Por Claus Grue*
Cada mañana un hombre alegre y elocuente llega a su oficina de Jerusalén Oriental con, al menos, un atisbo de esperanza. Se trata del Dr. Bernard Sabella, que ha dedicado toda su vida a los derechos del pueblo palestino. En su trabajo como director ejecutivo del Departamento de Servicios a los Refugiados Palestinos (DSRP), se encuentra a diario con cuestiones que tienen que ver con la relación entre palestinos e israelíes. Al mismo tiempo, Sabella solo quiere ser un ciudadano corriente en el país donde él y su familia tienen sus raíces, sin que se le asocie constantemente con el conflicto palestino-israelí, que a veces siente que no hace justicia a su identidad como palestino.
“Al igual que la mayoría de mis compatriotas, quiero vivir mi propia vida sin que expatriados, periodistas y otras personas bienintencionadas me vinculen a ese conflicto todo el tiempo. Ser palestino es una identidad en sí misma y tenemos otras cosas en la cabeza que el conflicto con los israelíes. Estamos aquí por nosotros mismos”, explica.
“Pero, como señalan amigos, familiares y otras personas, los palestinos no pueden vivir su vida de manera independiente con una ocupación militar ininterrumpida y las medidas concomitantes que no solo restringen su movilidad, sino que también interfieren en los detalles más insignificantes de su vida cotidiana”, continúa.
A pesar de saber esto, Sabella insiste en que los palestinos deberían resaltar su identidad, que es, necesariamente, independiente del conflicto palestino-israelí, aunque esté intrincadamente vinculada a él.
“Así que el dilema es cómo equilibrar los dos: una identidad independiente de la que uno está orgulloso y el conflicto continuado con sus ramificaciones y repercusiones sobre la identidad”, plantea.
A pesar de las heridas que tanto sus compatriotas como él han sufrido a lo largo de los años, y de todas las reacciones adversas en distintos procesos de paz de que ha sido testigo, sigue manteniendo la esperanza de que prevalezcan la paz y la justicia para el pueblo palestino.
“Pero eso exigirá también cambiar la percepción de quiénes somos y no simplemente informar de las violaciones de los derechos humanos y otras medidas que la ocupación israelí inflige con frecuencia contra nosotros. Como palestinos, no estamos haciendo llegar al conjunto del mundo occidental el mensaje de que no somos antisemitas o antijudíos, sino que estamos luchando por los derechos que nos corresponden como pueblo. Esto es fundamental para un proceso de paz permanente y sostenible a largo plazo. Debemos encontrar maneras de llamar a la puerta de los israelíes y, a pesar de la situación de ocupación asimétrica, debemos esforzarnos por trabajar con los israelíes de ideas afines por una visión de futuro integradora para nuestros dos pueblos en esta tierra”, dice.
El Departamento de Servicios a los Refugiados Palestinos es una organización ecuménica relacionada con las iglesias que forma parte integral del Consejo de Iglesias de Oriente Medio. Fue creado después de la guerra árabe-israelí de 1948 y la aparición de la crisis de los refugiados palestinos. Este departamento sigue operando en los territorios palestinos (la Ribera Occidental y la Franja de Gaza), Jordania, Líbano y Galilea.
La organización apoya una amplia gama de proyectos de desarrollo y ayuda humanitaria en beneficio de los refugiados palestinos. El DSRP recibe financiación de organizaciones y asociados cristianos de todo el mundo. A lo largo de su historia, ha conseguido atraer un considerable apoyo financiero para sus actividades. Ahora es el principal proveedor de atención primaria de la salud en Gaza y gestiona programas integrales de educación y formación profesional en los campos de refugiados y las comunidades palestinas de Jordania, Líbano y los alrededores de Tierra Santa. También promueve el diálogo religioso y fomenta la educación para empoderar a los jóvenes y las generaciones futuras a fin de que construyan sociedades prósperas que vivan en paz.
“Hemos logrado muchas cosas y debemos seguir adaptando nuestro trabajo a lo que ocurra sobre el terreno. Hoy en día, nos centramos cada vez más en el desarrollo económico y la formación profesional para estimular la autosuficiencia entre los refugiados. Pero necesitamos mejorar cómo nos presentamos y cómo presentamos el trabajo que hacemos”, señala Sabella.
La comunicación regular y más oportuna es una clara prioridad y, con la ayuda del Consejo Mundial de Iglesias, se ha elaborado una estrategia de comunicación que fue presentada en la reunión del Comité Central del DSRP en Chipre el pasado mes de mayo.
“Es esencial disponer de canales de comunicación funcionales y promocionar mejor nuestras actividades. Hay infinidad de buenas historias que están ahí esperando ser contadas. Debemos comunicar y dar seguimiento al impacto de nuestro trabajo en nuestros beneficiarios a una escala mucho mayor”, concluye Sabella.
*Claus Grue es consultor del Consejo Mundial de Iglesias en materia de comunicación.