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L'évêque Mary Ann Swenson (à droite) s'entretient avec Koko Kondo, un survivant du bombardement atomique d'Hiroshima de 1945, lors d'un pèlerinage au Japon en 2015. Photo: Paul Jeffrey/COE

L'évêque Mary Ann Swenson (à droite) s'entretient avec Koko Kondo, un survivant du bombardement atomique d'Hiroshima de 1945, lors d'un pèlerinage au Japon en 2015. Photo: Paul Jeffrey/COE

Fotografía:

por Susan Kim*

Si uno pasa cinco minutos con la obispa Mary Ann Swenson, podrá constatar que está constantemente alentando a las personas a aprender más las unas sobre las otras, a caminar juntas, y a mantenerse unidas sin importar sus diferencias.

Sus frases suelen comenzar, por ejemplo, así: ¿Conoce usted a…? ¿Conoce usted el trabajo de…? ¿Cómo podemos reflexionar juntos sobre…?”

Mary Ann Swenson, obispa emérita de la Iglesia Metodista Unida, es actualmente vicemoderadora del Comité Central del Consejo Mundial de Iglesias (CMI).

La energía positiva de la obispa, que viaja por todo el mundo y va a la iglesia en bicicleta tándem con su marido, su espíritu de unidad y su voluntad de escuchar la historia de cada persona son un regalo para el Consejo Mundial de Iglesias y para el mundo.

La obispa Swenson compartió sus ideas sobre el movimiento ecuménico en una serie de entrevistas grabadas.

Primeros años ecuménicos

Pregunta: ¿Cuál es la primera experiencia ecuménica que usted recuerda?

Respuesta: Cuando era una niña, en Mississippi, tenía una amiga católica que vivía al otro lado de la calle. Ella iba a una escuela católica, y yo iba a la escuela pública. Éramos grandes amigas. También tenía amigas greco-ortodoxas. Compartimos momentos juntas y crecimos juntas. Una de ellas se convirtió en mi compañera de habitación en la universidad. Teníamos iconos en nuestra habitación, así que comencé pronto a aprender cosas sobre mis hermanos y hermanas de la comunidad ecuménica. Llevo mucho tiempo comprometida con esta causa.

Cuando era una joven pastora, fui durante un tiempo la presidenta de nuestra Asociación de Iglesias del área metropolitana de Vancouver, nuestro grupo ecuménico. A principios de los años 70, no había mujeres ordenadas al ministerio pastoral. Podían llegar a asistir 800 personas a las reuniones de los pastores para los servicios fúnebres, y tal vez tan solo tres personas del grupo serían mujeres, de modo que era un trabajo predominantemente de hombres en aquellos tiempos. Siendo una joven pastora, se me presentó una oportunidad cuando un sacerdote católico me invitó a dirigir las estaciones del viacrucis en el culto del Viernes Santo junto a él, en su parroquia. Me pareció un increíble gesto de hospitalidad ecuménica que alguien me invitase y me incluyese en su parroquia de esta manera. En ese momento, pude profundizar en mi sentimiento ecuménico.

La vida ecuménica ha sido siempre una parte de mí. Antes de que me retirara como obispa activa, tenía muchas preocupaciones: por ejemplo, me preocupaba por las congregaciones de la Iglesia Metodista Unida, por si estaban contentas con sus pastores, por si las iglesias deseaban un cambio, o no; o por las personas que se quejaban de cómo estaban las cosas. Fue maravilloso retirarme y establecer de nuevo todas esas relaciones ecuménicas, de una manera diferente y reforzada.

El mundo como parroquia

Pregunta: ¿Ha cambiado su labor ecuménica su identidad de metodista unida?

Respuesta: Me considero a mí misma nieta del fundador del movimiento ecuménico, John Wesley, que diría: “Considero el mundo mi parroquia. Si tu corazón siente como el mío, toma mi mano.”

Todos nosotros viviendo y trabajando juntos: esa es la alegría de mi vida. Caminemos juntos y perfeccionemos nuestro amor por Dios y por nuestro prójimo.

He disfrutado mucho viendo a las iglesias cristianas uniéndose en Cristo, y a cristianos con distintos puntos de vista reuniéndose en un entorno ecuménico para tratar de trabajar juntos. Eso me llena de alegría, porque veo lo que logramos juntos. Entonces me vuelvo hacia mi propia denominación y se me rompe el corazón, porque veo que no nos ponemos de acuerdo y nos peleamos cuando tratamos de encontrar la manera de trabajar juntos. ¿Podemos permanecer unidos? ¿Somos tan diferentes que no podemos?

Sé que hay tradiciones y denominaciones cristianas que hacen las cosas de manera diferente. Por ejemplo, en la tradición ortodoxa no se ordena a las mujeres, y no creo que esto vaya a cambiar por el momento. La iglesia católica está cambiando, pero ¿quién sabe qué cosas llegaré a ver suceder en lo que me quede de vida? Son comunidades cristianas diferentes de las nuestras y, a pesar de ello, podemos trabajar juntos por el bien común. Me rompe el corazón ver cómo, dentro de nuestra propia denominación, existen dificultades para trabajar juntos por el bien común. Yo creo en que podemos hacerlo.

