Aprobada por la X Asamblea del CMI.

“Porque él es nuestra paz. De dos pueblos hizo uno solo, al derribar la pared intermedia de separación” (Efesios 2:14).

Nosotros, delegados de la 10ª Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), reunidos del 30 de octubre al 8 de noviembre de 2013, damos testimonio del sufrimiento de los hombres, las mujeres y los niños de todo el pueblo coreano durante décadas de violencia causada por la guerra y la hostilidad que lo dejaron dividido en dos naciones.

División, guerra y sufrimiento contradicen la voluntad de Dios para la plenitud de la vida. Por lo tanto, llamamos a las iglesias del mundo y a quienes tienen poder social, económico, político y gubernamental a luchar por una paz con justicia duradera y sostenible que reunifique y reconcilie al pueblo de Corea.

El tema central de nuestra Asamblea es una simple oración: “Dios de vida, condúcenos a la justicia y la paz”. Oramos para que se puedan cumplir la visión y el sueño de todos los coreanos, así como su aspiración común de sanación, reconciliación, paz y reunificación.

Nuevos desafíos de la reconciliación y la sanación

La situación actual de la península de Corea nos impulsa a renovar el compromiso con los esfuerzos de trabajar por la paz y la justicia en toda la región y por la reunificación de una Corea dividida. A pesar de los muchos avances positivos que hubo en el mundo en la era posterior a la guerra fría, la región de Asia nororiental aún contiene la mayor concentración de amenazas militares y de seguridad. Cuatro de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, que también son Estados con armas nucleares reconocidos, tienen bases militares en la región. Hay incluso signos de una “nueva guerra fría” emergente y el mapa geopolítico de Asia nororiental muestra nuevos cambios en el equilibrio del poder. Están surgiendo nuevas tensiones por la creciente presencia política, económica y militar de Estados Unidos en la región donde otros tres “polos de poder” –China, Japón y Rusia– también son activos.

La cambiante dinámica geopolítica de las cuatro mayores potencias podría sofocar las aspiraciones y esperanzas de paz y reunificación del pueblo coreano. A raíz de la creciente acumulación de armas en varios países asiáticos, esta es una de las regiones del mundo con más rápido crecimiento del gasto militar, incluidas armas nucleares y armas de destrucción masiva de alta tecnología.

La paz que vislumbramos es una condición para la justicia que abarque la totalidad de la vida y restaure la armonía entre vecinos. Estamos convencidos de que ha llegado el momento adecuado de iniciar un nuevo proceso para concluir un tratado de paz que reemplace el Acuerdo de Armisticio de 1953, asegure relaciones justas y pacíficas entre los países de la región, permita normalizar las relaciones entre el norte y el sur de Corea y facilite la reunificación coreana.

Como delegados representantes de 345 iglesias y unos 560 millones de cristianos del mundo entero, estamos dispuestos a renovar nuestro apoyo a la paz y la reconciliación, así como a alentar y ayudar a los líderes nacionales e internacionales cuyos esfuerzos son indispensables.

Nuestro compromiso de fe por la paz con justicia

En cuanto órgano mundial de creyentes en Jesucristo, confesamos nuestros pecados por haber cedido ante las potestades y principados del mundo en sus guerras y conflictos militares llenos de odio y enemistad, armados de arsenales nucleares y armas de destrucción masiva que atentan contra la humanidad y toda la creación de Dios. También lamentamos no haber reconocido adecuadamente el sufrimiento de larga data del pueblo coreano, causado por la lucha de las potencias extranjeras en pos de la expansión colonial y la hegemonía militar.

Por la presente, nos unimos a los cristianos de Corea en su confesión de fe en Jesucristo que vino a este mundo como nuestra paz (Efesios 2:13-19); que sufrió, murió en la cruz, fue enterrado y resucitó para reconciliar a la humanidad con Dios, superar divisiones y conflictos, y liberar a todos haciéndolos uno (Hechos 10:36-40) y que como nuestro Mesías creará un nuevo cielo y una nueva tierra (Apocalipsis 21-22).

Con esta confesión, nos unimos con firme compromiso a los cristianos de Corea, tanto del norte como del sur, y especialmente a las acciones de fe de las iglesias coreanas para obrar por la paz, la sanación, la reconciliación y la reunificación de su pueblo y su tierra.

