Los Maestros y testigos de la Iglesia: un espacio para la convergencia ecuménica

el Archimandrita Dr. Kiril Hovorun

Me dirijo a ustedes por solicitud y en nombre del Arzobispo Hilarion (Alfeyev) quien es uno de los co-moderadores del estudio sobre “Tradición y tradiciones: Fuentes de autoridad de la Iglesia” que fue iniciado tras la reunión plenaria de la Comisión de Fe y Constitución celebrada en Kuala Lumpur. El Arzobispo Hilarion que se encuentra sumamente ocupado en su nuevo servicio como Jefe del Departamento de relaciones exteriores de la Iglesia del Patriarcado de Moscú, me ha pedido que lo represente ante esta plenaria en lo referente al estudio antes mencionado y a la primera consulta sobre “Los maestros y testigos de la Iglesia primitiva: fuente común de autoridad recibida de diversas maneras”, a lo que sigue prestando mucha atención. Como escolástico patrístico y participante en numerosas reuniones ecuménicas, yo creo que para fomentar una mayor aceptación de los diálogos es de crucial importancia complementar los estudios ecuménicos con algunas ideas acerca de las primeras fuentes de autoridad de la Iglesia. En mi comentario intentaré explicar el porqué.

La metodología es un factor fundamental en todo diálogo ecuménico. La búsqueda de metodologías ecuménicas adecuadas permite encontrar espacios para las convergencias ecuménicas efectivas. Desde la Conferencia Mundial sobre Fe y Constitución celebrada en Montreal (1963) y la Plenaria de la Comisión de Fe y Constitución celebrada en Bristol (1967), el patrimonio de los Padres de la Iglesia había sido definido como uno de esos espacios. Desde esa época, sin embargo, parece ser que este espacio ha sido abandonado y ha quedado prácticamente en el olvido en los debates ecuménicos. En respuesta a esta triste situación, en la anterior Reunión Plenaria de Fe y Constitución celebrada en Kuala Lumpur, el Arzobispo Hilarion Alfeyev propuso que se reintegraran en las deliberaciones ecuménicas los estudios patrísticos como fuente de autoridad de la Iglesia primitiva. Ulteriormente, en septiembre de 2008, un grupo compuesto por los miembros de la Plenaria de Fe y Constitución y por expertos invitados se reunió en Cambridge, Reino Unido, y cito el informe de dicha reunión : « a fin de examinar más a fondo la posibilidad de descubrir, redescubrir o volver a recibir algunas fuentes particulares de autoridad que puedan ayudarnos a nuestro camino hacia la unidad de la Iglesia ».

Antes de pasar al examen de los elementos particulares que figuran en dicho informe, quisiera hacer referencia a una interesante conversación que sostuve hace poco tiempo con el Rector de la Universidad Augustinianum de Roma, uno de los centros más eminentes del mundo en materia de estudios patrísticos. Convenimos en que en el diálogo ecuménico no debemos utilizar a los maestros y testigos de la iglesia primitiva como un medio de propaganda sectaria, porque cuando empezamos a utilizarlos para fines de propaganda, significa que los traicionamos. No deberíamos estudiarlos con ideas preconcebidas acerca de lo que intentan decirnos, puesto que sería injusto imponer a los primeros maestros y testigos nuestras propias ideas. Más bien se trata de escuchar atentamente lo que nos dicen, y no lo que nosotros queremos que nos digan y para evitar este tipo de distorsiones del pensamiento patrístico, se debe aplicar una crítica académica a la investigación. El estudio académico profundo y preciso de los Padres de la Iglesia nos permite llevar a cabo un nuevo examen de las creencias y estereotipos, para que abandonemos los prejuicios e ideas erróneas sobre nosotros mismos y los demás, y eventualmente, para acercarnos más los unos a los otros.

Se exponen esas mismas ideas en el informe de la reunión de Cambridge, en el cual se menciona particularmente que « Un consensus fidei entre cristianos divididos en la actualidad solo puede afirmarse cuando vivimos en consenso real con los padres en la fe de los primeros siglos ». Para lograr ese consenso con nuestros primeros maestros y los unos con los otros, debemos examinar el patrimonio patrístico con cautela y en base a un enfoque académico crítico. En el informe se afirma que « el método histórico-crítico y otros instrumentos hermenéuticos siguen siendo fundamentales para apoyar las formas en que hablamos de la Tradición y las tradiciones. Los centros de enseñanza superior suelen ser, en nuestros tiempos, lugares de aproximación ecuménica y todos convinieron en que la investigación académica es importante porque permite corregir puntos de vista confesionales a veces ingenuos en el proceso de transmitir las tradiciones ».

Otro aspecto importante acerca de los Padres de la Iglesia que hay que tener en cuenta es que es impensable poder estudiarlos sin una inmersión en las Sagradas Escrituras. Efectivamente, tal como se menciona en el informe de Cambridge : « La autoridad de las madres y los padres de la Iglesia procede de su íntima relación con el testimonio escritural ». Los eruditos patrísticos modernos han vuelto a descubrir el vínculo intrínseco que existe entre el pensamiento y lenguaje patrísticos y las Sagradas Escrituras. Podemos intentar apartar a los Padres de la Iglesia de las Sagradas Escrituras, pero ellos mismos nunca lo han permitido. Ellos han vinculado todas sus ideas con la Palabra de Dios. El análisis lingüístico de sus textos muestra que emplearon el lenguaje de la biblia como hilo para tejer sus propios textos. Las Sagradas Escrituras eran su vida y sustento.

La comunidad ecuménica debería valorar esa relación que une a los primeros maestros con las Escrituras, así como ese potencial de los estudios patrísticos en general para lograr el éxito del diálogo ecuménico. Asimismo, deberíamos discutir sobre las medidas prácticas que nos permitirían utilizar, para propósitos ecuménicos, el espacio teológico creado por los Padres de la Iglesia. Tal vez un día, la Comisión de Fe y Constitución decida introducir nuevamente los estudios sobre determinados Padres de la Iglesia, en cumplimiento de la recomendación del grupo que se reunió en Cambridge. Así se reanudaría el trabajo del Grupo sobre Estudios Patrísticos, que se estableció en los años sesenta y que llevó a cabo un trabajo de investigación sobre el tratado de San Basilio de Cesárea sobre el Espíritu Santo y las cuatro epístolas de Anastasio de Alejandría a Serapión de Thmuis sobre la divinidad del Espíritu.

Actualmente quisiera presentar las dos propuestas concretas siguientes:

  1. Que se inicie un estudio para demostrar la relación intrínseca, en espíritu y letra, que existe entre los primeros maestros y testigos y las Sagradas Escrituras

  2. Que se reflexione sobre la idea de que todo documento ecuménico significativo se complemente con un estudio patrístico pertinente. Para dicho propósito, se deberían crear grupos de eruditos encargados de la elaboración de los documentos patrísticos complementarios. En estos documentos, las cuestiones ecuménicas sobre las que se enfoca la atención, deberían examinarse desde el punto de vista de los primeros maestros y testigos.

Por una parte, estas iniciativas facilitarían la lectura de los documentos ecuménicos para las iglesias que se basan en la palabra de la Iglesia primitiva. Por otra parte, las iglesias que no se centran explícitamente en torno al patrimonio común tendrían una visión más amplia sobre distintas cuestiones teológicas. Creo que los conceptos patrísticos pueden aportar a toda la familia ecuménica una perspectiva más amplia sobre la relación que une la Palabra de Dios con el pasado, el presente y la realización escatológica de la Iglesia.