Todas las denominaciones tienen sus luchas internas; esto, he podido constatarlo a medida que nos hemos ido conociendo mejor dentro del contexto ecuménico. En cierto modo, es más fácil que nos unamos si no tenemos que centrarnos demasiado en nuestras diferencias, sino más bien en las cosas en las que realmente podemos trabajar juntos. Eso es más fácil que mirar de frente el pecado que tenemos dentro de cada una de nuestras comuniones, pero sí podemos tener una influencia positiva los unos sobre los otros para que, por ejemplo, los metodistas unidos podamos inspirar a otros grupos con algo que hacemos bien y que ellos no hacen tan bien, impulsándoles a ver las cosas desde un ángulo diferente y a recibir nuevas ideas para mejorar su trabajo.

Profundamente emocionada en Trondheim

Pregunta: ¿Sigue sintiéndose reconfortada por las experiencias ecuménicas? ¿Cuándo experimenta de nuevo ese espíritu?

Respuesta: El año pasado, el Comité Central del CMI se reunió en Trondheim (Noruega). Fue una excelente reunión en un entorno privilegiado. Allí tuve algunas experiencias que me emocionaron profundamente.

Una de ellas fue ver cómo podíamos celebrar cultos en diferentes iglesias durante nuestra estancia allí. En una de las iglesias, celebramos el culto a la manera de la Iglesia Luterana de Noruega. El día siguiente, en la misma iglesia, el culto se celebró totalmente a la manera ortodoxa; tuvo todos los elementos del culto ortodoxo. La iglesia pudo transformarse y relacionarse con ambas comunidades, y eso me conmovió.

También me emocionaron especialmente nuestro testimonio de la Iglesia Metodista Unida y nuestra pequeña congregación de la Iglesia Metodista Unida de Trondheim. Conocí a personas que llevaban muchos años en ella, y pude conversar con uno de nuestros queridos hermanos metodistas, el Dr. Peder Borgen, un líder laico. Su hermano había sido obispo metodista hace años. Cuando era joven, el Dr. Borgen participó en la primera reunión del Consejo Mundial de Iglesias, así que disfruto mucho de que el CMI viniera a su comunidad.

Nos contaron que esa pequeña iglesia había sido el lugar de reunión de los pueblos indígenas del país y del norte de Europa, los Sami. Era su iglesia de acogida, celebraba cultos para ellos y los incluía como parte de su comunidad. Cuando nos reunimos allí para el culto, vino un miembro de la comunidad Sami a cantar, y también cantó una persona de Etiopía. Un miembro de la Iglesia Metodista de América Latina participó en el desarrollo del culto, y un miembro de la orquesta local tocó el violín.

También nos contaron que aquella pequeña iglesia había sido una sinagoga encubierta para los judíos que no estaban seguros en su propio país durante la Segunda Guerra Mundial y, por eso, habíamos abierto nuestras puertas para la comunidad judía. Pudimos realmente celebrar esa historia y honrar a esa congregación, y esto significó mucho para mí.

La siguiente generación ecuménica

Pregunta: ¿De qué manera representan los jóvenes, como próxima generación, la esperanza de liderar la peregrinación de justicia y paz?

Respuesta: En mi opinión, los jóvenes están creciendo en una cultura ecuménica con una mayor apertura que las generaciones anteriores. Eso es motivo de verdadera alegría y esperanza. No obstante, esto no podrá suceder a menos que favorezcamos que los jóvenes tengan experiencias en las que puedan tomar consciencia de ello y establecer lazos entre ellos. El ecumenismo es una cuestión de relaciones mutuas. Es signo y símbolo de esperanza.

Una de mis verdaderas preocupaciones es que los Estados Unidos se enfrentan ahora a las cuestiones del racismo, la injusticia y la opresión de las personas. Debemos abordar sin falta la cuestión del racismo y encontrar una manera de ser una sociedad más incluyente.

Hace poco, asistí a una sesión sobre el racismo en Ginebra. Las ponencias fueron excelentes, y sentí que vamos por buen camino, pero podemos constatar también cómo, en el caso de lo que sucedió en Charlottesville, las imágenes nos muestran que los supremacistas blancos también eran personas jóvenes. La próxima generación va a tener que enfrentarse a esta realidad.

Pregunta: ¿Se siente inspirada por los jóvenes?

Respuesta: Hace poco visité también el Instituto Ecuménico de Bossey, donde pude ver a los estudiantes. El año pasado, por primera vez en muchos años, una estudiante de mi tradición metodista, estudiante del seminario, estuvo estudiando en Bossey. Me encantó conocerla, fue realmente una fuente de inspiración.

En mi iglesia local, intento relacionarme con los jóvenes, conocerles mejor, y compartir ideas con ellos. Una mujer joven de mi iglesia, estudiante de la escuela secundaria, me pidió pasar un día conmigo para un proyecto. El día que me acompañó, teníamos una reunión del Foro Ecuménico del Sur de California. Ella se reunió con los líderes ecuménicos y participó plenamente en la reunión. Después de la reunión, fuimos hablando de ello durante todo el viaje de vuelta en tren.

El Comité Ejecutivo del CMI discierne el futuro para la unidad, la justicia y la paz (Comunicado de prensa del CMI del 27 de noviembre de 2017)

El racismo: “Se tiene que decir la verdad” (Comunicado de prensa del CMI del 28 de septiembre de 2017)

Mary Ann Swenson: Es hora de retirar todo apoyo a la conservación de armas nucleares (Comunicado de prensa del CMI del 5 de agosto de 2015)

La peregrinación de justicia y paz del CMI

Iglesias miembros del CMI en EE.UU.

Instituto Ecuménico de Bossey

*Susan Kim es una escritora independiente de Laurel, Maryland, Estados Unidos.