones”, explicó Rhee, que ha estado trabajando con la Asociación Cristiana Femenina Mundial (YWCA, por sus siglas en inglés) de Corea haciendo cintas de oración y produciendo materiales de apoyo para la campaña de los Jueves de negro. YWCA Corea compartió insignias, fondos virtuales y tarjetas postales con cincuenta y dos YWCA locales, así como con otras organizaciones cristianas y con el público en general.
“Las YWCA locales han desplegado una gran actividad con los Jueves de negro”, dijo Rhee.
Cuando los paneles y las cintas de oración lleguen a la 11ª Asamblea del CMI, “me dará la impresión de que no estamos solas”, dijo. “A veces cuando estamos luchando contra la violencia de género en Corea, nos sentimos muy solas porque sentimos que estamos paralizadas en nuestra situación”.
El tapiz, para Rhee y muchos otros, será un símbolo de la clase de trabajo que mujeres y hombres pueden hacer juntos para prevenir la violencia de género. “Es un signo de que tenemos amigos en el mundo que estarán con nosotros, que ya son activos en su sociedad y que serán nuestros asociados”, dijo.
Aunque algunas partes de la sociedad coreana han trabajado para prevenir la violencia de género y han hecho avances hacia la igualdad, las iglesias tienen un largo camino por recorrer, dijo Rhee. “Es un asunto crítico al que nos estamos enfrentando en las iglesias coreanas”, añadió, señalando la falta de normas y de protección en relación con el acoso sexual y la discriminación contra las mujeres que solicitan puestos de liderazgo en las iglesias como dos grandes desafíos.
“La sociedad está cambiando aquí, pero la iglesia permanece en el pasado”, dijo. “No quieren hablar mucho sobre ello”.
Hacer los paneles brindó a las mujeres la oportunidad de expresarse no solo a través de su arte, sino conversando con las demás mientras trabajaban juntas. “Fue una verdadera oportunidad de ofrecer un espacio seguro a todas para hablar de ello”, dijo.
One of the panels for the Waterfall of Solidarity and Resistance prepared by women's groups in South Korea