Voz fue oída en Ramá; 
lamento y llanto amargo.
Raquel lloraba por sus hijos;                                                                                              y no quería ser consolada por sus hijos,                                                                     porque perecieron.

(Jeremías 31:15)

 

Miramos hacia Tierra Santa con el corazón encogido por la muerte, la destrucción y el trauma que sufren sus habitantes. Escuchamos los lamentos de niños, niñas, mujeres y hombres inocentes, que sufren tan dolorosa e injustamente esta violencia brutal. Compartimos el dolor de todas las personas que sufren: las víctimas israelíes y las personas retenidas como rehenes o afectadas de cualquier otra manera por los ataques del 7 de octubre; la población de Gaza desplazada de sus hogares, que llora a sus seres queridos sepultados bajo los escombros de los edificios destruidos y que soporta bombardeos intensos y continuos.

Anhelamos la paz y la justicia, el fin de un ciclo aparentemente interminable de violencia y sufrimiento, y que se aborden sus causas profundas. Deploramos el lamentable fracaso de la comunidad internacional y de los líderes políticos de la región, que no han persistido en la búsqueda de una paz sostenible basada en la justicia y el respeto mutuo de la igualdad de derechos y dignidad humana de todos, y que han perpetuado el ciclo de violencia. En estos momentos en los que nos encontramos ante este abismo moral y de fe, oramos por la paz, por la justicia, por la sabiduría, por el entendimiento y por la restauración de nuestra humanidad.

El Consejo Mundial de Iglesias se une a la conmoción e indignación internacionales por los brutales ataques perpetrados por militantes de Hamás contra comunidades israelíes el 7 de octubre de 2023. Condenamos los ataques contra civiles, el asesinato de tanto niños y niñas como mujeres y hombres inocentes, y la toma de rehenes y el uso de civiles como escudos humanos.

Examinando la situación actual en Gaza, bajo el ataque de las fuerzas armadas israelíes, el CMI, junto con las iglesias de la región, está indignado por las represalias desproporcionadas de Israel, y las condena. Hemos visto cómo las fuerzas israelíes atacaban indiscriminadamente a civiles, hospitales, iglesias y mezquitas. El número de víctimas mortales ha superado la cifra de 11 000 —más de dos tercios de ellas, niños y niñas, y mujeres— y el de personas heridas, la de 37 000. Los ataques contra iglesias y sus instituciones, incluidos los refugios para civiles desplazados —especialmente niños y niñas, y mujeres, que han perdido sus hogares debido a los ataques aéreos israelíes contra zonas residenciales desde que comenzó la guerra—, son totalmente inaceptables.

Además, en Cisjordania —de donde los participantes en el Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel (PEAPI) del CMI fueron evacuados a mediados de octubre debido a la guerra y al cierre de Cisjordania— estamos siendo testigos de niveles de violencia sin precedentes contra civiles, escuelas y comunidades palestinas en el contexto de la ocupación, tanto por parte de los colonos como de las fuerzas armadas israelíes, y del cierre del acceso a todas las aldeas palestinas.

El Comité Ejecutivo del Consejo Mundial de Iglesias, reunido en Abuja (Nigeria) del 8 al 14 de noviembre de 2023, eleva ante nuestro Dios amoroso y misericordioso a las personas que sufren y están traumatizadas en la tierra natal de Jesucristo. Destacamos especialmente las consecuencias de por vida y potencialmente intergeneracionales del terrible trauma que sufren los niños y niñas tanto en Palestina como en Israel. Lamentamos que, debido a las actuales circunstancias de la guerra, los responsables de las iglesias de Jerusalén hayan llegado a la conclusión de que tenían que cancelar las celebraciones de Adviento y Navidad. Oramos por la paz en esta tierra; una paz sostenible y justa fundada finalmente en el reconocimiento y el respeto de la dignidad humana dada por Dios y la igualdad de derechos humanos de todas las personas —israelíes y palestinas, judías, musulmanas y cristianas por igual— en lugar de una falsa “paz” impuesta por la ocupación y la fuerza de las armas que no puede ni debe sostenerse.

