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Foto: Global Christian Forum

Foto: Global Christian Forum

Por Marianne Ejdersten*

Nada parece imposible para este hombre conocido por su carácter afable y sereno, y por sus elocuentes discursos. Ha tenido que enfrentarse a un sinnúmero de dificultades como la persecución y los periodos de enfermedad grave. Además, a los sesenta y dos años de edad, se le pidió que asumiera un nuevo cargo que representaba el compromiso con un país cuya lengua y cultura le eran desconocidas, y que era el único Estado del mundo declarado oficialmente ateo, en el que se le pedía que reconstruyera la Iglesia. En 2015, veinticuatro años más tarde, ha sido anfitrión de la reunión del Foro Cristiano Mundial (FCM) que se celebró en Tirana (Albania) del 1 al 5 de noviembre. En ella se han dado cita ciento cincuenta dirigentes de alto nivel y representantes de diversas tradiciones eclesiásticas de más de sesenta países para escuchar y aprender, y para expresar su solidaridad con las iglesias y los cristianos que sufren de discriminación y persecución en la actualidad. «Este es el fruto de nuestra labor conjunta en Albania», afirmó el arzobispo Anastasios de Tirana, Durrës y Toda Albania.

El arzobispo Anastasios concedió una entrevista al departamento de noticias del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) en su residencia, en Tirana.

Desde que conocí en 1997 a este apóstol de la paz y la reconciliación, le considero como uno de mis principales ejemplos a seguir, y soy consciente de que soy tan solo una de las muchas personas que comparten esta opinión. Nos reunimos en la oficina de su residencia un día después de su octogésimo sexto cumpleaños. Nos dio la bienvenida con confitería y café griegos en una habitación de tonos cálidos, decorada con flores e iconos. Su morada narra la historia de su vida, que en ocasiones ha entrañado peligro. El doble acristalamiento de una ventana frenó una bala dirigida hacia él que permanece hasta hoy suspendida en el cristal en plena trayectoria. Fue disparada por un francotirador durante la convulsión política de 1997 que sumió en el caos a una Albania mayoritariamente musulmana, y poco le faltó para acabar con la vida del arzobispo. «Conservo esta ventana como recordatorio de que la vida puede acabarse en un segundo y no debemos malgastar ni un solo día», nos explicó.

Y, en efecto, pocos hombres han aprovechado tanto sus días como el arzobispo Anastasios. Este hombre de salud delicada, pero dinámico, ha pasado los últimos 24 años superando enormes obstáculos para realizar prácticamente un milagro en uno de los países más pobres de Europa.

De Grecia a África y Albania

Nacido en El Pireo (Grecia) el 4 de noviembre de 1929 en una familia religiosa, se interesó por la ciencia desde la infancia. No obstante, su punto de vista cambió tras cuatro años de ocupación nazi de Grecia que trajeron consigo el miedo, la destrucción y los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Fue entonces cuando tomó consciencia de que la única manera de abordar aquel sufrimiento era trabajar por la paz eterna, esa paz que solo puede venir de Jesucristo. Así pues, ha dedicado su vida y su carrera a cumplir con el mandato de Cristo.

Su título oficial es “Arzobispo de Tirana, Durrës y Toda Albania”, pero en ocasiones se le ha llamado “Arzobispo de Tirana y de todos”, a lo que él no pone objeciones. «Soy el arzobispo de todos. Para nosotros, toda persona es un hermano o hermana. La Iglesia no es una entidad en sí misma. La Iglesia es para todos».

Durante los años noventa, alrededor de 160 000 personas perecieron por causa de la violencia en la Península Balcánica. A pesar de que los conflictos se articulaban en gran parte en torno a las diferencias étnicas, la religión desempeñó un papel importante en la guerra entre tres facciones en la que se vieron envueltos los cristianos ortodoxos, los católicos romanos y los musulmanes. Poco después de su llegada a Albania, en 1992, el arzobispo descubrió que su papel no consistía solamente en liderar la Iglesia Ortodoxa de Albania. «Debemos recordar que Albania tenía muy poca experiencia en tanto que país independiente y aún menos en materia de libertad». Durante la era comunista, de 1945 a 1990, Albania, país situado al norte de Grecia, pasó a ser el único país del mundo que prohibió toda práctica religiosa. El mero acto de persignarse podía ser motivo de encarcelamiento. Durante este periodo en el que los albaneses, que en la actualidad alcanzan los tres millones, se vieron aislados del resto del mundo, todas las iglesias, mezquitas y sinagogas fueron destruidas o se destinaron a un uso secular.

