La Prof. Dra. Dimitra Kúkura expuso lo esencial de dos milenios de historia y se adentró en un tercer milenio en su ponencia titulada “De Nicea a Estocolmo: puentes teológicos”.
En ella, recordó que el reto de la unidad de la iglesia es casi tan antiguo como la iglesia misma.
“En la era posapostólica, varios problemas internos y externos amenazaron la unidad de las comunidades eclesiales”, explicó, tras lo cual describió el Concilio Ecuménico en Nicea, en 325, como un encuentro entre la iglesia y el mundo.
“Los delegados de las iglesias locales se reunieron en Nicea en el año 325, por invitación del Emperador Constantino, con el propósito de unir a la iglesia y preservar el imperio”, dijo.
A continuación, ofreció un repaso de la historia de la iglesia yendo de Nicea a Constantinopla, y al mundo entero.
“Por encima de todo, lo que ha agravado las divisiones han sido las pasiones humanas y el uso indebido de la fe para ejercer el poder secular”, reconoció.
No obstante, aún hoy, el texto del Credo de Nicea es un signo visible de unidad.
“Sin embargo, hoy, hasta los confines de la tierra, dondequiera que haya comunidades eclesiásticas cristianas, se confiesa la fe de Nicea-Constantinopla”, afirmó. “Durante el culto es maravilloso escuchar a una congregación recitarlo solemnemente en su propio idioma, con sus ritmos tradicionales, o cantarlo acompañado de un órgano o, incluso, con animada música rock”.

La Comisión de las Iglesias para Asuntos Internacionales (CIAI) celebró su 60ª reunión y la conferencia del centenario de Vida y Acción del 18 al 22 de mayo de 2025 en Atenas (Grecia). Ponencias del día 20 de mayo: Prof. Dra. Dimitra Kúkura, Universidad Aristóteles de Tesalónica; S.E. el metropolitano Gabriel de Nea Ionia y Filadelfia; y S.E. el metropolitano Job de Pisidia, vicemoderador de la Comisión de Fe y Constitución del CMI.
Para concluir, Kúkura destacó que, aparte del legado teológico, Nicea dejó otro legado de igual importancia para quienes continuaron el movimiento Vida y Acción —en la actualidad, los miembros de la Comisión de las Iglesias para Asuntos Internacionales (CIAI) del CMI: “Instó a todos los defensores de los derechos humanos, la justicia y la paz que vinieron después a profundizar en los problemas contemporáneos y a utilizar un código de comunicación común con las ciencias sociales. Sin embargo, sus palabras y pensamientos deben inspirarse en el amoroso Señor de la paz, nuestro señor Jesucristo, el Señor de la historia, principio y fin del mundo”.
En respuesta a la intervención de Kúkura, S. E. el metropolitano Job de Pisidia, vicemoderador de la Comisión de Fe y Constitución, planteó varias ideas para impulsar los debates de la CIAI.
Destacó la relación entre el Concilio de Nicea y la forma en que la iglesia enfoca el servicio social.
Los servicios sociales de las iglesias no son solo unos servicios más, como los que ofrece cualquier otra ONG, señaló el metropolitano Job.
“Nuestra labor social tiene otro cariz, su inspiración es diferente porque nosotros estamos construyendo el cuerpo de Cristo”, afirmó. “Porque desde que el hijo de Dios se hizo hombre, nos ha invitado a formar parte de su cuerpo místico, que es la iglesia”.
Por lo tanto, añadió el metropolitano, todos los servicios sociales de la iglesia poseen una naturaleza transformadora. Advirtió del peligro del reduccionismo teológico, poniendo bajo el foco el origen mismo de esa transformación: Jesucristo.
“La iglesia no se limita a hacer del mundo un lugar mejor, como lo hacen las organizaciones humanitarias y filantrópicas, sino que, además, lo transforma al incorporar a los seres humanos al Cuerpo de Cristo, que es la iglesia”, dijo.
Más información sobre la consulta del centenario de Vida y Acción de la CIAI, Atenas
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