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Rev. Dr Peniel Rajkumar, WCC programme executive for Interreligious Dialogue and Cooperation. Photo: Peter Williams/WCC

Rev. Dr Peniel Rajkumar, WCC programme executive for Interreligious Dialogue and Cooperation. Photo: Peter Williams/WCC

Estamos a las puertas de una etapa de esperanza para eliminar todas las armas nucleares del mundo, ya que 122 países han firmado recientemente el tratado sobre la prohibición de las armas nucleares. Pero hacer realidad esta aspiración requiere el firme compromiso de las comunidades religiosas, dice el Rev. Dr. Peniel Rajkumar, secretario ejecutivo del programa del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) para el Diálogo y la Cooperación Interreligiosos.

Ahora más que nunca, la transición hacia la eliminación de las armas nucleares requiere de las comunidades religiosas un entusiasmo renovado, una convicción compasiva y una cooperación decidida, afirmó el Rev. Rajkumar en el discurso pronunciado con ocasión del 30.º aniversario de la Reunión de Oración Interreligiosa por la Paz Mundial, que tuvo lugar los días 3 y 4 de agosto en el monte Hiei, cerca de Kyoto (Japón), 72 años después del bombardeo de Hiroshima y Nagasaki.

“La historia nos ha enseñado que la promoción de la energía nuclear sigue siendo una causa cuestionable por razones ambientales, éticas y económicas”, añadió. “Los desastres nucleares de Three Mile Island, Chernóbil y Fukushima confirman que no solo las armas nucleares, sino también las fuentes de energía nuclear para uso civil, tienen el potencial de desencadenar un desastre nuclear”.

Las cuestiones relacionadas con la energía nuclear y, en especial, con las armas nucleares tienden a atacar el núcleo de la estructura moral de nuestra existencia común. Las lagunas éticas en torno a la energía nuclear y la bancarrota moral de las armas nucleares confirman lo que destacó en una ocasión Martin Luther King, Jr.: “Cuando el poder científico sobrepasa nuestro poder espiritual, terminamos con misiles guiados y hombres descaminados”.

En los últimos 72 años, las naciones poderosas han normalizado las armas nucleares velando por su constante presencia en la psicología de la seguridad nacional, en los presupuestos militares y los despliegues de fuerza, en los símbolos y la retórica nacionalistas. Pero el discernimiento debe ser la base de nuestro futuro común.

“Los usos civiles y militares de la tecnología nuclear producen grandes cantidades de residuos tóxicos que no existen en la naturaleza y que causan los peores tipos de contaminación medioambiental del mundo”, afirma la política del CMI en materia de armas nucleares.

“Con el fin de encubrir nuestras compulsiones políticas y nuestras ambiciones económicas, nuestra industria armamentística ha logrado vender la mentira de que la única manera de hacer que el mundo sea un lugar seguro es aumentando nuestros arsenales nucleares”, aseveró el Rev. Rajkumar; “Hemos fomentado un entorno moral donde uno no puede imaginar vivir sin la posibilidad de matar y de que lo maten”.

“Pero en lugar de vivir así, lo que necesitamos es promover una visión moral que se niegue a confiar más en las armas que en nuestra humanidad común. Con cada arma nuclear que se fabrica o se prueba desperdiciamos nuestra capacidad y nuestra responsabilidad de ser humanos”.

Gran parte de la procrastinación de la eliminación total de las armas nucleares surge de una postura que considera las armas nucleares como una amenaza futurista. Pero la convicción de que debemos actuar puede consolidarse rápidamente si entendemos que las armas nucleares son una amenaza para nuestro presente mismo. “Para ello necesitamos corazones compasivos que vean el precio exorbitante que pagan los más vulnerables de entre nosotros por nuestra mórbida adicción al almacenamiento de armas nucleares”, declaró el Rev. Rajkumar.

“Tenemos que tener muy claro que una carrera armamentista nuclear en un mundo donde cada minuto mueren cientos de personas por razones evitables es el más macabro de los deportes, uno en que la muerte y la sangre de los inocentes son un mero entretenimiento. El horror moral de contribuir cada minuto a muertes masivas debería remover nuestro corazón, nuestra consciencia y nuestra voluntad para invertir no en muerte, sino en vida”.

El 7 de julio de 2017, 122 países firmaron el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, cuyo objetivo es su eliminación total. Pero el tratado entrará en vigor cuando los Estados lo hayan ratificado, lo que hará que la exigencia de eliminar las armas nucleares sea una norma a nivel mundial.

“Ese es el momento de que el amplio consenso interreligioso en torno a las armas nucleares se traduzca en acciones comunes”, dijo el Rev. Rajkumar. Las comunidades religiosas deben trabajar con los responsables políticos, los diplomáticos y las organizaciones de la sociedad civil, lo que requiere una cooperación decidida y basada en la solidaridad.

“No podemos seguir guardando silencio. En un mundo en que a menudo parece que hay religión de sobra para hacer que nos odiemos, pero no la suficiente para hacer que nos amemos, es preciso que caminemos juntos. Necesitamos caminar de la mano, dejar que la compasión lleve a nuestros corazones y que nuestras mentes se ilusionen con una visión renovada de un mundo nuevo donde no solo importan algunas vidas, sino todas las vidas”.

 

Comunicado de prensa del CMI (3 de agosto de 2017):En el aniversario de Hiroshima y Nagasaki, un nuevo tratado para prohibir las armas nucleares reaviva la esperanza

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