El arzobispo recuerda: «el Estado albanés fue creado en 1912-1913. A su creación le siguieron veinticinco años durante los que se trató de construir dicho Estado en el país más pobre de Europa. En este contexto, es necesario pensar en términos más amplios; pensar sobre el desarrollo social en su totalidad; no pensar en términos de decenios, sino de siglos…es necesario pensar en lo que significa ser libre».

Si tienes fe, quédate y lucha

Tras la caída del comunismo, en 1991, el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, líder espiritual de los cristianos ortodoxos, decidió enviar al arzobispo Anastasios a Albania para hacer un informe sobre la situación religiosa del país. Encontró mil seiscientas iglesias destrozadas, y solo quedaban vivos veintidós sacerdotes ortodoxos de los cuatrocientos cuarenta con los que contaba Albania antes del comunismo. En cambio, los albaneses ansiaban desesperadamente la libertad religiosa, y muchos se reunían para celebrar cultos en terrenos en los que, de lo que una vez fueron sus iglesias, tan solo quedaban las campanas rotas.

El arzobispo vio la desesperación en los rostros de los albaneses y pensó: « ¿quién va a ayudar a estas personas?» Y se dijo a sí mismo: «Si tienes fe, quédate y lucha. Si no la tienes, márchate». Y se quedó. Durante los siguientes diez años, luchó por la superación de siglos de hostilidad étnica y religiosa para establecer una nueva Iglesia en la nación.

«Contando tanto las iglesias grandes como las pequeñas, se construyeron aproximadamente ciento cincuenta iglesias nuevas; se renovaron y restauraron sesenta iglesias y monasterios designados como monumentos culturales, y se repararon ciento sesenta iglesias. Se han adquirido, construido y reconstruido más de setenta edificios para su uso como centros de educación preescolar, escuelas, centros juveniles, sedes metropolitanas, centros de acogida, talleres, comedores de beneficencia, etc. En total, se han llevado a cabo más de cuatrocientos sesenta proyectos», explicó el arzobispo Anastasios.

La educación en todas sus formas es esencial para el arzobispo: «la educación es mucho más que leer libros y memorizar datos. Su objetivo debe ser ayudar a construir a las personas para que sean no solo intelectualmente capaces o cualificadas en ciertas disciplinas determinadas, sino también personas movidas por el respeto y el amor, y no por el miedo y la codicia», apuntó.

«Dios no nos dio un espíritu de temor, sino de poder. Aquellos que temen a Dios, no temen a nada más».

Hombres y mujeres en el seminario

La labor educativa para preparar a hombres y mujeres para servir a la Iglesia se convirtió en una de las principales educaciones.

«Nos enfrentamos al problema de la escasez de sacerdotes. La joven generación creció en un contexto ateo, al cual le siguió el sueño capitalista, y muchos decidieron emigrar a otros países. La perspectiva del dinero es muy atractiva. No obstante, poco a poco algunas personas se van dando cuenta de que el dinero no da la felicidad; de que la felicidad solo puede venir de algo más profundo».

«Como habrán podido comprobar, en el seminario no hay solo hombres, sino también mujeres. Las mujeres constituyen en torno a un tercio de los participantes. Antes, la esfera de influencia de las mujeres era principalmente la de las tareas del hogar, pero ahora las mujeres tienen una vida pública y la Iglesia debe utilizar sus dones. Las mujeres prestan otro tipo de servicio a la Iglesia. Muchas mujeres se han graduado en el seminario y ahora desempeñan un papel importante en las actividades de la Iglesia en Albania, como pueden ser las obras de misericordia diaconales, la enseñanza, la administración o las actividades de misión, entre otras. No habríamos podido lograr tanto sin ellas».

