Un equipo ecuménico integrado por más de 20 personas de todos los continentes, que representan a las iglesias, las organizaciones ecuménicas regionales y las comunidades de pueblos indígenas asiste al Segundo Comité Preparatorio de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible.

La composición del equipo que asiste a la reunión que tiene lugar esta semana en Nueva York "refleja las prioridades del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) en relación con la propia cumbre mundial" destaca el pastor Martin Robra, encargado del programa en el equipo de Justicia, Paz y Creación (JPC) del CMI. Según Robra, los principales problemas a tratar son:

  • África meridional: la cumbre será una ocasión para que las iglesias de Sudáfrica puedan expresar públicamente su preocupación en relación con las posibilidades de acceso a medios de subsistencia viables para la población de la región. El CMI está trabajando en estrecho contacto con el Consejo de Iglesias de Sudáfrica (SACC) sobre esta cuestión: el SACC estará representado en Nueva York por el pastor Sipho Mtetwas.

"El CMI considera que la incapacidad de poner por obra varias de las promesas formuladas en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD) en Río de Janeiro (1992) apunta a la falta de voluntad política para aplicar el pacto concertado en Río entre los imperativos ecológicos y la necesidad de desarrollo social. Sin embargo, esa incapacidad demuestra también la tensión inherente entre los objetivos declarados y los medios elegidos para alcanzarlos. No cabe duda de que, desde celebración de la CNUMAD, los mecanismos destructivos han continuado produciendo efectos y siguen existiendo", explica Martin Robra.

Según él, las delegaciones del CMI que han participado en los períodos de sesiones de la Comisión de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible dejaron bien claro que no es posible garantizar un desarrollo sostenible mediante los enfoques económicos actuales centrados en el crecimiento económico ilimitado y en la expansión constante y no reglamentada de la producción y el consumo de los ricos de este mundo. "Los que obran en favor de una vida con dignidad en comunidades justas y viables deben tener esto en consideración. A menudo, la resistencia a la explotación y la destrucción causadas por una concepción equivocada del desarrollo no es tanto una opción como un imperativo de la supervivencia.", dice Robra. "Cada vez con más frecuencia se priva a las personas de los recursos esenciales para su subsistencia. Sus condiciones de vida se deterioran. Los que son pobres y marginados sufren aún más que los otros. Privados del acceso al dinero y a la economía de mercado, dependen para vivir del apoyo que la comunidad pueda darles y de lo que la naturaleza pueda ofrecerles. Es urgente un cambio de perspectiva y una revisión del modelo económico. Defender la Tierra no es un proyecto. Defender la Tierra es una forma de vida", concluye el pastor Robra.

Para más información pónganse en contacto con la Oficina de Enlace del CMI con las Naciones Unidas en Nueva York, tel.: (+1) 212 867 5890