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El patriarca Abune Matías en la capilla del Centro Ecuménico de Ginebra, febrero de 2017. © Peter Williams/CMI

El patriarca Abune Matías en la capilla del Centro Ecuménico de Ginebra, febrero de 2017. © Peter Williams/CMI

Por J. Michael West*

La visita del patriarca de la Iglesia Ortodoxa Tewahedo de Etiopía, S. S. Abune Matías, al Consejo Mundial de Iglesias (CMI) el 9 y 10 de febrero de 2017 motivó la reflexión sobre la singular historia y tradiciones de esa antigua iglesia y sobre su papel en la sociedad etíope y en el panorama ecuménico más amplio. Abune Matías fue elegido en 2013 tras una vida de servicio en la iglesia y sus monasterios y escuelas durante una época especialmente turbulenta. La iglesia cuenta con unos cincuenta millones de miembros, incluyendo a varios millones fuera de Etiopía, país donde representa aproximadamente a la mitad de la población. A continuación, les presentamos una breve entrevista con el patriarca.

Su Santidad, ¿por qué visita el Consejo Mundial de Iglesias, y por qué es importante hacerlo?

Visitar el CMI es importante porque el Consejo Mundial de Iglesias es muy importante para nuestra iglesia, nuestra unidad y nuestro camino juntos. Nuestra iglesia fue miembro fundador del CMI, y es por eso que después de cuatro años de patriarcado decidí venir aquí para mostrar mi apoyo al ecumenismo.

Usted ha pasado la mayor parte de su vida en monasterios, desde su juventud, y la Iglesia Ortodoxa de Etiopía sigue contando con 1500 monasterios. ¿Cuál es la importancia de la vida monástica en la actualidad, en un momento en que la vida parece tan ajetreada, caótica y secularizada? ¿Qué valor tiene hoy?

La vida monástica sigue siendo fundamental para la vida de la iglesia etíope. Por un lado, es un compromiso voluntario y no hay influencia del exterior. Uno tiene que decidir si quiere ser monje y vivir esa vida, si quiere vivir apartado del resto del mundo. Es importante para el conjunto de la iglesia que existan personas que quieren orar por quienes están fuera de la vida monástica. La vida monástica se organiza en verdad para centrarse totalmente en Dios, por lo que no hay nada más en lo que pensar. Se trata de una vida para la vida de la iglesia y un mundo de servicio, por el vínculo con la iglesia en general, así que el monacato es un lugar donde uno se conecta con Dios por el bien de la humanidad.

También es una fuente de educación para quienes están en los alrededores, tanto en el monasterio como en nuestras escuelas monásticas. En esta sociedad secularizada, el valor actual de la vida monástica consiste en proteger a las personas, a través de la formación y la educación, de llevar una vida diferente, con menos cimientos, y esto es importante para sus vidas personales y para las vidas de los estudiantes allí. Estando en el monasterio pueden enseñar a los estudiantes una vida diferente, quizá salvándolos de muchas otras cosas que no son buenas para el bienestar humano. Los monasterios están conectados con la vida espiritual, así que al enseñar e instruir a los monjes y a los estudiantes pueden devolver a las personas a la vida real de forma que puedan vivir con Dios, en vez de dejar a Dios siendo simplemente seculares y abandonando la religión. Los monjes recuperan a las personas porque siempre están con Dios.

Así que es como una escuela de la vida cristiana...

Sí. Por ejemplo, yo he vivido toda mi vida en un entorno monástico, y hoy esa vida espiritual me da fuerza para desempeñar mi especial trabajo. La vida espiritual también apoya una vida física sana, por eso ahora siempre estoy totalmente centrado y comprometido con el trabajo que hago de servicio a la iglesia. Nada más puede entrar en mi mente, porque no tengo ningún punto de referencia ni valor mayor fuera de la iglesia.

Pasemos a hablar de la Biblia. La Biblia ha estado muy presente en la vida de la iglesia etíope y sus gentes, con una larga historia de traducciones y comentarios, e incluso Etiopía es mencionada en ella. Usted es especialista en textos bíblicos. En el contexto actual, ¿qué importancia tiene la Biblia? ¿Sigue siendo un pilar para la iglesia etíope?

Aunque es antigua, la Biblia es sumamente importante en la vida de la Iglesia, incluso hoy. La antigua lengua de Etiopía –el ge’ez– fue el idioma utilizado en las primeras traducciones de la Biblia y sigue siendo la lengua litúrgica de la iglesia, aunque la Biblia también está disponible en amárico, que es el idioma oficial de la moderna Etiopía. La Biblia no solo se ha traducido de las lenguas antiguas a la moderna, también está ahora en muchas de nuestras lenguas regionales. Dado que ofrece un análisis más profundo de nuestro ser y nuestra vida espiritual, todas nuestras enseñanzas se basan efectivamente en los versículos y los valores de la Biblia. En nuestras escuelas e instituciones educativas, en nuestras enseñanzas religiosas y éticas, y en la propia iglesia, la Biblia sigue siendo realmente importante en nuestra vida eclesial.

