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Freddy Elbaiady. Foto: Katja Dorothea Buck

Freddy Elbaiady. Foto: Katja Dorothea Buck

Por Katja Dorothea Buck*

Freddy Elbaiady ha hecho historia como político. Pero lo que más cuenta para este doctor egipcio de 46 años es su trabajo en el Centro Médico Salam (SMC, por sus siglas en inglés) en El-Qanatir, al norte de El Cairo. Los puentes entre cristianos y musulmanes construidos gracias a este trabajo se sostienen incluso en tiempos de crisis.

Freddy Elbaiady tiene muchas profesiones y ministerios. Es un respetado radiólogo en El Cairo, gestiona un centro médico en El-Qanatir, su ciudad natal, es miembro del consejo de la iglesia local, y participa en la política de la Iglesia Evangélica en su calidad de miembro del Consejo Supremo de Iglesias Protestantes de Egipto. Se dio a conocer al público en general en 2013, cuando aceptó la oferta de incorporarse al parlamento dominado por los Hermanos Musulmanes como uno de los pocos miembros cristianos. A los programas informativos de la televisión les complacía – y aún les complace– invitarlo para debatir sobre la coexistencia interreligiosa, el papel de las iglesias en Egipto y la política en general. No hay ninguna duda, este hombre tiene influencia y prestigio. Pero si se le pide que hable de él, se muestra reticente.

Su oficina del Centro Médico Salam (SMC) en El-Qanatir tiene sorprendentemente una decoración muy sencilla. No hay una mesa grande ni muebles de piel para recibir a los invitados. Freddy Elbaiady recibe a los visitantes en una sala pequeña. En la parte trasera, hay una mesa de examen para las consultas. Está contento con que la parte de delante sea su oficina. Solo la placa de madera con su nombre en la pequeña mesa de escritorio revela su cargo de director ejecutivo. Elbaiady trabaja en un gran hospital privado de El Cairo, donde dirige el departamento de radiología. Desde ahí, llega sobre las tres de la tarde al SMC, donde trabaja hasta después de la medianoche, con frecuencia hasta las primeras horas de la mañana. “Me conformo con dormir poco”, dice con naturalidad.

Comienzos en su ciudad natal

A los 25 años, Freddy Elbaiady fundó el SMC. Estaba buscando una manera de reforzar la coexistencia de cristianos y musulmanes en su ciudad natal, El-Qanatir. La iglesia presbiteriana local donde su padre era pastor en aquella época le había cedido algunas salas para empezar. Comenzó tratando a pacientes que no tenían dinero para una asistencia sanitaria de alta calidad. También convenció a sus colegas para que dedicaran unas pocas horas al SMC como voluntarios aparte de su trabajo remunerado. En la actualidad, sesenta y cinco médicos se ocupan de más de treinta mil pacientes cada año. El hospital está abierto las 24 horas del día, siete días a la semana. Se ha ampliado a varias plantas, cuenta con doce camas, dos quirófanos y otras salas para diversas especialidades médicas.

El-Qanatir es una pequeña capital de distrito de cincuenta mil habitantes al norte de El Cairo. Aquí el Nilo se divide en dos brazos formando el fértil delta. En los pueblos de los alrededores viven cuatrocientas mil personas más. La vida ahí es dura y viene marcada por el trabajo diario en los campos. La mayoría de las calles no están pavimentadas. En los canales de irrigación de los bordes de las carreteras se acumula la basura. Los carros tirados por burros y caballos cruzan la carretera con más frecuencia que los vehículos. Numerosas chozas y casas pequeñas carecen de ventanas y a veces incluso de partes del tejado. Las familias con muchos hijos a menudo comparten una o dos habitaciones. Egipto es uno de los países del mundo que más rápido crece.

Las numerosas personas nacidas en El-Qanatir y otros distritos similares se enfrentan a múltiples desafíos. La educación de alta calidad es inalcanzable para la mayoría de las personas. De igual modo, es muy difícil acceder a la asistencia sanitaria. Los hospitales del gobierno cuentan con fondos muy limitados, y por ello ofrecen opciones de tratamiento sumamente limitadas. Al contrario de lo que ocurre en los hospitales privados, que ofrecen cuidados de alta calidad, pero a un coste que el 90% de la población nacional no puede asumir.

Medicina con paz

En el SMC se aplican normas diferentes. Todas las personas son tratadas al más alto nivel, sin importar lo que puedan pagar por ello. Muchos pacientes no pueden pagar nada. El SMC es sostenible desde el punto de vista operativo para cubrir los costes diarios. Sin embargo, depende de las donaciones para cubrir los costes de la construcción, la expansión y los programas adicionales. El SMC no es solo un centro médico, señala Elbaiady. “Es un Centro Médico por la Paz, un lugar donde se reúnen cristianos y musulmanes. La mayoría de los pacientes son musulmanes, al igual que muchos de los sesenta y cinco doctores que atienden a los pobres con dedicación. La visión de la construcción de la paz interreligiosa que Elbaiady se ha esforzado tanto en promover ha recibido el apoyo internacional de muchas organizaciones internacionales.

La proporción de cristianos en torno a El-Qanatir es del 5%, cifra inferior a la media nacional que se sitúa entre el 10% y el 15%. La iglesia protestante es la más pequeña con solo cuarenta miembros, que celebran el culto en una sala eclesial pequeña y humilde detrás de la clínica. El camino conduce a través del patio de la escuela adyacente. Para Elbaiady, es un pedazo de su hogar. Aquí creció, aquí fue a la escuela. Hoy es un miembro elegido del consejo de la iglesia local y a veces predica en el principal servicio de culto del domingo.

