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Ana Maria Velilla de Medio

Fotografía:

Ana Maria Velilla De Medio, de la Iglesia Evangélica Discípulos de Cristo de Argentina, habló sobre su experiencia en la reunión del Comité Central del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) a través de los lentes de su experiencia ecuménica en Argentina y Latinoamérica.

Ana Maria Valilla De Medio, lidereza de la Iglesia Evangélica Discípulos de Cristo de Argentina, viene caminando en procesos ecuménicos por más de 30 años. Durante éste tiempo, ella ha hecho parte activa en diversos escenarios representando a la Iglesia Discípulos de Cristo, especialmente en los temas e iniciativas relacionadas con los derechos humanos.

En la actualidad, Ana hace parte del equipo de conducción de su iglesia y es la representante de la Iglesia Evangélica Discípulos de Cristo de Argentina en la junta directiva de la Comisión  de Ayuda el Migrante y Refugiado, como coordinadora del Foro de Género del CLAI (Región del Río de la Plata), además de participar en otros escenarios ecuménicos a nivel local/regional.

Ésta es la primera vez que Ana hace parte del Comité Central del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), pero ha contado con experiencias previas de las asambleas del CMI.

Recordando el apoyo del CMI a Argentina en la época de la dictadura

Ana recuerda de manera positiva el apoyo que el CMI proveyó a las Iglesias en Argentina (a la comunidad en general) en la época de la dictadura: “en esos momentos (de la dictadura), el Consejo Mundial de Iglesias estuvo acompañando a todas las personas que eran víctimas de la represión”. Una vez finalizó la dictadura (representado con el inicio de un nuevo gobierno) el CMI ayudó también a que las abuelas de la plaza de mayo pudieran encontrar y recuperar a sus nietas (hijas e hijos de desaparecidos). Esto fue “solventado y acompañado por el CMI”, cuenta la líder.

Peregrinaje de Justica y Paz

Frente al “Peregrinaje de Justicia y Paz”, iniciativa aprobada en la pasada décima asamblea del CMI en Busan, Corea del Sur, la cual liderará el movimiento ecuménico por los próximos años, la argentina comenta que es de suma importancia que ésta iniciativa busque estar en concordancia o correspondencia (se adapte) con lo que las comunidades quieren y necesitan en las bases. En ese sentido dice: “necesitamos convocar a las iglesias con algo muy concreto, para que se adapte a la realidad de cada lugar”. Este es un llamado establecer éste como un proceso más concreto, mucho más cercano a las necesidades de la base, comenta Ana.

Juventud y Mujeres: temas centrales en el CMI

A lo largo de la reunión del Comité Central del CMI, que ha tenido lugar desde el 2 hasta el 8 de julio, en Ginebra, Suiza, Ana apunta la necesidad de involucrar a las mujeres y juventudes ha sido tratada en múltiples oportunidades. “Tenemos que animar a los jóvenes, pero esto implica moverse de los lugares actuales” (muchos de los actuales líderes deben ceder sus papeles de representación) para posibilitar la participación de las juventudes en el movimiento ecuménico.

En ese sentido, ella valora como positivo que como región de América Latina ha habido un progresivo proceso de reconocimiento de dar espacio a jóvenes, lo que se ha materializado desde la pasada asamblea de Busan, en donde “decidimos indicar a un joven para el comité central”, comenta la argentina. El apoyo a las juventudes implica, entre otras cosas, ir más allá de simplemente acompañarles: “no sólo hay que acompañarles sino también hay que escuchar. Tenemos que tener los oídos bien abiertos a lo que nos están diciendo”, reflexiona Ana.

“Como mujeres”, opina Ana, “estamos andando de a poquito en el movimiento ecuménico, sobre todo en materia de reconocimiento de derechos: debemos reconocer nuestros derechos para poder tomarlos”.

En el caso de Argentina, ella añade, un tema de preocupación sigue siendo el ordenamiento de mujeres como pastoras. Sin embargo, luego de “muchas reuniones que hemos hecho con mujeres pentecostales, han tomado sus derechos y han sido ordenadas pastoras en Argentina”.

En el marco del CMI, se ha identificado todavía una sub-participación de mujeres en el Comité Central, pero “éste no es un problema de nuestro Comité Central; es un problema de las iglesias que no envían mujeres”, comenta Ana.

Diálogo entre Latinoamérica y el CMI

Ana reconoce que a nivel latinoamericano “estamos aprendiendo que el CMI tiene una estructura muy grande, pero tengo mucha esperanza; creo que las personas que estamos en el Comité Central tenemos la responsabilidad de tener una relación mucho más directas con las bases, con nuestras iglesias en le región”. Ella  adiciona que “tenemos que ver cómo involucramos a otros países para compartir lo que ha pasado acá”.

Finalmente, Ana hace un llamado a la continuidad de los procesos: “nosotros no queremos que esto se corte acá”, sino que hay que “conformarse en red” (pensando en América Latina), además de ver cómo trasmitir de buena manera las necesidades de las iglesias.

En el contexto argentino, por citar un ejemplo, el desafío que está por ser resuelto es el de Libertad Religiosa, donde el apoyo del CMI es clave, concluye Ana.

Las mujeres en la iglesia y la sociedad

Los jóvenes y el movimiento ecuménico