"De Yahové es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan" (Salmos 24:1).

 

"Dadme de entre vosotros, de vuestras tribus, hombres sabios, entendidos y expertos, para que yo los ponga como vuestros jefes" (Deuteronomio 1:13).

 

1. Aunque la Biblia no describe el sistema político de mayor autoridad, indica que cualquier sistema tiene potencial tanto para la participación como para el abuso de poder. Para los cristianos, las tradiciones proféticas hebreas -al igual que la tradición cristiana - recuerdan que las personas religiosas deben aceptar la responsabilidad de participar en los sistemas políticos civiles de los que forman parte, aunque también deben aceptar la responsabilidad de defender la justicia, la compasión y la moralidad cuando los que tienen la autoridad abusan de su poder.

2. Los cristianos cumplen fielmente su función dentro de muchos sistemas políticos diferentes y, con frecuencia, se les insta a desempeñar funciones influyentes en el seno de estos sistemas. Al hacer esto, cumplen su llamamiento a ser la sal y la luz que sazona e ilumina cualquier sistema en el que participen.

3. Uno de los avances más significativos de la historia reciente es el aumento de la utilización de procesos electorales democráticos. La Declaración del Milenio de las Naciones Unidas compromete a las naciones del mundo a "promover la democracia y fortalecer el imperio del derecho y el respeto de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales internacionalmente reconocidos". En ella, los líderes mundiales deciden "[t]rabajar aunadamente para lograr procesos políticos más igualitarios, en que puedan participar realmente todos los ciudadanos de nuestros países". Con motivo del 60° aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada el 10 de diciembre de 1948, es importante recordar este texto a la luz de los recientes procesos electorales de Kenya, Georgia, Ucrania y Pakistán, y a la espera de las próximas elecciones en Zimbabwe, Angola, Rusia, Armenia, Italia, los Estados Unidos de América y Fiji.

4. Se necesita una mirada crítica a los procesos electorales como parte de la gobernanza democrática a fin de salvaguardar un marco justo, participativo y moral para el ejercicio del poder en los sistemas democráticos. Aunque la democracia ha inducido un mayor grado de libertad y la participación de individuos en sus sistemas políticos, en algunos casos ha sido abusada de tal forma que ha negado el imperio del derecho, ha exacerbado la corrupción y ha dado legitimidad política a los abusos de los derechos humanos. Además, existe una tendencia creciente a que ciertas élites económicas, burocráticas y de los medios de comunicación ejerzan un poder considerable sin rendir cuentas suficientemente a las autoridades que han sido elegidas de manera democrática. Es responsabilidad de la iglesia llamar la atención sobre estos abusos de poder.

5. En los sistemas democráticos, las elecciones son el medio para otorgar legitimidad a un sistema político de democracia participativa. Para asegurarse de que una elección refleja realmente la voluntad del pueblo, se debería prestar atención a los mecanismos utilizados antes y después de las elecciones. El seguimiento electoral durante el día de la elección no es suficiente. Una serie de situaciones recientes ponen de manifiesto que los actos que comprometen seriamente los resultados electorales pueden suceder durante el período de preparación anterior a las elecciones y después de estas (por ejemplo, cuando hay controversia en torno al resultado y el recuento). Además, las leyes electorales dudosas, las limitaciones a la plena participación de candidatos y partidos minoritarios y en situación de desventaja económica, la manipulación de los procesos de empadronamiento de votantes y de las máquinas de votación, la publicidad partidista de los candidatos en los medios de comunicación y la manipulación por parte de los partidos de la oposición pueden afectar a los resultados. El seguimiento eficaz de los procesos electorales debería intentar analizar estos factores y tratar de enmendar cualquier manipulación que haya sido detectada con el objetivo de garantizar la legitimidad de los gobiernos elegidos democráticamente.

6. A pesar de todas estas salvaguardas, se debe reconocer que un gobierno elegido democráticamente no garantiza el cumplimiento de las aspiraciones de los ciudadanos. La democracia no puede florecer en un contexto de temor ni cuando no se dispone de las instituciones necesarias para sostener un gobierno elegido democráticamente1. Es preciso contar con instituciones públicas eficaces, que incluyan un poder judicial independiente, una fuerza de policía imparcial, un poder legislativo responsable y una administración pública responsable y eficaz, así como un proceso de evaluación y reforma democráticas. Las obligaciones de la comunidad internacional no se limitan al seguimiento de las elecciones, sino que debería fomentar todos los marcos necesarios para el establecimiento de una democracia auténticamente participativa.

7. Las evaluaciones democráticas ofrecen una importante herramienta para la identificación de déficits democráticos. Pueden ofrecer también valiosa información, la cual puede permitir a la sociedad civil participar en un debate público sobre los objetivos de la democratización y las reformas necesarias para cualquier sistema democrático. Tales evaluaciones pueden contribuir a establecer y sostener gobiernos democráticos participativos, eficaces y responsables, lo que reduce al mínimo los posibles abusos de poder.

8. Además, se debe reconocer que -como en cada sistema político- la pobreza y la exclusión suponen una gran amenaza para la plena participación en la vida política de una comunidad, y para el adecuado funcionamiento de la sociedad.

9. Reconociendo la importancia de procesos electorales legítimos y marcos democráticos, el Consejo Mundial de Iglesias, a través de los equipos ecuménicos de seguimiento electoral, ha acompañado a las iglesias de varios países para garantizar la imparcialidad y justicia de los procesos electorales.

10. En todas las regiones del mundo, hemos visto pruebas de abuso de poder, irregularidades electorales y ejemplos de corrupción, intimidación y fraude electoral. Creemos que, en situaciones donde los individuos y las sociedades han establecido sistemas democráticos, sus gobiernos deberían basarse en la colaboración y participación de todos los ciudadanos, independientemente de la raza, el origen étnico, el estatus económico, las capacidades físicas, el género o la religión.

Por tanto, el Comité Central del Consejo Mundial de Iglesias, reunido en Ginebra, Suiza, del 13 al 20 de febrero de 2008:

A. Insta a todos los países a proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales mediante el establecimiento de un poder judicial independiente, una fuerza de policía imparcial, un poder legislativo responsable y una administración pública responsable;

B. Alienta a los países democráticos a controlar de manera constante los procesos electorales a través de los cuales los ciudadanos pueden expresar libre e imparcialmente su voluntad política, y establecer los procesos necesarios para la evaluación y reforma democráticas;

C. Elogia la labor de las Naciones Unidas y las instituciones no gubernamentales de varios países que han prestado asistencia electoral y una evaluación de las elecciones, en especial, programas de educación de los votantes, asistencia técnica e información sobre el proceso de las elecciones, y el seguimiento y la vigilancia de las mismas;

D. Pide a las Naciones Unidas y a otras instituciones regionales e internacionales que sigan prestando toda la asistencia necesaria para asegurar la realización de elecciones justas y participativas en los Estados democráticos;

E. Hace un llamamiento a las iglesias para que intervengan activamente, si procede, en la acción política y la educación por medio de programas de concienciación de los votantes; y para que participen en el seguimiento y evaluación de los procesos electorales a fin de garantizar elecciones democráticas justas, imparciales y participativas.

APROBADA

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1 Véase el documento de referencia del Comité Central, Desafíos actuales en África, enero de 1994, en el que se declaraba: "… las elecciones por sí solas no constituyen la democracia. […] Una democracia verdaderamente participativa […] precisa un cambio institucional fundamental, auténtico respeto por los derechos y las libertades individuales y colectivos, incluidos los derechos económicos" (Traducción libre).