En cuanto al uso de la Biblia en nuestra iglesia, hay algo que es diferente: al igual que ocurre en otras iglesias ortodoxas orientales, aceptamos 81 libros en la Biblia, en lugar de los 66 que muchas iglesias protestantes aceptan o los 73 de los católicos. Los etíopes veneraron el Antiguo Testamento incluso antes del nacimiento de Cristo, así que sus enseñanzas aún son muy importantes en la iglesia etíope y en nuestras vidas personales, por ejemplo.

Usted ha participado en la religión y la política durante muchas décadas e incluso fue al exilio en un momento dado por criticar al entonces gobierno comunista. ¿Cuál es el papel adecuado para la iglesia en tales situaciones: usted intercede, arbitra o convoca a las partes en conflicto? ¿Adopta una actitud profética o mediadora? ¿Qué papel tiene la iglesia en medio de la actual agitación social y política en el país?

En algunas ocasiones, el gobierno ha intentado controlar la vida religiosa. Por ejemplo, en el pasado, durante el régimen comunista, el gobierno promulgó que se quemaran todos los libros religiosos del país. Por eso, enviamos algunos de los libros fuera del país, para que otros pudieran usarlos. Este período supuso para nosotros un gran desafío, por el que también perdieron la vida muchas personas, incluso clérigos. Unos murieron, otros fueron encarcelados. Sin embargo, con todo ello, no consiguieron destruir la vida religiosa. De modo similar, si tomamos el caso de la Unión Soviética, incluso después de setenta años, las personas todavía volvieron a la iglesia. De igual manera, después de la directiva de que se quemaran todos los libros que estaban imprimiéndose, dijimos a la gente que si quería los libros que iban a ser quemados, que viniera a buscarlos. De esa forma, yo y otros tuvimos la oportunidad de ir a recoger los libros y esconderlos en nuestras casas.

Ahora la situación ha cambiado con el gobierno actual. La política y la iglesia son entidades diferentes del país, y están jurídicamente separadas. Los políticos hacen su trabajo, y no tienen que venir a la iglesia. Y nosotros, en la iglesia, somos independientes y hacemos nuestro propio trabajo: enseñamos a nuestros fieles, rendimos culto con ellos y les aconsejamos porque ese es nuestro mandato, nuestra responsabilidad. Así que no tenemos problemas a la hora de desempeñar nuestras funciones.

Naturalmente formamos parte de la sociedad en su conjunto, parte del pueblo. Por eso, siempre que hay dificultades, tenemos la responsabilidad de aconsejar a las personas. Y cuando hay violencia, las reunimos para abordar el problema. Es por ese motivo que la iglesia brinda espacio a todos. La responsabilidad de la iglesia es no ponerse del lado de este o del otro, sino, en la medida de lo posible, alentar, aconsejar y pedir a todos que vengan a sentarse juntos y resolver sus problemas por medio del diálogo y el debate. Esa es nuestra responsabilidad como líderes religiosos.

Desde su elección en 2013, ha estado en El Cairo, Kerala, Roma, y ahora Ginebra. ¿Cuál es su visión u objetivo para la Iglesia Ortodoxa de Etiopía en relación con toda la oikoumene y para el futuro?

Mi primera prioridad ha sido visitar a nuestras iglesias hermanas –la Iglesia Ortodoxa Copta, la Iglesia Ortodoxa Siria de Malankara en la India, y la Iglesia Apostólica Armenia en Cilicia–, ya que estamos en plena comunión con estas iglesias ortodoxas orientales. También estaba planeando ir a Armenia propiamente dicha, a la Santa Sede de Etchmiadzin. Todo estaba organizado, y estaba preparado para volar cuando nos enteramos de las terribles noticias de los asesinatos de cristianos etíopes en Libia. Cuando llegaron las noticias de los mártires, abandoné los planes de viaje. La principal razón de mis visitas a esas iglesias es que, juntas, somos una iglesia, en comunión. Queremos fortalecer nuestras relaciones, nuestra unidad y nuestra colaboración.

Asimismo, visité el Vaticano y a Su Santidad el papa Francisco. Es una iglesia internacional, y muchos dirigentes de iglesias visitan al papa, así que también le presenté mis respetos allí. Todas estas visitas tienen como objetivo hacer hincapié en la unidad y en nuestra convivencia como cristianos.

El patriarca Matías: “La paz es el mensaje de cada día” (comunicado de prensa del CMI del 10 de febrero de 2017)

Iglesia Ortodoxa Tewahedo de Etiopía

*J. Michael West, en calidad de editor del CMI.