Fe y esperanza en acción

Desde su 1ª Asamblea de 1948 y el posterior conflicto coreano, el CMI viene sintiendo el dolor de la división de Corea que, en cierta medida, se refleja en tensiones entre miembros y asociados. Somos muy conscientes de los problemas y obstáculos del camino hacia la paz. Reconocemos los arduos esfuerzos de los cristianos en Corea, tanto en el norte como en el sur, y recordamos los esfuerzos constantes y sostenidos del CMI y sus asociados ecuménicos para acompañar al pueblo de la península de Corea.

 

En medio de una situación extremadamente difícil, el testimonio ecuménico y las oraciones de las iglesias coreanas han sido fundamentales. Esa fe en acción las condujo a nuevos horizontes de esperanza con oraciones. La Consulta de Tozanso, organizada por la Comisión de Iglesias para Asuntos Internacionales (CIAI) del CMI en 1984, se celebró en momentos en que para las iglesias coreanas era difícil hablar abiertamente de la cuestión de la reunificación coreana. Dicha consulta fue el primer intento del CMI de reunir a cristianos de un amplio espectro de iglesias miembros de todo el mundo con los cristianos de Corea para considerar algunos asuntos relacionados con la división de la península. Esa iniciativa del CMI contribuyó a que se abordaran cuestiones de la división y la reunificación de Corea como medio de reforzar la lucha del pueblo coreano por la paz con justicia.

En su decisiva Declaración sobre la reunificación nacional del pueblo coreano y la paz en la península de Corea de 1988, las iglesias coreanas proclamaban 1995 Año de Jubileo Nacional para las iglesias del norte y el sur, y afirmaban cinco principios: 1) unificación autónoma; 2) unificación pacífica; 3) unidad nacional mediante la confianza y la cooperación; 4) unificación democrática con participación popular y, 5) relaciones norte-sur basadas en un enfoque humanitario.

Reconocemos el valor del compromiso ecuménico de sensibilización iniciado por el CMI para abordar la paz y la reconciliación, así como la desnuclearización de la península de Corea. Esas iniciativas abrieron vías a los líderes de las iglesias del norte y el sur, otras iglesias y asociados ecuménicos de Asia, Europa y Norteamérica para que se reunieran en el marco de una plataforma común. El Foro Ecuménico para la Paz, la Reconciliación y la Reunificación de la Península de Corea, coordinado y facilitado por la CIAI con participación de iglesias de Asia, Europa y Norteamérica, además de las iglesias de Corea del Sur y la Federación Cristiana Coreana de Corea del Norte ofreció oportunidades adicionales y frecuentes de diálogo e interacciones mutuas sobre la paz y la reunificación. A pesar de los avances en varios planos, aún queda un largo camino por recorrer para cumplir la misión de paz y reunificación en la península de Corea.


 

Recordamos que grandes eventos del CMI en el pasado fueron ámbito de encuentros históricos de líderes de las iglesias del norte y el sur de Corea, comenzando por la reunión del Comité Central de 1989 en Moscú y siguiendo con las asambleas del CMI en Canberra (1991), Harare (1998) y Porto Alegre (2006). Las diversas consultas internacionales celebradas desde entonces, que contaron con la participación de dichas iglesias, dieron más autenticidad a la labor ecuménica por la paz y la reunificación de la península de Corea. La consulta internacional organizada en octubre de 2009 por la CIAI, en ocasión el 25° aniversario del proceso de Tozanso, no solo contribuyó a generar nuevos impulsos para trabajar en la consecución de la meta de dar testimonio de paz, justicia y unidad, sino que también propició el diálogo y la participación de todos aquellos afectados por la tragedia de la división. Además, las visitas a Corea del Norte de los secretarios generales del CMI en 1999, 2009 y 2013 acreditaron el compromiso del CMI y sus iglesias miembros de apoyar a las iglesias del norte y el sur de Corea en la búsqueda de la paz y la reunificación.

Somos conscientes de que el contexto geopolítico que prevalece en la península de Corea requiere que el movimiento ecuménico encuentre nuevas formas de acompañamiento y compromiso. Dado que el CMI ha venido acompañando a las iglesias y el pueblo coreanos en su lucha por lograr la paz con justicia, la reconciliación y la reunificación de la dividida península de Corea, es imperativo que no se escatimen esfuerzos para procurar plataformas de encuentro a las iglesias del norte y el sur de Corea, centrándose especialmente en las generaciones más jóvenes.

