Mensaje del Director General de la OIT con motivo de la Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias

 

Estimados amigos:

Permítanme emplear estos términos para dirigirme a ustedes, habida cuenta de los antiguos y sólidos vínculos existentes entre el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Efectivamente, ya antes de la Segunda Guerra Mundial la OIT mantenía unos vínculos estrechos con aquellos que preparaban el nacimiento del CMI. Como es de su conocimiento, estas personas querían que el conjunto de las iglesias cristianas, reunidas en una misma institución, tuvieran una visibilidad y un peso más importantes en las discusiones y las acciones políticas y sociales encaminadas al logro de una mayor justicia y paz en el mundo.

Estos vínculos no han dejado de fortalecerse.

Así, poco después de mi llegada a la OIT, el Sr. Konrad Raiser y yo mismo comprendimos rápidamente que perseguíamos un mismo objetivo: ¿cómo podríamos responder mejor y conjuntamente a las llamadas de auxilio de las personas más pobres y desfavorecidas del mundo?.

Si nos tomamos el tiempo necesario para escuchar a estas personas, constatamos que, más allá del socorro de emergencia, lo que piden, lo que reclaman, es un trabajo; un trabajo que les implique en la creación de nuestro mundo; un trabajo que les garantice un acceso equitativo a sus recursos; un trabajo que respete y haga que se respete su dignidad humana como hombres y mujeres que disponen de suficientes ingresos para educar dignamente a sus hijos; en dos palabras, un trabajo decente.

Varios temas incluidos en el orden del día de su Asamblea coinciden directamente con las preocupaciones de la OIT.

El primero es el de la violencia y, en particular, de los «jóvenes que se esfuerzan por erradicar la violencia». Para que la juventud pueda demostrar todo aquello de lo que es capaz en esta lucha, primero hace falta que pueda recibir una buena educación. Ahora bien, hoy en día demasiados niños se ven prematuramente obligados a ganar su sustento, o el de sus familias, ya sea en las minas, mediante el trabajo doméstico fuera de su hogar u otras actividades. Toda la capacidad creadora que llevan dentro permanecerá entonces en un estado embrionario. Y hay algo aún peor: al ser vulnerables y estar expuestos a esta violencia, corren el riesgo de convertirse a su vez en las primeras víctimas de una violencia que, muy a menudo, coexiste con una profunda miseria.

El programa de cooperación más importante de la OIT tiene por objeto la erradicación del trabajo infantil. Además, en la Cumbre del Milenio, los Jefes de Estado insistieron en la necesidad de promover un empleo decente y productivo para los jóvenes. En este marco, se encargó a la OIT que liderara una Red de Empleo de los Jóvenes, en estrecha colaboración con la Secretaría de las Naciones Unidas y el Banco Mundial, y 19 países ya se han comprometido, al más alto nivel, a poner en marcha un plan de acción que promueva el trabajo de los jóvenes.

Un segundo tema que ustedes abordarán es el de la justicia económica, con respecto al cual afirman que «un mundo sin pobreza es posible</u»>. En la Memoria que presenté a la reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo de 2003, se expresaban las mismas convicciones bajo el título «Superar la pobreza mediante el trabajo». Desde entonces, la OIT ha realizado numerosos esfuerzos en los planos mundial, regional o nacional, con el fin de mostrar la manera en que comunidades enteras pueden superar la pobreza mediante el trabajo decente. Los Jefes de Estado que asistieron a la Cumbre de las Naciones Unidas celebrada en Nueva York en septiembre de 2005, reconocieron y pidieron a su vez, en su declaración final, la ampliación de dichos esfuerzos, además de insistir en el vínculo existente entre la reducción sostenible de la pobreza y la creación de empleos decentes.

Un trabajo emprendido conjuntamente por nuestras dos instituciones y llevado a cabo en el Consejo Mundial de Iglesias bajo la dirección de Sam Kobia, coincide perfectamente con un tercer tema de su Asamblea, que aborda la diversidad religiosa. En el marco de este trabajo, realizamos un examen detenido de la estrategia de trabajo decente de la OIT, desde el punto de vista del conjunto de las principales tradiciones filosóficas y espirituales inherentes a las grandes culturas, que tratan de dar sentido al desarrollo verdaderamente humano de las distintas personas, hombres o mujeres, que integran la comunidad humana. Constituimos asimismo un grupo intercultural muy diverso, con mujeres y hombres del mundo entero. A lo largo de un año, el grupo pudo mantener un intercambio de opiniones muy fecundo. Los puntos de vista convergentes, enriquecidos por las particularidades de tal o tal tradición, pudieron recogerse en una publicación editada en común por la OIT y el Consejo Mundial de Iglesias, titulada: «El trabajo decente: Puntos de vista filosóficos y espirituales» 1. Esta publicación muestra la necesidad de instaurar, más allá de los diálogos interreligiosos cara a cara, a veces de oposición, un diálogo conjunto, de colaboración, a través del cual se intente responder conjuntamente a una cuestión urgente de nuestros tiempos. Este tipo de conversaciones permite alcanzar un firme consenso, al verse éste esclarecido y enriquecido por las diferencias aportadas por cada uno al responder a cuestiones concretas.

Una vez más, en nuestro camino común, vemos como coinciden las principales preocupaciones del CMI y de la OIT. Por ello, hemos aceptado con gran placer su invitación para estar presente en Porto Alegre. Me hubiera gustado poder acudir personalmente a la Asamblea, si la obligación de nuestra reunión marítima de la Conferencia no me hubiera retenido forzosamente en Ginebra. Ahora bien, he insistido en que Dominique Peccoud represente a nuestra Organización a lo largo de toda la Asamblea, y en que se edite para todos los participantes un CD-ROM que incluya algunos documentos sobre estos tres temas de sus debates.

Nuestra lucha por una mayor justicia social, que reconozca de facto la dignidad de cada persona, es tan legítima como difícil. Nuestra colaboración ha sido fructífera para las dos instituciones. Juntos, podemos esperar que conseguiremos lograr unos objetivos que serían imposibles de alcanzar por separado. La OIT precisa hoy en día el apoyo de todos ustedes en su lucha encaminada a crear mayores oportunidades de trabajo, que sean sinónimo de dignidad humana. En respuesta a su ruego de que «Dios, en su gracia, transforme el mundo», nadie duda de que el primer presente que estará dispuesto a concedernos es el de trabajar juntos. Al igual que pueden contar con la disponibilidad de la OIT, cuento con ustedes para que apoyen las acciones emprendidas por nuestra Organización en pro del trabajo decente.

Muchas gracias

1 «Philosophical and Spiritual Perspectives on Decent Work»
«Le travail décent: Points de vue philosophiques et spirituels»
«Philosophische und spirituelle Perspektiven zur menschenwürdigen Arbeit».