Texto: 1 Corintios 12:13

Porque por un solo Espíritu fuimos bautizados todos en un solo cuerpo, tanto judíos como griegos, tanto esclavos como libres; y a todos se nos dio a beber de un solo Espíritu.

Reflexión

¿Qué significa tener derecho al agua? ¿Qué pasaría si usted no tuviera acceso al agua? ¿Y si tuviera acceso al agua, pero estuviera contaminada? ¿Qué pasaría si tuviera que viajar regularmente para adquirir agua para el consumo y/o el aseo?

Soy la coordinadora nacional del colectivo de salud y justicia ambiental centrado en la reforma de la política sobre productos químicos “Environmental Justice Health Alliance for Chemical Policy Reform” (EJHA por su sigla en inglés). EJHA es una red nacional formada por organizaciones locales de defensa de la justicia ambiental con una larga trayectoria de activismo por la justicia medioambiental y económica. Los grupos afiliados a la EJHA se organizan principalmente desde las zonas limítrofes o colindantes de las instalaciones donde se llevan a cabo las actividades químicas y energéticas o desde el “perímetro heredado”, o antiguos yacimientos (en ocasiones, denominadas “comunidades limítrofes o colindantes”). Muchas de estas actividades requieren y utilizan enormes cantidades de agua.

Por desgracia, en mi labor al servicio de las “comunidades de justicia medioambiental” en todo el país, me he encontrado a muchas personas que tienen que vivir estas realidades. Por ese motivo, estudiamos la Ley de Agua Potable Segura que garantiza el acceso a agua limpia y potable para todas las personas. Tras un proceso exhaustivo de estudio e investigación, encontramos una correlación preocupante entre ciertos indicadores sociodemográficos, especialmente la raza, y el aumento de las violaciones de esta ley en comunidades de color, comunidades de bajos ingresos, zonas con distintos idiomas étnicos, comunidades que viven en condiciones de hacinamiento y zonas de alta densidad poblacional con escaso acceso a infraestructuras de transporte. Publicamos un informe detallado sobre nuestro estudio, titulado “Watered Down Justice” (Dilución de la justicia).

Imagínese lo que supone vivir en estas condiciones en la actualidad, en plena pandemia de COVID-19, en un momento en el que se nos dice que debemos hidratar nuestro cuerpo y lavarnos las manos tan a menudo como podamos. Imagínese lo que supone no tener acceso al agua. 

Habrá quien se pregunte cómo es posible que algo así pase en Estados Unidos. No obstante, mi labor en las comunidades de esta nación me ha llevado a pensar en Estados Unidos como el Sur global en el Norte, ya que he podido constatar una y otra vez que el racismo sistémico es la causa principal de esta situación. Hoy en día, hay muchas comunidades en Estados Unidos que no tienen acceso a agua ni a instalaciones sanitarias adecuadas en plena pandemia de COVID-19. 

El agua es la vida: nos nutre, nos limpia, nos sustenta. Todas las formas de vida dependen del agua, desde las bacterias hasta el ser humano.  En Estados Unidos, muchos de nosotros, cuando queremos acceder a este recurso vital, buscamos un grifo cercano, lo abrimos y confiamos en que lo que sale del grifo no será nocivo para nosotros. Confiamos en que existen sistemas que nos protegen a nosotros y a nuestras familias. Lamentablemente, para demasiadas personas y comunidades de esta nación, este no es el caso. El acceso al agua potable se ha convertido en un motivo de tensión, incomodidad, discriminación y opresión.

Todos recordamos la crisis del agua en Flint (Michigan) y la absoluta incapacidad del gobierno de garantizar agua segura para todos. Justo después vino la crisis de la ciudad de Newark (Nueva Jersey), que fue noticia por los altos niveles de plomo detectados en sus aguas. Aún más deplorable es que, en ciudades como Sand Branch (Texas), fundada por uno de los últimos pueblos de libertos (formado por personas liberadas hace más de 100 años), se siga negando activamente a los residentes el acceso a los recursos hídricos de Dallas, a poco más de veinte kilómetros de distancia. El clamor por la justicia y por que se respete su derecho al agua de comunidades como las de Newark, Flint, Sand Branch y Mossville, en Luisiana, ha sido ignorado en todo el país. 

Hoy, más que nunca, debemos ser conscientes de que es necesario actualizar nuestras políticas para que reflejen la equidad y la justicia. Por ejemplo, en 1974 se promulgó la Ley de Agua Potable Segura. No obstante, es evidente que esta ley no se ha aplicado de forma equitativa para todas las comunidades. Los errores de la crisis del agua de Flint revelaron las deficiencias de esta ley de salud pública y, además, pusieron rostro a las víctimas de las mismas...los pueblos negros, mulatos/mestizos e indígenas. Es hora de que nos embarquemos en una peregrinación de justicia y paz que incluya todos los colores del arcoíris y que represente los verdaderos colores de Estados Unidos en la actualidad, y no solo el de unos pocos privilegiados. Esta perspectiva de trabajar por la justicia del agua es un buen punto de partida para la peregrinación de justicia y paz en Estados Unidos.

Preguntas para el debate

  1. ¿Qué tiene que ver todo esto con la Cuaresma? Piense en su bautismo y en su pacto bautismal. ¿Qué pasaría si no hubiera agua? ¿Y si el agua estuviera muy contaminada? 
  2. ¿A qué nos llama Dios para honrar nuestro pacto bautismal? Para mí, el pacto bautismal episcopal que realicé hace muchos años nos llama a “trabajar por la justicia y la paz”. 
  3. ¿Cómo podemos garantizar que todos tengamos derecho al agua potable? ¿Qué podemos hacer nosotros, la “comunión de los santos”?

Iniciativas:

  1. Intente informarse en Internet sobre la política de aguas de su país y averigüe si se está aplicando eficazmente. 
  2. Intente averiguar si las comunidades pobres y marginadas de su región tienen acceso al agua potable.
  3. Apoye a una organización no gubernamental que trabaje en la defensa de la justicia del agua, por ejemplo, haciéndose voluntario o donando si puede. 

Recursos adicionales 

La Ley de Agua Potable Segura (SDWA, por su sigla en inglés) https://www.epa.gov/sites/production/files/2015-04/documents/epa816f04030.pdf

La crisis del agua de Flint: un informe afirma que el “racismo sistémico” desempeñó un papel 

https://edition.cnn.com/2017/02/18/politics/flint-water-report-systemic-racism/index.html

Informe de la ONU sobre el estigma y el derecho al agua https://digitallibrary.un.org/record/731356?ln=en

* Michele Roberts es la coordinadora nacional de la red Environmental Justice Health Alliance for Chemical Policy Reform. Es miembro de tercera generación de la iglesia episcopal y fue una de las nueve delegadas seleccionadas para representar al obispo primado Michael Curry en el 63º período de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas (UNCSW63). Afirma que su fe es lo que impulsa su compromiso para abordar el racismo sistémico.