También discernimos señales de esperanza y un marco que permita a la península de Corea abrazar la paz con justicia y la plenitud de la vida. En dicha península, hay que dar más prioridad a los derechos humanos y la seguridad humana compartida que a la divisiva, competitiva y militarizada seguridad nacional. La amenaza de las armas nucleares se reconoció hace tiempo y hoy se plantean serios cuestionamientos acerca de toda la energía nuclear. Al igual que muchos otros en el mundo, las iglesias comparten la convicción de que un mundo sin armas nucleares es necesario y posible. Nuestra esperanza compartida de un mundo desnuclearizado no debe limitarse únicamente al pueblo de la península de Corea, sino abarcar a todos los pueblos del mundo para que se renuncie a las armas nucleares y trabajemos juntos por su total desmantelamiento, liderando y mostrando el camino a otras regiones. La esperanza y posibilidades como estas motivan a las iglesias a redoblar esfuerzos para obrar por la paz y la reconciliación en la península de Corea en respuesta a la promesa de Dios de conducirnos a la justicia y la paz como sellos del reino de Dios. “Porque él es nuestra paz. De dos pueblos hizo uno solo, al derribar la pared intermedia de separación y al abolir en su propio cuerpo las enemistades” (Ef 2:14).

El camino hacia la sanación, la reconciliación y la paz

Durante estos sesenta largos años transcurridos desde el cese el fuego de la guerra de Corea, mediante el Acuerdo de Armisticio del 27 de julio de 1953, los dos Coreas, Estados Unidos y China siguieron de todos modos en un estado técnico de guerra con una enorme acumulación de armas militares defensivas, incluido el almacenamiento de armas nucleares. La situación actual muestra la urgente necesidad de concluir un tratado de paz que remplace dicho Acuerdo.

Se precisa una acción nueva y decisiva para establecer un tratado de paz; iniciar el proceso que conduzca a ese tratado es crucial para la península de Corea y toda la región de Asia nororiental, así como contribuir a los procesos destinados a crear una zona sin armas nucleares en la región. El tratado de paz debe ser discutido y adoptado por las partes en el Acuerdo de Armisticio y los países relacionados con este. A nuestro entender, una declaración del fin de la guerra coreana, compartida por las partes interesadas acelerará la conclusión de ese acuerdo y contribuirá a construir la confianza mutua entre ellas. Los participantes en las Conversaciones de las Seis Partes han prometido celebrar foros de paz para convertir el sistema de armisticio vigente en un concreto sistema de paz. Instamos enérgicamente a Corea del Sur, Corea del Norte, EE. UU. y China a garantizar que esa promesa se cumpla. Al mismo tiempo, EE. UU. y Japón deberían abstenerse de imponer bloqueos y sanciones contra Corea del Norte, y China desempeñar su rol de facilitación para reanudar los diálogos, incluidas las Conversaciones de las Seis Partes.

Habida cuenta de la permanente crisis humanitaria en Corea del Norte, exhortamos a la comunidad internacional a comenzar a prestar apoyo humanitario a su pueblo y cooperar en proyectos de desarrollo sostenible del país. Está claro que las sanciones económicas sirven primordialmente de instrumentos para castigar al pueblo de un país y, sobre todo, a los más pobres de cualquier sociedad. Por lo tanto, cuestionamos los principios éticos y la eficiencia estratégica de las sanciones económicas impuestas a Corea del Norte. Al respecto, expresamos nuestra preocupación por las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU contra dicho país. Se deben reanudar las oportunidades de intercambios económicos entre Corea del Norte y otros países del mundo; eso abrirá nuevas vías de efectiva colaboración económica y, sobre todo, facilitará un compromiso activo mediante el diálogo para normalizar las relaciones. A su vez, la ONU debería desplegar esfuerzos de construcción de la paz en toda la península de Corea y levantar las actuales sanciones económicas y financieras.