Alimentando el futuro

En la iglesia, un grupo reducido de jóvenes prepara el próximo módulo de la escuela dominical. Saludan a Elbaiady como a un viejo amigo. Durante muchos años, participó activamente en la labor de la iglesia con los jóvenes. Hoy, debido a su apretada agenda, ha reducido sus compromisos, pero sigue aceptando las invitaciones para hablar a los jóvenes. Durante su servicio militar obligatorio, utilizó el tiempo libre que tenía para reunir una colección de himnos. Elbaiady saca una de las copias de una estantería y la hojea. Sonríe y señala las imágenes que en aquel momento consideró apropiadas para las canciones. “Al parecer se sigue usando. Qué hermoso”, comenta.

La iglesia fue fundada por misioneros holandeses. Sobre el papel, todavía pertenece a la llamada misión holandesa, una de las dieciocho denominaciones protestantes de Egipto, que están representadas en el Consejo Supremo de Iglesias Protestantes. El consejo es el punto de contacto oficial para todos aquellos que quieren consultar con la Iglesia Protestante, que se conoce localmente como la denominación evangélica copta: políticos, partidos políticos, autoridades, otras iglesias. Al mismo tiempo, el consejo canaliza las peticiones de las dieciocho iglesias protestantes a los organismos públicos, como, por ejemplo, los trámites de los edificios de las iglesias. Hasta hace dos años, el padre de Freddy Elbaiady, Rev. Dr. Safwat Elbaiady, presidía este consejo. Hoy, su hijo, como uno de los miembros del consejo elegidos, desempeña un papel en las decisiones políticas de la iglesia.

Pero Freddy Elbaiady también está presente en la política nacional. Pronto se hizo conocido en El-Qanatir por su labor en el SMC. El Partido Nacional Democrático –el antiguo partido de Hosni Mubarak– quería designarlo. Elbaiady aceptó. “Era una oportunidad para llevar la perspectiva de la iglesia a la esfera pública”, comenta. En 2012, cuando los Hermanos Musulmanes ganaron la amplia mayoría de los escaños del parlamento, el descontento de los cristianos fue cada vez mayor. El presidente solicitó que varios grupos, incluida la Iglesia Protestante, propusieran candidatos al senado. Los protestantes sugirieron a Elbaiady, entre otros. El presidente lo nombró y él aceptó. Muchos no podían entenderle. Incluso buenos amigos lo acusaron de proporcionar a los Hermanos Musulmanes una sensación de credibilidad barata. Él lo consideró una manera de hacer que se oyera la voz de la mayoría de los cristianos y de otros miembros de la oposición. “Todas las sesiones y por eso todas las objeciones a las propuestas legislativas se transmitían en directo”, dice con tono serio.

Su trabajo como parlamentario no duró mucho. En junio de 2013, Elbaiady fue uno de los primeros nueve miembros del parlamento que renunciaron públicamente a su cargo en señal de protesta contra el gobierno de Mohamed Morsi. La imagen de cada uno de ellos sosteniendo una tarjeta roja para pedir al presidente que dimitiera fue compartida un millón de veces en las redes sociales. Esta acción fue una de las chispas que provocó la segunda revolución.

Sigue alzando la voz

Hoy, Abdulfatah al Sisi gobierna el país. También Elbaiady votó por él en 2014. Pero está viviendo en primera persona las importantes limitaciones que el presidente pone a toda la oposición política y de la sociedad civil. Elbaiady es ahora miembro del Consejo Supremo y secretario general –en representación del distrito norte de El Cairo– del Partido Social Demócrata de Egipto, un partido que promueve la colaboración por encima de la confrontación. No obstante, uno de los dirigentes del partido fue a prisión por una simple publicación en Facebook. A otros ya no se les permite abandonar el país.

Elbaiady ha reducido su presencia en la televisión y los medios sociales, pero sigue hablando claro con valentía sobre temas importantes, a pesar del peligro. Su mujer le aconsejó que no opinara sobre todo. Ella piensa que sería una pena que una publicación o un comentario mal interpretados destruyeran todo el importante trabajo realizado y los puentes que se han tendido entre musulmanes y cristianos en los últimos veinte años.

En el verano de 2013 quedó claro lo estables que eran esos puentes. Indignados por la caída de Mohamed Morsi, los seguidores del expresidente estuvieron merodeando por ciudades y pueblos de todo el país. Querían vengarse de aquellos a quienes culpaban del derrocamiento: los cristianos. Elbaiady, que había mostrado públicamente la tarjeta roja a Morsi, era el primero de su lista, junto con el SMC. “Cuando oímos que algunos grupos de los pueblos se dirigían hacia El-Qanatir, los jóvenes musulmanes del distrito vinieron y formaron un escudo humano rodeando el hospital”, relata, emocionándose por primera vez. “Tenía lágrimas en los ojos cuando vi que nos estaban protegiendo los musulmanes. En aquel momento supe que ni un solo minuto fue invertido en vano”.

Solidaridad con las iglesias en Oriente Medio

Iglesias miembros del CMI en Egipto

*Katja Dorothea Buck está especializada en ciencias políticas y religiosas, y se dedica al cristianismo de Oriente Medio. Desde sus estudios en El Cairo a finales de los años noventa, viaja con frecuencia a Egipto para investigar.