La Iglesia debe estar presente

El arzobispo puso de relieve el hecho de que la Iglesia debe estar presente en todos los ámbitos de la vida. Él introdujo nuevos programas de educación, desarrollo y atención sanitaria; actividades sociales y de ayuda, y proyectos culturales y medioambientales, entre otras necesidades de la civilización. «Debemos introducir una dimensión espiritual en cada ámbito de la vida. La cultura es algo más que la tecnología; consiste, por encima de todo, en el respeto de la dignidad de las personas. La cultura conlleva el respeto de la Creación de Dios. Allí donde lo haya, hay belleza», afirmó.

La prioridad número uno para el arzobispo son los niños y los jóvenes. «Hemos abierto muchas guarderías y escuelas. Solo lamento que no podamos ayudar a más jóvenes. Hacemos lo que podemos con el personal y el espacio que podemos conseguir».

Cuando Anastasios se ordenó, viajó a África. «La tarde del día en que me ordené sacerdote, en mayo de 1964, viajé a Uganda, país en el que había pensado tan a menudo y al que tanto había anhelado ir. Pensaba que África sería mi hogar durante el resto de mi vida, pero la malaria acabó con ese sueño…fue mi primera experiencia cercana a la muerte. Recuerdo la frase que se formó en mis pensamientos cuando pensé que iba a morir: «Señor, sabes que he intentado amarte». Acto seguido, me quedé dormido, y al día siguiente, me sentía bien. Tuve una segunda crisis estando en Ginebra para participar en una conferencia sobre misión. Por fortuna, los médicos lograron identificar la enfermedad y supieron cómo tratarla. Una vez recuperado, antes de salir del hospital, me dijeron que debía olvidarme de volver a África».

El arzobispo retomó entonces sus estudios, pero no se olvidó de África. Con una beca, cursó estudios de postgrado en la Universidad de Hamburgo, en Alemania, de 1965 a 1969. Se especializó en historia de las religiones, pero también estudió etnología, misiología y estudios africanos. Su trabajo final versó sobre los espíritus mbandwa y el contexto de su culto: una investigación sobre la religión africana de Uganda occidental».

El movimiento ecuménico mundial y local

En 1969, el CMI invitó a Anastasios a aceptar un cargo en la Comisión de Misión Mundial y Evangelización como “secretario para la investigación y las relaciones con las iglesias ortodoxas”. Más tarde, se convirtió en el primer moderador ortodoxo de la Comisión de Misión Mundial y Evangelización (1984-1991), y presidió durante la Conferencia sobre Misión Mundial que se celebró en San Antonio (Texas) en 1989.

A continuación, en enero de 1991, el Patriarcado Ecuménico decidió restablecer la Iglesia de Albania. Dos meses después de su sexagésimo primer cumpleaños, Anastasios recibió una llamada del Patriarcado de Constantinopla para preguntarle si podría ir a Albania a ver si quedaba algo allí de la Iglesia ortodoxa. En un principio, no se trataba de un puesto permanente, tan solo le encargaron la tarea de evaluar si se podía hacer revivir la Iglesia y de qué manera podría hacerse.

Según explica, «fue solamente más tarde cuando las autoridades del Patriarcado me preguntaron si estaría dispuesto a aceptar mi elección como arzobispo de Albania. Tras un periodo de reflexión y oración, me mostré dispuesto, con tres condiciones. La primera, que debía estar claro que este era el deseo de los ortodoxos de Albania. La segunda, que este fuera el deseo del Patriarcado ecuménico. Y la tercera, que las autoridades albanesas aceptasen esta decisión. De no cumplirse estas condiciones, la situación de la Iglesia no haría más que complicarse. Mi respuesta era mucho menos que un sí; actuaba como Jonás, buscando una vía de escape. Pero mi oración interior era: “Hágase tu voluntad”».

«Los ortodoxos, de hecho, me pedían que me quedase ¿Cómo podría haberme negado? ¿Cómo podría haber dicho que tenía planes diferentes para el resto de mis días? Oraban por mí todos los días. Permanecer en Albania significaba dejar de lado todas las ideas que tenía sobre lo que haría con lo que me quedaba de vida. Estaba pensando en una jubilación apacible en Grecia, dando clase en la universidad y escribiendo libros», prosiguió.