El camino por delante: recomendaciones

Consideramos que la construcción de la paz en un mundo globalizado e interdependiente es una responsabilidad compartida por los Estados soberanos, las Naciones Unidas y los grupos de la sociedad civil, incluidas las iglesias. Afirmando el llamado cristiano a ser pacificadores y respondiendo al testimonio de fe de las iglesias coreanas, que proclamaron el Jubileo para el pueblo coreano, las iglesias miembros del CMI, reunidas en la 10ª Asamblea que se celebra en Busan, República de Corea, del 30 de octubre al 8 de noviembre de 2013, afirman juntas lo que sigue:

  1. Conscientes de que al orar con y por los pueblos de Corea, las iglesias y los asociados ecuménicos tenemos la específica responsabilidad de obrar juntos con renovada energía por la paz y la reconciliación en la península de Corea en estrecha colaboración y recíprocas relaciones transparentes con las iglesias y los cristianos del norte y el sur de Corea, el Consejo Nacional de Iglesias de Corea y la Federación Cristiana Coreana, nos comprometemos a:

a)      Encarnar el espíritu del proceso de Tozanso, que incluye valentía, cuidado, comunicación, confesión, conciliación y compromiso.

b)      Orar con los pueblos e iglesias de Corea declarando el domingo anterior al 15 de agosto “Domingo de oración para la reunificación pacífica de la península de Corea”.

c)      Proporcionar una amplia plataforma ecuménica para que las generaciones jóvenes de Corea del Norte y Corea del Sur se reúnan con el fin de imaginar un futuro deseable para la península de Corea.

d)      Organizar visitas de solidaridad a las iglesias del norte y el sur de Corea que puedan servir para tender puentes y construir la paz. Una primera visita se podría organizar ya a principios de 2014 en conmemoración del 30° aniversario de la histórica consulta internacional de Tozanso.

e)      Continuar acompañando a las iglesias de Corea procurando plataformas comunes para que iglesias y cristianos del norte y el sur se reúnan y avancen hacia la reconciliación y la paz. Reconocemos que desde el punto de vista histórico, un momento simbólico para tales iniciativas podría encontrarse en 2015, año en que se cumple el 70° aniversario de la liberación de Corea.

  1. Además, nos comprometemos a tomar medidas para:

a)      Trabajar con nuestros gobiernos a fin de que encomienden al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas iniciar nuevos esfuerzos de construcción de la paz en la península de Corea y levantar las actuales sanciones económicas y financieras impuestas a la República Popular Democrática de Corea.

b)      Emprender una campaña universal a favor de un tratado de paz que remplace al Acuerdo de Armisticio de 1953 y ponga fin al estado de guerra.

c)      Invitar a todas las potencias extranjeras de la región a participar en un proceso creativo de construcción de la paz en la península de Corea mediante la supresión de  todos los ejercicios militares en la península de Corea, el cese de sus intervenciones y la reducción del gasto militar.

d)     Garantizar una completa, verificable e irreversible eliminación de todas las armas y centrales nucleares en Asia nororiental, tomando medidas para establecer un mundo desnuclearizado y, simultáneamente, sumarnos al emergente consenso internacional a favor de la prohibición humanitaria de las armas nucleares en todas las regiones del mundo para que la vida ya no se vea amenazada por los peligros nucleares en ningún rincón de la Tierra.

e)      Instar a los gobiernos de Corea del Norte y Corea del Sur a restaurar la comunidad humana con justicia y dignidad eliminando la injusticia y la confrontación, así como a sanarla abordando urgentemente la cuestión humanitaria de las familias separadas, estableciendo un proceso sostenible que permita confirmar el paradero de familiares y el libre intercambio de cartas y visitas, y ofreciéndoles apoyo de organismos internacionales cuando sea necesario.

f)       Trabajar con los gobiernos de la República Popular Democrática de Corea y la República de Corea proporcionándoles cooperación internacional para que mantengan una verdadera zona desmilitarizada y la transformen en una zona de paz.

APROBADO

Los siguientes delegados/as y delegaciones desean que quede constancia de su desacuerdo con el hecho de que la declaración no incluya un tema de especial relevancia en el contexto de la península de Corea como es el de la situación de los objetores de conciencia al servicio militar.

Iglesia Evangélica en Alemania

Iglesia Evangélica Valdense

Iglesia de los Hermanos

Iglesia de Cristo en el Congo - Comunidad Menonita en Congo

Iglesia Menonita en Alemania

Iglesia Menonita en los Países Bajos

Convención Unida de Amigos

Convención Anual Canadiense de la Sociedad Religiosa de los Amigos

Sra. Eun-Young Lee, Iglesia Metodista de Corea

Sra. Alison Jane Preston, Iglesia Anglicana de Australia

Rev. Sarah Campbell, Iglesia Unida de Cristo

Rev. Kelli Parrish Lucas, Iglesia Unida de Cristo