El Consejo Mundial de Iglesias, la Iglesia Evangélica Luterana de Baviera y la Iglesia Evangélica de Alemania han organizado conjuntamente una consulta de líderes eclesiales sobre la crisis europea de los refugiados. La consulta tuvo lugar en Kardinal-Wendel-Haus, Munich, el 29 de octubre de 2015, y contó con la asistencia de 35 participantes procedentes de iglesias y organizaciones ecuménicas de Oriente Medio, Europa y África. Las palabras de bienvenida del Rev. Dr. Olav Fykse Tveit, Secretario General del CMI, y del obispo Heinrich Bedford-Strohm, prepararon el terreno para las presentaciones de los países de cada región.

Esta reunión brindó una oportunidad para el intercambio de información entre los países de origen de los refugiados, los países de tránsito y los países de acogida. Los debates se centraron en la trágica situación de Oriente Medio y en los refugiados procedentes de esa región y de África.

Durante dichos debates los participantes demostraron ser plenamente conscientes de la presencia desde hace 2000 años de los cristianos en Oriente Medio, donde además tienen su origen las iglesias de Europa. Estamos llamados a ser un pueblo de fe y esperanza, y tenemos raíces en todas partes. Conocemos los corazones y los deseos de nuestro pueblo, así como los recursos y riquezas espirituales que todos podemos llegar a alcanzar.

En este proceso escuchamos las siguientes afirmaciones:

1. Como cristianos compartimos la creencia de que en el otro vemos la imagen del mismo Cristo, (Mateo 25:31-46) y de que todos los seres humanos han sido creados a imagen de Dios (Génesis 1: 26-27).

2. La experiencia de la migración y del cruce de fronteras es conocida para la iglesia de Cristo. La propia Sagrada Familia fue refugiada, la encarnación misma de Nuestro Señor supuso cruzar la frontera entre lo humano y lo divino.

3. Lamentamos profundamente las crisis que obligan a los pueblos a abandonar sus hogares y, a la vez, damos la bienvenida a Europa a todos los refugiados, pues vemos en ellos la imagen de Dios y, como hijos de Dios, traen sus dones a nuestro continente.

4. En la actualidad existen evidencias de la renacionalización de la política. Sin embargo, la iglesia es a la vez local y universal, y en la vida de las iglesias nos resistimos a la tendencia a trabajar de manera aislada y afirmamos nuestro profundo compromiso con un futuro universal y ecuménico.

5. Hay muchas personas en Europa que están dispuestas a atender y ayudar a todos los refugiados. Pero también hay un alto grado de inquietud y temor, y observamos además tendencias polarizantes que generan inestabilidad. Frente a ese desafío la iglesia promueve la colaboración, la cooperación y la solidaridad.

6. En numerosos informes resultó evidente que es preciso que los sistemas de ayuda sean sostenibles; la crisis de los refugiados no es simplemente un problema a corto plazo. La iglesia siempre adopta una visión a largo plazo, estamos preparados para acompañar a las personas a su futuro. En Europa está emergiendo un nuevo paradigma; vivimos con fragilidad, pero como cristianos entendemos que nuestra fragilidad también puede convertirse en nuestra fuerza.

7. Los gobiernos están dándose cuenta de que las iglesias pueden ofrecer una sabiduría adicional y renovada, y algunos de ellos están recurriendo a las iglesias en busca de ideas, perspectivas y colaboraciones. Las Naciones Unidas están deseando entablar un diálogo más directo con el Consejo Mundial de Iglesias (CMI). Acogemos con satisfacción el establecimiento de una cooperación más estrecha con la Organización.

8. El contundente mensaje que se transmite en los informes es un llamamiento al fin de las guerras, las persecuciones y las injusticias. Esas son las principales razones que obligan a la gente a huir de sus países de origen.

9. Nos resistimos a la tendencia a valorar la crisis de los refugiados solo desde el punto de vista de las cifras y las estadísticas. Con ello se atenta contra el principio cristiano del respeto por la dignidad de cada ser humano. Los refugiados son personas que tienen vidas, familias, hogares y juventud.

10. Somos conscientes de las devastadoras consecuencias que la huida de tantos jóvenes cualificados y formados tendrá en sus países de origen.

Sobre la base de esas afirmaciones formulamos las siguientes recomendaciones:

1. Somos conscientes de que no hay soluciones rápidas e instamos a los líderes políticos a reconocer que es necesario desplegar esfuerzos persistentes y consistentes a largo plazo; y, como iglesias, queremos acompañar a nuestros gobiernos en la búsqueda de esas soluciones sostenibles.

2. Como líderes religiosos recomendamos a los gobiernos y partidos políticos que se abstengan de explotar en modo alguno esta crisis humana en su beneficio o para alimentar sus aspiraciones políticas. Instamos a los líderes políticos a no dejar que sean esos temores los que formulen sus políticas.

3. También sabemos de los temores de los cristianos y demás miembros de la sociedad: el miedo a la pérdida de seguridad material y laboral, el miedo a competir con los demás o a perder la identidad. Instamos a los cristianos a no dejar que nuestro miedo les haga rechazar a los refugiados. Sabemos que la integración de los recién llegados no es tarea fácil, pero los cristianos somos gente de fe y podemos ver en la llegada de los refugiados entre nosotros una posible bendición, que trae nueva vida y energía a nuestras comunidades.

4. Hacemos un llamamiento a todos los gobiernos de Europa para que defiendan nuestros valores comunes y nuestra responsabilidad compartida de proteger la vida como una comunidad que vive en este continente. Eso implica abordar con un espíritu de solidaridad, cooperación y comunidad, no solo la actual situación de emergencia, sino también los desafíos que están por venir en lo relativo a integración social, educación y formulación de políticas de inclusión.

5. Para las iglesias esta es una oportunidad para compartir más ampliamente nuestra experiencia y conocimientos especializados en la provisión de apoyo espiritual y pastoral, en la cooperación ecuménica e interreligiosa y en la construcción de puentes entre comunidades diversas.

6. Instamos a los líderes políticos a adoptar un enfoque equilibrado que aborde de forma complementaria las causas profundas de las crisis de refugiados, brinde apoyo a los campamentos de refugiados de los países vecinos y acoja a los refugiados en nuestros propios países. Como líderes de las iglesias consideramos que todas las situaciones son de igual importancia.

7. Como líderes religiosos recomendamos a todas las personas de buena voluntad que adquieran el firme compromiso de transmitir la verdad y evitar la tergiversación y la exageración.

8. Recomendamos que se invierta en garantizar un paso seguro y que se preste ayuda a los países que reciben a la mayoría de los refugiados; como Grecia, Italia y demás países de tránsito.

Estamos decididos a continuar nuestro diálogo ecuménico sobre la crisis de los refugiados en Europa. Este espacio libre para el debate entre los líderes de las iglesias de Europa, en cooperación con el CMI, la Conferencia de Iglesias Europeas (CIE), la Comisión de las Iglesias para los Migrantes en Europa (CIME) y otros asociados ecuménicos ha resultado ser de gran valor.

Que nuestro Señor Jesucristo, el Dios de la vida, la esperanza y la compasión, siga concediendo su Espíritu y recibiéndonos a todos en su gracia.