El Comité Ejecutivo:

Insta a todas las partes a que respeten la vida y la dignidad que Dios ha dado a todos los seres humanos.

Insta también al respeto de los principios del derecho internacional humanitario, especialmente la protección de la población civil y de las infraestructuras civiles, incluidos los hospitales (como los hospitales al-Ahli, al-Shifa y al-Quds), los lugares de culto y los lugares sagrados (como la iglesia ortodoxa griega de San Porfirio) y las instalaciones de la ONU, y pide que se rindan cuentas de forma plena e imparcial ante la justicia por todas las violaciones de estos principios, cualquiera que sea su autor.

Pide la liberación inmediata e incondicional y el retorno seguro de todos los rehenes.

Pide un alto el fuego inmediato y la apertura de corredores humanitarios, y también que se garantice la distribución y el suministro sin restricciones de ayuda humanitaria esencial, como agua, alimentos, suministros médicos y combustible, y el restablecimiento de los servicios de electricidad e internet en Gaza.

Exhorta a la ONU y a las autoridades pertinentes a que investiguen todos los crímenes de guerra y otras violaciones del derecho internacional humanitario cometidos desde el 7 de octubre de 2023 hasta el final de la guerra, velando por que prevalezca la verdad y se garantice la rendición de cuentas para que estos crímenes no se repitan una y otra vez.

Ruega al Consejo de Seguridad de la ONU que supere el sesgo obstruccionista que le impide cumplir sus responsabilidades en relación con el conflicto actual de conformidad con los principios del derecho internacional, y también en lo que se refiere a la necesidad de un alto el fuego humanitario.

Refuta la presunción de todas aquellas personas que aducen motivos religiosos al referirse al conflicto actual, utilizando indebidamente las Escrituras para justificar la violencia, las matanzas, la crueldad y la opresión; rechazamos y denunciamos todos estos esfuerzos por distraer de las causas profundas del conflicto en la región. 

Subraya su grave preocupación por la proliferación de actos de odio y expresiones de antisemitismo y de odio a árabes y musulmanes en la región y en el mundo en general, en el contexto de la violencia actual. A la luz de los ataques contra judíos de todo el mundo a los que se responsabiliza erróneamente de las acciones del gobierno israelí, reiteramos el reconocimiento del Comité Ejecutivo de hace un año de “los legítimos temores del pueblo judío de todo el mundo ante el hecho de que entre las actitudes antisemitas y el discurso de odio y el genocidio hay solo un paso” y su reafirmación de “la categórica denuncia por la Asamblea fundadora del CMI en Ámsterdam del antisemitismo como pecado contra Dios y la humanidad”.

Rechaza cualquier intento de trasladar a palestinos fuera de Gaza, ya sea de forma permanente o temporal.

Insta a todos los miembros de la comunidad internacional a que reanuden su apoyo activo y sostenido a los esfuerzos en favor de una paz justa y duradera entre israelíes y palestinos, basada en el fin de la ocupación ilegal y del asedio de Gaza, en el reconocimiento de la igualdad de derechos humanos de todas las personas y en los principios aplicables del derecho internacional. Sin esto, la paz no puede mantenerse y es trágicamente probable que continúe el ciclo recurrente de violencia.

Reitera la condena categórica de la 11ª Asamblea del CMI de toda violencia mortífera y destructiva de esta índole, ya sea perpetrada por las fuerzas israelíes o por grupos armados palestinos, que no hace sino perpetuar el ciclo de violencia, y reafirma la observación de la Asamblea de que la situación en la región no puede resolverse en última instancia mediante la violencia, sino únicamente por medios pacíficos de conformidad con el derecho internacional.

Expresa la profunda solidaridad del movimiento ecuménico mundial con todos los pueblos de la región, en el contexto de los actuales estallidos de violencia y de la incertidumbre por la seguridad de sus comunidades.

Invita a todas las iglesias miembros y asociados ecuménicos, junto con todas las personas de buena voluntad, a orar por la paz y a apoyar activamente los ministerios de las iglesias de la región y las iniciativas ecuménicas e interreligiosas en favor de la justicia, la paz y la reconciliación entre israelíes y palestinos.