«Para mí, no solo ha sido importante aprender albanés, sino también velar por que, cada vez que digo algo, no lo diga solamente de manera que pueda ser entendido, sino que lo diga bien».

Uno de los principales inversores y creadores de empleo en Albania

Los conocimientos lingüísticos, la formación y la construcción de iglesias son también importantes para el arzobispo: «Construir una iglesia consiste en más que erigir una instalación para la celebración del culto. Cuando construimos o restauramos una iglesia o monasterio, muchas veces también tenemos que reconstruir la carretera que lleva hasta ella».

«Con todos los proyectos de construcción que hemos llevado a cabo, la Iglesia se ha convertido en un elemento significativo para el desarrollo económico de Albania. La Iglesia es uno de los principales inversores y creadores de empleo de Albania». El proyecto más ambicioso del arzobispo Anastasios, que considera como el colofón de su misión en Albania, ha sido reconstruir la catedral ortodoxa de Tirana para remplazar a la que demolió el gobierno comunista. El nombre que eligió para la catedral ilustra lo que él ha logrado hacer por la Iglesia Ortodoxa de Albania y por el pueblo albanés: Catedral de la Resurrección.

Visión ecuménica más allá de la perspectiva balcánica

El arzobispo habla también de su visión ecuménica: «Estamos intentando abrazar con respeto y con amor, más allá de una perspectiva balcánica o europea, a la Iglesia en su totalidad y al mundo entero que el propio Cristo ha elevado, redimido e iluminado con su cruz y su resurrección. La visión ecuménica confiere especial fuerza, firmeza y perspectiva a toda situación concreta en el ámbito local. Además de esto, el énfasis en la ecumenicidad y la catolicidad de la iglesia, y la mirada fija en el Verbo encarnado de Dios en el Espíritu Santo, le ofrecen a los ortodoxos el pensamiento y la consciencia de un horizonte abierto de infinita grandeza».

Señaló que el diálogo interreligioso no es un mero intercambio de palabras. «Me ayudó participar en el comité para el diálogo con otras religiones del Consejo Mundial de Iglesias, pero la labor que hicimos fue una labor académica. Aquí, se aprende que muchas veces el mejor diálogo tiene lugar en silencio: se trata de un amor sin argumentos».

Podríamos haber continuado conversando con el arzobispo durante horas, pero hay otros representantes de los medios de comunicación esperando fuera. El arzobispo concluye con una sonrisa: «Solo podemos hacer nuestro trabajo con amor y humildad. Me siento como si todavía fuera un estudiante, o como si fuera un misionero que trabaja por la justicia y la paz».

El arzobispo Dr. Anastasios (nacido el 4 de noviembre de 1929 con el nombre de Anastasios Yannoulatos; en griego: Αναστάσιος Γιαννουλάτος; en albanés: Anastas Janullatos) es arzobispo de Tirana, Durrës y Toda Albania y, como tal, primado y presidente del Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Autocéfala de Albania. Es profesor emérito de la Universidad Nacional de Atenas y miembro honorario de la Academia de Atenas. Es Primado de Albania desde 1992 y, en su calidad de primado, ha reconstruido de sus ruinas la Iglesia Ortodoxa Autocéfala de Albania, aportando importantes contribuciones en los sectores de la atención de salud, las actividades de desarrollo, la ayuda de emergencia, la cultura, la ecología y la consolidación de la paz. De 1984 a 1991, Anastasios fue moderador de la Comisión de Misión Mundial y Evangelización del CMI; de 1981 a 1990, fue arzobispo en funciones del África Oriental, donde organizó y desarrolló la Misión Ortodoxa de África oriental; y de 1983 a 1986, fue decano de la Escuela de Teología de la Universidad de Atenas. Es presidente honorario de la Conferencia Mundial de Religiones por la Paz.

Álbum de fotos: Arzobispo Anastasios: convertirse en un apóstol de la paz

Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Autocéfala de Albania

Vídeo del CMI: La resurrección de la Iglesia ortodoxa en Albania (en inglés)

Recursos de la reunión del Foro Cristiano Mundial que se celebró en Albania en noviembre de 2015

*Marianne Ejdersten es la directora del Departamento de Comunicación del Consejo Mundial de Iglesias