La vocación común de las iglesias miembros del CMI
Como parte de su comunidad en el Consejo Mundial, las iglesias miembros reconocen su vocación común, y su voluntad de cumplirla juntas.
Al adherirse al CMI, una iglesia reconoce su voluntad de identificarse de forma duradera, visible y organizada con los objetivos del movimiento ecuménico y de ahondar en la comunidad.
Las iglesias miembros del Consejo desean:
- cultivar su capacidad de orar, vivir, actuar y crecer juntas en comunidad, haciendo frente a los desacuerdos mediante la reflexión, la oración y el diálogo;
- responsabilizarse unas por otras con espíritu de fidelidad al Evangelio en lugar de hacerlo con actitud de juicio y exclusión;
- unirse en un servicio que trascienda las propias fronteras y establecer relaciones entre el contexto local y la realidad mundial;
- reconocer que son parte de una comunidad que tiene su propia voz y examinar con la debida seriedad lo que el Consejo dice y hace en nombre de esa comunidad;
- aplicar en su propia vida los acuerdos alcanzados mediante el estudio y la reflexión teológicos comunes en el marco de toda la comunidad;
- apoyarse mutuamente en tiempos de necesidad y de lucha y celebrar las alegrías y las esperanzas de las otras;
- entender la misión de la iglesia como una responsabilidad compartida y no como una tarea en la que se enfrentan unas con otras;
- participar plenamente en la vida y la acción del CMI y en sus actividades, y aportar las contribuciones que el Consejo necesita para llevarlas a cabo.
Todo esto puede resumirse en el reconocimiento de las iglesias miembros de su "vocación común" - concepción dinámica del CMI como comunidad de peregrinos que tratan de alcanzar el mismo objetivo.