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Sonia Tziovanni. © CMI/Peter Kenny

Sonia Tziovanni. © CMI/Peter Kenny

Para Sonia Tziovanni, miembro del Comité Central del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), el empleo juvenil constituye un problema de nuestra época tanto en su país, Chipre, como en todo el planeta.

Tziovanni participó, como representante de la Iglesia de Chipre, en la 53a reunión de la Comisión de las Iglesias para Asuntos Internacionales del CMI, celebrada en Ginebra del 8 al 11 de marzo. “El empleo de los jóvenes es una gran preocupación en Chipre, en Europa y en todo el mundo, por lo que estamos tratando de encontrar una solución”, explicó en una entrevista que tuvo lugar en el Centro Ecuménico tras la reunión.

Sus observaciones se ven confirmadas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), según la cual la participación mundial de los jóvenes en la fuerza laboral, bien sea como empleados o como desempleados, está disminuyendo a lo largo del tiempo. Uno de los motivos es que un número mayor de jóvenes (aunque no suficiente) está estudiando.

Sin embargo, en los países de bajos ingresos, millones de jóvenes siguen abandonando la escuela para aceptar empleos cuando son demasiado jóvenes. La OIT estima que el 31 por ciento de los jóvenes en los países de bajos ingresos no tienen ningún título educativo, frente a un 6 por ciento en los países de ingresos medianos bajos y un 2 por ciento en los países de ingresos medianos altos.

“El problema del empleo es que no solo afecta al Gobierno y a la economía del país, sino que tiene un impacto en la psicología de la población, porque si no tienes trabajo, sientes que no vales nada y te estresas. Además, el desempleo aumenta la tensión en la vida personal de los ciudadanos, en la familia y puede convertirse en un problema nacional de salud pública”, observa la joven chipriota.

Tziovanni está terminando un Máster en Derecho y Derechos Humanos en la Universidad Metropolitana de Manchester (Reino Unido) que abarca temas relacionados con la propiedad que forman parte del programa de negociaciones emprendidas por los chipriotas a raíz de la invasión de la isla por Turquía en 1974. Las conversaciones en curso entre los chipriotas griegos y turcos sobre su isla, dividida en una parte griega en el sur y una parte turca en el norte, giran constantemente en torno a cuestiones relacionadas con las propiedades. “Es un problema tanto para los griegos como para los turcos. Dado que tiene que ver con la religión y el lugar de culto de nuestras iglesias, queremos recuperarlas”, explica Tziovanni.

En el marco de un acuerdo alcanzado en 2014 gracias al contacto entre los dirigentes cristianos y musulmanes de Chipre, los griegos a veces pueden realizar visitas a las “zonas ocupadas”. “Vemos que muchas iglesias se han convertido en cafeterías, establos u hoteles. Esto representa un problema no solo para nosotros, ortodoxos griegos, sino para todos los cristianos, pues en el otro lado [el turco] los cristianos ya no existen”, indica Tziovanni.

Los jóvenes y el movimiento ecuménico